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miércoles, 27 de febrero de 2019

26 DE OCTUBRE DE 1944, DACHAU. GOETHE EN DACHAU, de Nico Rost

26 DE OCTUBRE DE 1944, DACHAU. GOETHE EN DACHAU, de Nico Rost

    "He discutido con K. No se quería creer que, tras acabar la guerra civil española, Alfredo y miles de sus compatriotas fueron internados en campos por el gobierno francés, que allí también fueron maltratados, que allí también sufrieron por edemas de hambre y que allí murieron también cientos por el tifus. ¿Solo porque en los Países Bajos no se enteró? Para él, la guerra empezó el 10 de mayo de 1940, antes de esa fecha, en el mundo reinaba la paz dulce y la mansa Concordia.

    'Pero si en los periódicos no salió nada de eso', era siempre su único y último argumento. Había  tantas cosas que no aparecieron en los periódicos por aquel entonces que tendrían que haber aparecido...

    Si  al menos K. comprendiera por qué no apareció en los periódicos y quién tenía interés en que esas cosas no se publicaran"

martes, 26 de febrero de 2019

DOS MUJERES. SOFIA LOREN, de Silvana Giacobini

DOS MUJERES. SOFIA LOREN, de Silvana Giacobini

"—Tesoro, ¿lo sabes?
La voz profunda del interlocutor de ultramar sonaba inconfundible.
A las 6.45 de la mañana Cary Grant era el ángel que anunciaba la victoria.
—Dime, ¿qué?
Sofia ya no cabía en su pellejo, pero para conjurar la mala suerte aún no quería creerlo.
—¡Soy feliz de ser el primero en decírtelo! ¡Sofia, has ganado el Oscar a la mejor actriz!
La voz cálida y profunda de Grant llegó atenuada a los oídos de Sofia, que comenzó a saltar presa de una emoción indescriptible.
Carlo se había levantado de golpe, como si la noche insomne ya no contara nada. La adrenalina le corría por las venas poniéndolo más eufórico que el whisky. Aferró el auricular negro del teléfono que ya le parecía revestido de oro.
—Dime, ¿es verdad? ¿Sofia ha ganado?
—¡Sofia, Sofia! ¡Eres la mejor actriz del año! ¡Has ganado el Oscar!
Ante la noticia que rebotaba de ultramar, las voces y los gritos se superpusieron las unas a los otros y, en un santiamén, la confusión fue total.
Alguien lloraba, alguien aullaba, alguien rezaba.
Romilda había pasado de la emoción a la furia delirante.
—¡Ya lo decía yo, Sofia, hemos ganado el Oscar! ¡He conquistado Hollywood! ¡He ganado el Oscar! ¡Jesús, san Genaro, virgen del Carmen, nos habéis concedido la gracia!
Sofia lloraba y reía, y estaba tentada de quitarse el pijama porque le quemaba el ardor de la emoción. Para empezar, se había desencadenado un huracán de llamadas.
Alberto Moravia había perdido su habitual flema y le gritaba al teléfono:
—¡Sofia, aquella foto que me sacaron contigo en el plató de Dos mujeres, sí, aquella para la que no quería posar, la conservaré toda la vida!
Los periodistas llegaban en tropel y se amontonaban en una habitación al lado del salón. El primero en llegar había sido el enviado de la radio italiana, Lello Bersani, listo para entrevistar a Sofia y a Carlo Ponti, el productor que con su intuición genial había permitido la creación de una obra maestra.
Aunque por la radio, dicho sea de paso, aquella entrevista de Lello Bersani nunca sería emitida porque en los tiempos puritanos de los años sesenta la concubina Sophia Loren en pijama, que Bersani había descrito ampliamente, y su amante Carlo Ponti provocaban escándalo.
A pesar de que los dos se habían cambiado rápidamente para recibir a los demás periodistas, Sofia con un jersey sobre una falda de color antracita y Carlo con traje y corbata, con Bersani la metedura de pata ya estaba hecha.
Antes de la improvisada conferencia de prensa, el fotógrafo Pierluigi Praturlon tomaba fotos de Sofia con Romilda y Ponti, mientras que el agente de prensa Enrico Lucherini, llegado con la rapidez de un halcón, presa de la emoción y la alegría se sentía como si volase. Todos pensaban que había sido idea suya enviar a los periódicos la fotografía de Sofia mientras llora con las zapatillas rústicas y el vestidito hecho jirones, tirada en la carretera, apretando impotente una piedra y presa de la desesperación después de la violación sufrida por ella y su hija.
En realidad, aquella foto tiene una historia particular. Lucherini era muy joven y no muy conocido en el mercado de los agentes publicitarios, aunque ya había trabajado con Luchino Visconti y con Patroni Griffi. Carlo Ponti, después de haberlo puesto a prueba con la promoción de Dulces engaños (I dolci inganni), con Catherine Spaak y la dirección de Lattuada, le presentó a Sofia, que en aquella época ya era una estrella famosa gracias a sus numerosos éxitos americanos.
Habituada a los agentes de Hollywood, fue ella quien sugirió a Lucherini que eligiera una foto fuerte para la publicidad de Dos mujeres. Él se decidió por la de Praturlon, que dio la vuelta al mundo, convirtiéndose en el icono de una de las mejores actrices de la historia del cine.
(...)
No es verdad que cuando Vittorio De Sica fue a ver a Anna Magnani a su casa para proponerle el papel de Cesira, con guión de Zavattini y basado en la novela de Alberto Moravia, ella le respondiera: «¡Yo no hago la madre!». En realidad, ella le dijo: «Aunque Sofia es muy joven (yo tenía veinticinco años), en la pantalla es muy fuerte y también yo soy una actriz muy fuerte, y entonces ¿qué hacemos? ¿Nos comemos una a la otra en la pantalla? Si quieres que haga la película, necesito para el papel de Rosetta a una chica con cara de ángel como Anna Maria Pierangeli». De Sica sacudió la cabeza, porque no estaba de acuerdo, y le respondió: «No, yo tengo en mente otra historia». Entonces Anna, mientras él ya se marchaba, justo en la puerta, le dijo: «¿Por qué no pruebas a que Sofia haga la madre?». No se lo sugirió irónicamente, sino como para darle un consejo. Y De Sica comentó: «¿Sabes?, me has dado una buena idea». Al día siguiente, Vittorio me mandó un telegrama (yo estaba en París), en que había escrito: «Tú harás Dos mujeres y serás la protagonista». Por poco me desmayo: la protagonista del libro tiene cincuenta y cuatro años y yo tenía sólo veinticinco. Pero me dije: dado que De Sica es un gran director, si él me quiere no es que pretenda echar a rodar su carrera. Se ve que cree en mí y yo creo en él, por tanto, me parece que vale la pena luchar por este gran proyecto. Y así hicimos Dos mujeres. Que me cambió completamente la vida."

