EL RIO DE LA LUZ, de Javier Reverte
Un viaje de sabor solitario por las zonas más accesibles de Alaska, con un viaje en tren de propina atravesando de costa a costa Canadá y otro a bordo de un cargero hasta Liverpool.
Cuenta Reverte que después de la experiencia traumática con el Amazonas, deseaba seguir otro río igualmente vigoroso pero más amable. Eligió el Yukón en Alaska, y accedió a él como lo hicieron durante la Fiebre del Oro hace 100 años: primero un transbordador por la costa canadiense del Pacífico. Desembarcar en Skaway, Alaska, y cruzar montañas por el Chilkoot Pass hasta el río. Descender en rafting sus rápidos durante días hasta las antiguas minas de oro de Klondike y terminar en Dawson City. En la ruta rememora la dura vida de los exploradores y buscavidas, la del duro Jefferson "Soapy" Smith, Wyatt Earp o Jack London entre ellos. Interesante conocer como se organizaban ciudades de la noche a la mañana, como abrieron rutas nuevas, y la biografía de gentes sin nombre en circunstacias tan duras a las que se sientes llamados.
El trato con los americanos es distante, pero no con el paisaje. En su apreciación de Alaska, donde buena parte es naturaleza salvaje, se echa de menos en las páginas del libro un esfuerzo mayor por conocer esa faceta además de la historia. Pero el autor no es un aventurero de ese tipo. Curiosas la historias de osos salvajes, la Seward Higway o el origen de la tradicion ortodoxa de mucho habitantes.
Realmente EL RIO DE LA LUZ es un compendio de cómo se humanizó, y a qué esfuerzo, una tierra salvaje e inhóspita, de una forma desordenadamente ambiciosa al principio y con mayor respeto con la naturaleza después.
EL RIO DE LA LUZ, de Javier ReverteEd. en Debolsillo, 2009. 520 pgs
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