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miércoles, 17 de julio de 2013

PEDRO PARAMO YA NO VIVE AQUI, de Paco Nadal




    México es el objetivo que se marcó el periodista de viajes Paco Nadal para contarlo en un libro. No se libra de los tópicos del pais, pero no es menos cierto que también los justifica. Su contacto con México no se justifica solamente por su afán literario, sino que la primera historia de las seis que contempla ya nos retrotrae a enero de 1994, en plena efervescencia revolucionaria en Chiapas con aquella movida del subcomandante Marcos y su defensa de la tierra y los indígenas contra la oligarquía. En aquel momento se desvió de su plan en pleno viaje de bodas para meterse en San Cristóbal de las Casas superando controles policiales. Los corresponsales sacaban fotos a los coches incendiados y a los tensos soldados patrullando las hermosas calles coloniales. Para entonces, los zapatistas habían conseguido la atención mundial y se escondían en la selva Lacandona. Un día se planta en la aldea de Chenalhó, de la etnia tzotzil, para conversa con un veterano cura sobre la situación. Nos habla de la desconfianza hacia los blancos de los indígenas, Tales como la gente chamula. En San Juan de Chamula tocará esa profunda irritación hacia el extranjero.
    El siguiente capítulo nos acerca la sensación (auditiva, olfativa, visual, etc) de vivir en la ciudad mas poblada del mundo (o casi), el DF, donde la inseguridad atrapa la imaginación de Paco porque los habitantes tienen todos su propio curriculum de asaltos y miedos. Como cualquier gran urbe, tiene barrios con su no oficial toque de queda a ciertas horas para turistas (o la directa prevención de no adentrarse bajo ningún concepto). Nos lleva de paseo por el Zócalo, por las ruinas aztecas, el parque España, el café El Guardatiempos y la colonia La Condesa a contarnos sus peculiares historias.

    El siguiente capitulo es una búsqueda literaria de Pedro Páramo, el personaje de Juan Rulfo, y de Comala, esa escenografía de México que tanto ha calado en el mundo. Pero la Comala del libro no es la real, ni nadie allí leyó el libro. Siguiendo las indicaciones dejadas por el escritor en vida, Paco nos señala a qué lugares, en realidad, se pudo referir, y lo que tienen que ver los actuales mexicanos con este referente literario.

    Para mi gusto, el siguiente relato es el mejor, allí donde se plantea Paco más incertidumbres pero donde él también puede hacer algo por si solo. Es Sierra Madre, otra tierra de difícil acceso, codiciada por mochileros y habitada por más indígenas hartos de españoles y otros ocupantes. El lugar encandila al autor por su descarnada hermosura, por esos tajos profundos en el terreno que se dirigen hacia Sinaloa. Lo ocupan otros desheredados de su legitima tierra, los rarámuri o tarahumaras. El agotamiento de las minas de plata y cobre han dejado en el recuerdo caminos de tierra al borde de precipicios, casas señoriales decrépitas en Urique. Otros poblados, como Cerocahui o Bahuichivo, están también alejados de la mano de Dios. Con el dueño del rancho Paraíso del Oso, Doug, bajará la quebrada del Cobre.

"...aquí en México, parece que la globalización viaja en coche de carreras y, por muy remoto e inaccesible que sea el poblado que visitas, la uniformidad es total. Da igual que seas criollo puro, mestizo, tarahumara, huichol o tzotzil. La homogeneización de la cultura USA ha llegado hasta el último rincón del país."

autoretrato de juan rulfo en el nevado de toluca
    Después Paco regresa a Chihuahua, lugar que no tiene mucho que ver sino fuera porque desde allí hay muchas historias que le salen al paso del pasado de México. Lo hace a través de un puñado de protagonistas, desde el cura Hidalgo y Benito Juarez, pasando por Santa Anna, hasta Doroteo Arango, más conocido como Pancho Villa.

barranca del cobre
    El último capítulo le lleva hasta otro de esos lugares lunáticos que no tienen nada excepto el pasado, el mito y hasta el tópico de turno: el peyote. Y digo nada por lo desértico de Real de Catorce, el pueblecito minero casi abandonado como la aldea de Wadley. Es una belleza de lugar donde se rodó la película de El Mexicano. Después del típico traqueteo de autobús y su etílico compañero de viaje, llega a lo que es la meca del consumo de peyote y de los mochileros buscando la experiencia del venado. Paco nos habla de como se ganan la vida los actuales habitantes de lo que fue una de las mayores minas de plata del mundo. Otro buen capítulo respirando el aire vetusto del s XVII colonial, y las charlas entre guiris y paisanos acerca de la mina, el rodaje de aquella película gringa, los hicholes y toda la mitología que envuelve al peyote.