lunes, 25 de febrero de 2019

RICHARDS Y VACLAV HAVEL. VIDA, de Keith Richards

RICHARDS Y VACLAV HAVEL. VIDA, de Keith Richards

    "Al final de la gira Steel Wheels liberamos Praga, o ésa fue la impresión que tuvimos. Pedrada en el ojo de Stalin. Hicimos un concierto allí Al poco de la revolución que puso fin al régimen comunista. «Se van los tanques, llegan los Stones», era el titular. Fue un gran golpe organizado por Václav Havel, el político que se había puesto al frente de Checoslovaquia sin derramamiento de sangre unos meses antes, una jugada maestra. Los tanques se marchaban y ahora iban a tener a los Stones Nos alegró mucho ser parte de todo aquello. Tal vez Havel sea el único jefe de Estado que ha hecho (o al que pueda imaginar haciendo) un discurso sobre el papel que desempeñó el rock en los marchaban y ahora iban a tener a los Stones Nos alegró mucho ser parte de todo aquello. Tal vez Havel sea el único jefe de Estado que ha hecho (o al que pueda imaginar haciendo) un discurso sobre el papel que desempeñó el rock en los acontecimientos políticos que llevaron a la revolución en los países del Este. Es el único político de cuyo trato me enorgullezco. Un tipo encantador. Tenía en el palacio un gigantesco telescopio metálico apuntando a la celda donde había estado encerrado seis años: «Todos los días miro un rato para ayudarme a solucionar los problemas». Le iluminamos el palacio presidencial: ellos no se lo podían permitir, así que le pedimos a Patrick Woodroffe, nuestro gurú de los focos, que iluminara el inmenso castillo. Patrick lo organizó todo, le montó una iluminación tipo Taj Mahal. Luego le dimos a Václav un mando a distancia adornado con la lengua del grupo. Fue caminando por todo el palacio encendiendo luces, y de repente las estatuas cobraron vida. Parecía un niño apretando aquellos botones y exclamando «¡uau!». No te ocurre muy a menudo que conozcas al presidente de un país y pienses: «¡Vaya, me encanta este tío!»."

jueves, 21 de febrero de 2019

TENER ESPERANZAS. HAVEL, de Michael Zantovsky

    "...comprendí, con una nueva sensación de urgencia, que la única verdadera fuente de las ganas de vivir es la esperanza, la esperanza como certeza interior de que las cosas que pueden incluso parecernos puramente disparatadas pueden tener su propio significado profundo, y nuestra mision es buscarlo. Y comprendí, acaso mejor que antes, por qué la vida humana deja de ser una vida que vale la pena vivirse cuando falta el amor de las personas más próximas"

miércoles, 20 de febrero de 2019

LA BIBLIOTECA DE KEITH RICHARDS. VIDA, de Keith Richards

LA BIBLIOTECA DE KEITH RICHARDS. VIDA, de Keith Richards 

    "...Soy un lector voraz, devoro los libros uno detrás de otro, y además leo de todo. Y si no me gusta, lo dejo y a por otro. En lo que se refiere a ficción me encantan George MacDonald Fraser, los tebeos de Flashman y Patrick O’Brian, de cuyos libros me enamoré al instante. El primero fue Capitán de mar y guerra, y no tanto porque la acción se desarrolle en la época de Nelson y Napoleón, sino más bien por las relaciones personales. El tema histórico sirve más bien de trasfondo. Y, por supuesto, aislar a los personajes en medio del océano te da más margen de maniobra, y las caracterizaciones son excelentes, que es lo que más me gusta. Habla de amistad, de camaradería. Jack Aubrey y Stephen Maturin siempre me han recordado un poco a Mick y a mí. Además, la historia, sobre todo la relacionada con la Armada inglesa durante ese período, es una de mis grandes aficiones. Por aquel entonces el ejército de tierra no pintaba gran cosa, lo importante era la Marina, los tíos que acababan en sus filas contra su voluntad, las levas forzosas… Y para que toda aquella maquinaria funcionara tenías que hacer de aquel hatajo de rebeldes un equipo que funcionara a la perfección, lo que me hace pensar en los Rolling Stones. Siempre tengo algo de tema histórico entre las manos. Sobre todo me interesa cualquier cosa que tenga que ver con la época de Nelson o con la Segunda Guerra Mundial, pero también con la antigua Roma, y algunos aspectos del período colonial británico, el «gran juego» de los rusos y los ingleses en Asia Central y todo eso. Tengo una biblioteca muy bien nutrida con libros sobre estos temas, muy bien ordenados en sus correspondientes estanterías de madera oscura que llegan hasta el techo. Ese es el lugar donde me escondo a menudo y donde un día sufrí un grave percance. 


    Nadie se lo cree, pero la verdad es que estaba buscando un libro de anatomía de Leonardo da Vinci. Es un libro voluminoso, y ésos los tengo en los estantes de arriba. Agarré la escalera y me subí a lo alto. Los anaqueles con pesados tomos reposan sobre clavijas: justo cuando rocé el estante, una de esas piezas cedió y me cayó una avalancha de libros en toda la cara. ¡Bum! Me di con una mesa en la cabeza y perdí el conocimiento. Al cabo de un rato (no sé cuánto, como media hora), me desperté y me dolía. Dolía mucho. Al verme tirado en el suelo rodeado de libros por todas partes, en circunstancias normales me habría entrado un ataque de risa por lo irónico de la situación, pero me dolía demasiado. ¿No querías consultar algo sobre anatomía humana? Me arrastré como pude hasta el piso de arriba (me costaba trabajo respirar) y me metí en la cama con la parienta: «A ver cómo me encuentro por la mañana». Al día siguiente estaba incluso peor, y Patti me preguntaba: «¿Qué te pasa?». «Me he caído, pero estoy bien». Pero el hecho era que seguía sin respirar bien. Tardé tres días en decirle a Patti: «Cariño, esto me lo van a tener que mirar». Y no estaba bien: me había perforado un pulmón. Teníamos programado empezar la gira europea con un concierto en Berlín en mayo de 1998, y hubo que retrasarla un mes: la única vez que se ha tenido que posponer una gira por mi culpa."