"...me acerco al santuario de San francisco de Asis, el centro de peregrinación y de devoción de la comarca. La casa de Panchito, como llaman aquí al santo."

 Algunos de los temas que traspasan el libro de principio a fin son el sincretismo religioso de la población rural, lo que ha tardado el progreso (luz, carreteras, etc) en llegar a rincones apartados del país (aumentado la atracción de los turistas) y el arreglo tradicionalmente anárquico de la gente para sobrevivir en sitios perdidos, olvidados de Dios y otros poderes más terrenales. Algunos de los sentimientos del autor son los de soledad y extrañeza ante lo que ve. El mismo confiesa en la pagina 127 que no termina de quitarse el temor a un atraco cada vez que pisa una gran ciudad. Su forma de situarse ante México le lleva a alejarse de una posición protagonista para dejar que el entorno hable a través de él, aspecto que se agradece pero en el que podría profundizar más.

PEDRO PARAMO YA NO VIVE AQUI. HISTORIAS SORPRENDENTES DE UN VIAJE A MEXICO, de Paco Nadal. RBA Editorial, 2010. 191 páginas.


miércoles, 3 de julio de 2013

MAL DE ALTURA, de Jon Krakauer

MAL DE ALTURA, de Jon Krakauer


    Hay que tener mucha suerte para ser enviado a una expedición al Everest, subir a la cumbre por una la vía de ascenso en la que hay que hacer cola, sobrevivir a la catástrofe y regresar a casa de una pieza, preparado para dar un campanazo editorial de más de 4 millones de libros vendidos. Esta historia de 1996 es una de las que han contribuido a odiar entre el publico el alpinismo comercial, sin escrúpulos y solo por alcanzar prestigio personal. Asi se toma en demasiadas ocasiones la Cumbre del Mundo, como un galardón mas que distinga a unos sobre otros. Objeto de trofeo en la competición de la vida contemporánea. Jon se incrustó en la empresa comercial que lideró esa catástrofe.
el collado sur

llegando a la cumbre
    Hay montañas que tienen su propia literatura. Los ochomiles son uno de esos retos codiciados por los valores  que siempre ha representado (callando otras muchas miserias) llegar a lo más alto. El Everest, desde Mallory hasta el año 1996 y después, tiene sus propios libros contados por sus protagonistas: Messner, Hunt, Hillary, etc. Lo mejor de los testimonios, los que han venido tras las primeras ascensiones, es que el montañismo es mucho más de lo que en ellos leemos. Lo mejor del montañismo se puede encontrar en infinidad de montañas diferentes por todo el planeta y puede ser siempre una experiencia mucho más gratificante que la ocurrida en una cumbre comercial o de prestigio. El aspecto de reto de la exploración que suponían principio, un reto personal, parece haberse transformado en un reto de competitividad.

primeros auxilios de beck
    Lo que hace singular este libro es que Jon estuvo allí y no se libra de la polémica al dar su versión, aun en contra de otro de los supervivientes, Bukreev. La historia es muy sencilla: hay varias expediciones en el campo base del Everest, por su lado nepalí, dispuestas al asalto a la cumbre. Eso significa pasar de los 5000 m a los casi 8800 m. Como la vía normal es solo una y los días hábiles para subir pocos, todos los que aspiran al éxito se agolpan y deben organizarse para repartirse el tiempo y las cuerdas que previamente se instalan. Se suben tiendas, alimentos, sacos de dormir, bombonas de oxigeno para que el cliente que ha pagado un montón de dolares ascienda a su ritmo con las mayores garantías. Menos cargarlo en brazos, se hace de todo para que el señorito vuelva a su casa y flipe ante la audiencia boquiabierta que lo escuche narrar su gran aventura. Hasta ahí todo bien. Pero hay que tener en cuenta que las agencias comerciales que lo organizan se juegan su futuro si no ponen en la cima a un máximo de gente, a alpinistas que tal vez también ya había renunciado años antes por prudencia. Uno no se gasta 70000 dolares en una compañía si otra tiene mejores registros en ese aspecto. Así que hay que motivar a la clientela para lograrlo aun cuando no tenga mucha experiencia en escalada o en montañas de altitud y cierto riesgo. Si a ello se unen otras expediciones de gente que está mal preparada, con malos antecedentes en su historial, y les sobreviene una tormenta de mil demonios en condiciones extremas, la tragedia esta lista para ser representada: unos mueren irremediablemente, otros mueren por salvar a otros, alguno se salva por suerte o por usar un poco el mero sentido común de la supervivencia, y se da también el caso de que, de repente, en el collado sur, el cliente que había sido dado por muerto se levanta como un ser de ultratumba y comienza a andar. A falta de un montón de dedos, Beck aun debe disfrutar del calor de Texas.