martes, 19 de febrero de 2019

MADRID, CIUDAD DE ACOGIDA. SABINA EN CARNE VIVA, de J. Sabina y J. M. Flores

MADRID, CIUDAD DE ACOGIDA. SABINA EN CARNE VIVA, de J. Sabina y J. M. Flores 

    "...De hecho, cuando yo hice Pongamos que hablo de Madrid aún no había movida. Yo había estado en Ubeda, en Granada, en Londres, y de paso por Bruselas y París, y nunca había encontrado un sitio donde no me pidieran el carnet, donde se permitiera la doble nacionalidad y donde nadie mostrara un sentido de pertenencia. Los serenos eran asturianos y los porteros, gallegos, y te bajabas en Atocha o en Chamartín y empezabas a ser madrileño inmediatamente: nadie te hacía renunciar a ser andaluz, gallego, asturiano o lo que fuera. Todavía siguen viniendo a mi casa de Madrid amigos peruanos, mexicanos o ingleses que me dicen que no conocen otro lugar en el mundo en el que vayas a un bar y a los diez minutos alguien te esté invitando a ir a su casa. Eso nunca, jamás de los jamases, ha pasado, por ejemplo, en Barcelona. Nunca, nunca, nunca. Sin embargo, Barcelona sí era cantada por cantantes españoles, como Pi de la Serra, Raimon o Serrat. Pero a Madrid no se le había cantado. Ah, falta una cosa de Madrid. Entre el poblachón manchego de Galdós y entre Navalcarnero y Kansas City de Cela, ahí encontré yo una cosa que tenía que ver con que es inimaginable ver a los madrileños desfilando detrás de una bandera o cantando un himno. De hecho, Leguina le encargó un himno a García Calvo que a mí me gusta mucho y que no ha tenido la menor fortuna.
    »Luego está lo de los bares, la apertura impresionante de los madrileños. Como la noche de Madrid, ni la de Nueva York ni la de Buenos Aires. No he visto nada igual en mi vida, de verdad. He contado muchas veces en radios y televisiones latinoamericanas que el que haya un atasco de tráfico terrible a las doce del mediodía es un coñazo absoluto, pero que lo haya a las tres de la mañana es poesía. Y en Madrid sigue habiendo embotellamientos a las tres de la mañana. ¿Cuántos Gobiernos, cuántos ayuntamientos han hecho el intento serio de ponernos horarios europeos, de que la gente se vaya temprano a dormir y se levante temprano para ir al trabajo? Nunca lo han conseguido. Porque los madrileños siempre han pensado que la noche es del que se la trabaja. Nunca sentí ni pensé “aquí me voy a quedar” hasta que llegué a Madrid».


    J. M. F.: ¿Crees que de haberte instalado dos décadas atrás en Barcelona en vez de en Madrid tu trayectoria musical habría sido la misma, o Madrid ha sido decisiva para tu éxito?


    J. S.: Yo creo que si hubiese estado en Barcelona habría escrito y habría cantado, pero Madrid ha sido absolutamente insustituible en la medida en que yo, que nunca tuve una casa ni una provincia y siempre he sentido, como sabes, bastante desprecio por el patriotismo y, sobre todo, por el patrioterismo y la nostalgia de la infancia, sentí que aquí, en Madrid, estaba en mi casa; que me habían hecho un hueco y que, como antes te decía, no me pedían el carnet ni me preguntaban el apellido ni cómo se llamaba mi padre ni cuánto dinero tenía. En Madrid se puede tener un amigo durante tres años sin saber su apellido o si vive en una casa de ricos o de pobres. Eso me deslumbró desde el primer momento."

lunes, 18 de febrero de 2019

UN CABARET DE LA RDA. DE VIAJE POR EUROPA DEL ESTE, de Gabriel Garcia Marquez

UN CABARET DE LA RDA. DE VIAJE POR EUROPA DEL ESTE, de Gabriel Garcia Marquez

    "Ocupamos una mesa cerca a la pista. Un mozo de frac, ceremonioso y de maneras equívocas, se entendió con Sergio en alemán. El ambiente estaba para opio pero pedimos cognac. Mientras tanto, Franco pasó al salón del fondo en busca de los servicios sanitarios. Cuando regresó a la mesa Sergio bailaba un swing con una muchacha de la mesa vecina. Yo empezaba a aburrirme.

    –Anda al sanitario, dijo Franco. Aquello es sensacional.

    Yo pasé el salón del fondo. Había tres puertas marcadas: W.C. En la puerta del centro, reservada a las operaciones mayores, estaba lo que debía ver: un taxímetro conectado a la cerradura. Una mujer instalada en un escritorio esperaba la salida del cliente. El taxímetro marcaba 30 pfennig. Cuando el cliente salió puso los 30 pfennig en el platillo del escritorio y agregó una propina para la mujer.

    Al regreso me di cuenta de que el salón del fondo se prolongaba hacia la derecha en una laberíntica mezcolanza de la Divina Comedia y Salvador Dalí. Hombres y mujeres postrados de la borrachera protagonizaban escenas de amor, lentas y sin imaginación. Era gente joven. Yo no había visto nada igual en Saint Germain-des-Pres donde el existencialismo es un dispositivo que se monta en verano para los turistas. Hay más autenticidad en los bares de Via Margutta, en Roma, pero con menos amargura. No era un burdel, pues la prostitución está prohibida y severamente castigada en los países socialistas. Era un establecimiento del estado. Pero desde un punto de vista social era algo peor que un burdel.

    Al extremo del laberinto, iluminado con candelabros entre cortinas negras, el amor continuaba en un bar reservado. Algunos hombres solos bebían cognac. Otros dormían con la cabeza apoyada en el bar. Yo ocupé un taburete y pedí un cognac. Franco llegó en el instante en que uno de los hombres golpeó contra el mostrador la copa empuñada. Se hizo añicos. El hombre ni siquiera se miró la mano ensangrentada. Indiferente a la furiosa parrafada que le soltó la encargada del bar, sacó un pañuelo y lo empuñó en la mano herida. Con la otra tiró sobre el mostrador un rollo de billetes, sin contarlos, sin pronunciar una palabra.

    –Qué horror, murmuró Franco. Nunca había visto gente tan desesperada.
    
    Yo no sentía horror. Sentía lástima..."

viernes, 15 de febrero de 2019

EL MAL FUSILAMIENTO DE MIGUEL GILA. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila

EL MAL FUSILAMIENTO DE MIGUEL GILA. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila

    "Los moros nos quitaron las cazadoras o los tabardos, la manta y las botas, luego nos ordenaron sentarnos en el suelo, bajo la lluvia. Una mujer, que tendría unos treinta años, salió de una casa gritando vivas a Franco, los moros llegaron hasta ella, la metieron en la casa y sus vivas a Franco se convirtieron en gritos desgarradores. Instantes después, los moros salían satisfechos, habían violado a la mujer y llevaban en las manos gallinas, botellas de vino y algunos objetos robados con el “ábrete Sésamo” de los vencedores de batallas. Dicen, o decían, nunca supe si esto era cierto o no, que los mandos de la división del general Yagüe, cuando sus tropas tomaban un pueblo les daban veinte minutos para apropiarse del botín que encontrasen en el lugar conquistado. Ni lo puedo asegurar ni lo puedo desmentir, me limito a contar lo que oí decir. Lo de la violación lo puedo afirmar porque los moros nos ordenaron que nos levantásemos y nos encerraron en la misma casa de aquella mujer que había gritado los vivas a Franco y que, aterrorizada y con sus ropas desgarradas, lloraba sentada sobre la cama en que los moros habían abusado de ella.

   En el corral de la casa había un pozo, pero el agua estaba estancada y verdosa. Con tres cantimploras en la mano, me acerqué al moro que vigilaba la entrada y le rogué que me dejara salir a buscar agua. El moro sin decir ni una palabra me golpeó con la culata de su fusil en una cadera. Fue un golpe dado con saña, que me produjo un dolor tremendo. Desistí de mi petición y volví de nuevo al corral de la casa. A los pocos instantes de haber recibido el golpe en el costado me brotó un hematoma de un color morado. Recordé la gangrena que había causado la muerte de mi padre por un golpe en el mismo lugar donde el moro me había golpeado y pensé que, tal vez, mi muerte iba a ser igual a la suya. Pensaba si el destino no me habría buscado la misma forma y la misma edad para morir. No le tenía miedo a la muerte. Estaba tan agotado, tan devorado por los piojos, por el hambre, el frío, el cansancio y la sed, que morir podía ser una liberación.