la cima del everest

     Jon llegó a la cima, era de los que iban mejor y pese a todo, la hipoxia que sufrió por no contar con más oxigeno en las bombonas, fue terrible. Las condiciones atmosféricas se volvieron espeluznantes, y los errores a miles de metros tuvieron efectos devastadores. Hubo casos de heroísmo al ayudar a los que peor estaban y casos, como el de los japoneses, en que su sentido del éxito pasaba por dejar en la estacada a los propios y a los extraños. Por eso la empresa de Everest es como la vida misma pero llevada al extremo. Para nueve personas, significó algo peor y definitivo aun a escasos metros de las tiendas. A otros los encontrarían después sentados, a medio camino, lejos aun del Collado.

    Sin embargo, una vez acabado el libro, es inevitable preguntarse si, después de todo, la suerte de Jon para seguir viviendo es capaz de borrar otras penalidades: el remordimiento de poder haber hecho algo más, los problemas matrimoniales que conllevó. El interés del relato alcanza máximos cuando analiza las debilidades de las expediciones y sus lideres (Hall, Fisher, el sudafricano que no lo es o la expedición taiwanesa), cuando pormenoriza en los detalles, en la progresión de cada protagonista escalando y sus circunstancias a veces tremendas. La llegada al Collado Sur (7920m) es penosa, la situación de temperaturas gélidas y vientos huracanados pone a Jon frente a sí mismo: entre sus compañeros, la mayoria mal preparados, él esta solo, se siente solo, sin conexión con nadie de los que acampan para asaltar la cumbre de madrugada. Ninguno irá encordado a otro sino que luchará por su cuenta, con los sherpas más o menos atentos a la progresión de cada uno. Nunca se sintió tan solo. Al fin y al cabo, allí están por el dinero y por competir en mayor prestigio. Los problemas aumentan cuando falla el material, la coordinación de los sherpas, el retraso en el escalón Hillary. Para Jon la sensación de subir con guías es la de que se asegura más el éxito de la empresa a costa de no haber sido nunca tuya la cima por entero, y que se ha dejado llevar mientras otros toman las decisiones importantes. Y eso es un grave error en casos como el de ese día, 10 de mayo de 1996. El drama comienza el viernes, y el domingo empiezan a ser evacuados del Collado Sur. El libro termina haciendo balance personal de la experiencia, de aciertos y errores, de las secuelas entre parientes de los fallecidos y entre los superviventes. En la mayoría de los casos, todo parece estar en la zona más gris.
. En la fila de abajo, a la derecha, la japonesa Yasuko Namba, cliente de AC; el tercero y cuarto por la derecha son, respectivamente, los neozelandeses Rob Hall, dueño de AC y jefe del grupo, y Andy Harris, uno de los guías. El primero por la izquierda es Doug Hansen, otro de los clientes. Los cuatro murieron en el descenso. 

    El libro es muy entretenido, eficazmente contado manteniendo la tensión de un thriller, y  cualquiera puede disfrutar de él aunque no sea aficionado al montañismo pero sí a los buenos relatos porque posee buenos ingredientes: narrador implicado, heroísmo, mezquindad, hechos curiosos, lugar exótico, algo de sentimientos, dilemas éticos (¿intentar salvar a todos o solo a los que tienen posibilidades? ¿quién evalúa esas posibilidades? ¿y si se equivoca?), etc. Ingredientes de la ficción para unos hechos reales según su interpretación. Ya hemos comentado otro libro suyo aquí. Por otra parte, los problemas de masificación y la tensión que genera se siguen repitiendo con cierto parecido en las paredes del Techo del Mundo.
    Este es el trailer del documental producido en 2008 sobre los sucesos.

MAL DE ALTURA, de Jon Krakauer, año 1997. En Ediciones Desnivel desde 2008. 360 páginas.