    Como la sed iba en aumento no tuvimos otra opción que beber agua del pozo, nos quitamos los cinturones, los unimos uno con otro y conseguimos que la cantimplora llegara hasta el fondo. Bebimos el agua y a los pocos minutos nos retorcíamos de dolores en el estómago. El dolor nos duró tan sólo un par de horas. Cuando estaba por anochecer, los moros nos sacaron de la casa y nos empujaron hasta un descampado a las afueras del pueblo. Ya nos habían despojado de la ropa de abrigo.


    Nos fusilaron al anochecer, nos fusilaron mal.

    El piquete de ejecución lo componían un grupo de moros con el estómago lleno de vino, la boca llena de gritos de júbilo y carcajadas, las manos apretando el cuello de las gallinas robadas con el ya mencionado “ábrete Sésamo” de los vencedores de batallas. El frío y la lluvia calaba los huesos. Y allí mismo, delante de un pequeño terraplén y sin la formalidad de un fusilamiento, sin esa voz de mando que grita: “¡Apunten! ¡Fuego!”, apretaron el gatillo de sus fusiles y caímos unos sobre otros.

    Catorce saltos grotescos en aquel frío atardecer del mes de diciembre. Las gallinas tuvieron poco tiempo para respirar, el que emplearon los del piquete de ejecución en apretar sus gatillos. Y sobre la tierra empapada por la lluvia nuestros cuerpos agotados de luchar día a día.

    Catorce madres esperando el regreso de catorce hijos. No hubo tiro de gracia. Por mi cara corría la sangre de aquellos hombres jóvenes, ya con el miedo y el cansancio absorbidos por la muerte. Por las manos de los moros corría la sangre de las gallinas que acababan de degollar. Hasta mis oídos llegaban las carcajadas de los verdugos mezcladas con el gemido apagado de uno de los hombres abatidos. Ellos, los verdugos, bañaban su garganta con vino, la mía estaba seca por el terror. No puedo calcular el tiempo que permanecí inmóvil. Los moros, después de asar y comerse las gallinas, se fueron. Estaba amaneciendo.

    La muerte en las guerras tiene mucho trabajo. La muerte en las guerras nunca tiene prisa. Se lleva a unos y deja a otros para más adelante. Me dejó a mí y dejó al cabo Villegas. De mí no se llevó nada, del cabo Villegas se llevó una pierna, la izquierda. Sangraba abundantemente, me arranqué una manga de la camisa y le hice con ella un torniquete a la altura del muslo.

    Me fue difícil cruzar el río, sucio y revuelto por las lluvias. Lo crucé con mi carga al hombro. El cabo Villegas no pesaba mucho y yo, con mis veinte años, era un muchacho fuerte, pero el terror del fusilamiento había aflojado mis piernas. Al otro lado del río quedaba un paisaje gris de llovizna, con sabor amargo de guerra y doce hombres jóvenes con la vida quebrada en el sueño de alcanzar el final de esa guerra, no importa si como vencedores o vencidos.

    El llanto por aquellos hombres jóvenes brotaría más tarde, cuando la espera de doce madres se hiciera dolor por la noticia. La muerte de las gallinas sólo se haría maldición en la boca de algún campesino.

    Conseguí llegar con el cabo Villegas sobre mis hombros hasta Hinojosa del Duque, ya en poder de los nacionales, fui hasta la parroquia y se lo entregué al cura. Pensé en huir hacia Portugal cruzando sierra Trapera, pero sabía que si alguien del ejército rojo entraba en tierras portuguesas, era entregado a las tropas de Franco. Así las cosas, tomé la determinación de buscar dentro de aquel desbarajuste algún vestigio de gente con vida. Llegué a Villanueva del Duque, vi una hoguera en el interior de una casa y entré. El miedo se había quedado atrás, en el lugar del fusilamiento. Entré sin importarme quiénes eran los que estaban alrededor del fuego, si rojos o nacionales, el hambre y el frío me habían dado el valor o me habían eliminado la cobardía, lo mismo da.

    Mi entrada y mi aspecto asombró a los que estaban alrededor del fuego. Ninguno echó mano a su fusil, mi cara demacrada y mis pies, que aunque me los había envuelto con trapos me sangraban, los desconcertó. Les dije que pertenecía al ejército rojo y que formaba parte de una columna de prisioneros que venía hacia el pueblo. Ellos, los de la hoguera, eran legionarios y odiaban a los moros. Uno de los legionarios al oírme hablar me preguntó si yo era de Madrid, le dije que sí, él también, y estuvimos charlando unos instantes. Me dejaron que secara mi ropa y mis pies, me dieron agua, una lata de carne, otra de sardinas, pan, tabaco, algunos tomates, una manta y unas alpargatas, después me dijeron que me fuese, para que si llegaba alguno de sus mandos no se vieran comprometidos. Así lo hice. Me senté a las afueras del pueblo y esperé la llegada de la columna de prisioneros en la que iban algunos de mis compañeros. Cuando llegaron donde estaba yo se llevaron una gran alegría al verme vivo. Me uní a ellos.

    En dos columnas, en fila, una a cada lado de la carretera caminábamos bajo la lluvia, vigilados por los moros desde sus caballos. Muchos de los prisioneros cargaban a sus espaldas sacos llenos de vainas vacías de los Mauser y si alguno, por debilidad, caía al suelo, los moros le disparaban y allí, en la cuneta de la carretera, amortajado por la lluvia, terminaba su sufrimiento.

jueves, 14 de febrero de 2019

26 DE NOVIEMBRE DE 1813. DIARIOS, de Lord Byron

26 DE NOVIEMBRE DE 1813. DIARIOS, de Lord Byron

    "He pensado mucho en los pesares de la separación, en lo poco que vemos a aquellos a quienes amamos y en los siglos que sin embargo vivimos por momentos, cuando estamos juntos"

miércoles, 13 de febrero de 2019

EL DINERO DE LOS ARTISTAS. SABINA EN CARNE VIVA, de J. Sabina y J. M. Flores

EL DINERO DE LOS ARTISTAS. SABINA EN CARNE VIVA, de J. Sabina y J. M. Flores 

    "...el dinero de los artistas, bien entendido, de los artistas creadores y no puestos en el mercado para vender; que pagan a sus músicos lo que éstos merecen, es un dinero purísimo porque no sale de la explotación del trabajo esclavo ni tampoco de una mina en la que hay materias primas y tú las transformas y las vendes. Es un dinero milagroso. Sale de la imaginación humana, del talento humano. La plusvalía no la pones tú, la ponen los marchantes. Tu única obligación es, primero, tratar a la gente que trabaja para ti como si fueran príncipes, que es lo que son, y, segundo, si te sobra dinero, emplearlo en causas nobles sin darle ni un cuarto ni dos ni tres al pregonero. Punto final. Lo importante era que a Marx se le olvidó eso. Es decir, Paul McCartney, que es uno de los mayores millonarios del mundo, ¿crees que ha explotado a alguien? Me parece que no. Marx no contaba con eso, y eso sucede. Lo cual hace que yo, francamente, me encrespe cuando oigo hablar del dinero mal habido y de que no hay fortuna sin explotación y sin sangre. Pues en el caso de los artistas, lo siento por ustedes, señores, no tenemos una materia prima ni unas minas, ni plantaciones ni esclavos ni obreros con salario mínimo, lo único que tenemos es que ponemos en circulación un producto absolutamente abstracto, que nace de la imaginación, y una gente que quiere oír eso y quiere comprarlo. Una gente a la que no se le pone puñales en el cuello, ¡nunca!, ni para comprar un disco ni para ir aún concierto."

martes, 12 de febrero de 2019

OTROS VALORES POLITICOS. HAVEL, de Michael Zantovsky

OTROS VALORES POLITICOS. HAVEL, de Michael Zantovsky

    "...todo ese complejo estático de los partidos políticos de masas, esclerotizados, llenos de verborrea y cuya finalidad política acaba en ellos mismos, que dominan con su aparato de profesionales y que vacían a los ciudadanos de cualquier responsabilidad concreta y personal..., difícilmente puede ser considerado como la vía futura que llevara al individuo a reencontrarse a si mismo", tal ves se nos antoja más cierto hoy que hace 35 años. Puede que su llamamiento a su "rehabilitación de valores como la confianza, las sinceridad, la responsabilidad, la solidaridad y el amor" como motores principales de la acción política suene un tanto ingenuo, por muy deseable que sea en esta época de desconfianza, inseguridad, irresponsabilidad, hostilidad y frustacion. Su argumento, con mucho sentido común, de que "la autoridad de los dirigentes debiera brotar de su personalidad", tras haber sido sometida a prueba en su entorno en particular "y no de su posición en la escala jerárquica" difícilmente puede traducirse en una reivindicación de unos "lideres carismáticos y poderosos"

LOS ALEMANES Y EL HOLOCAUSTO. DE VIAJE POR EUROPA DEL ESTE, de Gabriel Garcia Marquez

LOS ALEMANES Y EL HOLOCAUSTO. DE VIAJE POR EUROPA DEL ESTE, de Gabriel Garcia Marquez

    "Es una actitud clásica de los alemanes. Los comentarios sobre las atrocidades del nazismo les resbalan por el pellejo sin erizarlos y se puede decir delante de ellos lo que se quiera que no se alteran ni disculpan. En Budapest yo había de ver a un alemán en el momento en que un húngaro explicaba la inutilidad estratégica, la mala fe con que los nazis dinamitaron el puente Elizabeth, sobre el Danubio, considerado como el mejor de Europa. Alguien cometió la insensatez de preguntarle al alemán que opinaba de eso. El respondió secamente: "Me parece deplorable". En el campo de concentración de Buchenwald, el guía alemán nos dijo: "Nuestra desgracia es que somos científicos inclusive para organizar una matanza". En Alemania, cada vez que tenía algo que ver con ese pueblo extraordinariamente cordial, alegre, camarada, de una hospitalidad comparable apenas a la de España y una generosidad comparable apenas a la de la Unión Soviética, yo me rompía la cabeza sin poder entender los campos de concentración. En los campos de concentración me rompía la cabeza sin poder entender a los alemanes."



lunes, 11 de febrero de 2019

SEDENTARIOS. VIAJE A PIE VII, de Julio Villar

SEDENTARIOS. VIAJE A PIE VII, de Julio Villar

    "Me maravilla la gente que no se ha movido de su tierra, de sus montes cercanos, o de la barra del bar de la esquina. Me gusta encontrarlos en su sitio. No sé si los admiro, si los envidio, o si me dan un poco de tristeza. El pastor en su borda, el ferretero en su tienda  de siempre, detrás de su mostrador de madera, rodeado de cajones de pestillos, clavos, bisagras... ¡qué sería del mundo si no estuvieran allá!... yo no iría a ningún sitio si supiera que no me los iba a encontrar".

RAMÓN FRANCO CONTRA SU HERMANO, Y LA ADOPCIÓN DE SU HIJA. FRANCO, LA ASCENSIÓN AL PODER DE UN DICTADOR, de Andrés Rueda

RAMÓN FRANCO CONTRA SU HERMANO, Y LA ADOPCIÓN DE SU HIJA. FRANCO, LA ASCENSIÓN AL PODER DE UN DICTADOR, de Andrés Rueda 

    "Respecto a la opinión personal y fraternal que Ramón tenía de su hermano Francisco, existen dos testimonios importantes. El primero recogido por Vicente Guarner el 18 de agosto de 1977: «Ramón se puso pensativo y me contestó: “Paco por ambición sería capaz de matar a nuestra madre y por presunción a nuestro padre”». Y el segundo se recoge en 100 españoles y Franco, de una conversación en la que Ramón le dice a Diego Abad de Santillán: «Vosotros no sabéis quién es mi hermano; es el hombre más peligroso de España y habría que matarlo».

    Ramón Franco escribe en el prólogo de su libro, que en la lucha por la libertad «ha sacrificado su carrera y su situación, y por ella también, el día que sea preciso, sacrificará su vida».

    Con ello marca una posición contraria a la que mantendrá su hermano Francisco, durante más de cuarenta años. Uno lucha por la libertad, el otro, por suprimirla. Ramón arremete contra la monarquía, contra la Iglesia y contra los militares, a los que considera «hinchados como odres, que en la hora de la verdad se relajan y desinflan». Contra la Iglesia, «que trata de esclavizar a la humanidad en nombre de aquel que la quiso redimir», contra «una Iglesia que lo crucifica diariamente en sus altares y que se mezcla diariamente en las luchas políticas al lado de los tiranos y de los ricos, en contra de la justicia y de la libertad». Y contra la monarquía a la que define como «un régimen que es oprobio de un pueblo noble y trabajador, régimen en el cual toda inmoralidad, toda impudicia y todo deshonor tienen un asiento»; calificando a «Austrias y Borbones con su imbécil inmoralidad». Y al pueblo español le promete que «la corriente revolucionaria, en el momento crítico marcado por el destino, hará surgir fatalmente por el oriente español la aurora de un nuevo día más justiciero, más humano, más fraternal». Pronostica a los descendientes un porvenir de «verdaderos esclavos, si no echamos abajo todo el tinglado levantado en complicidad por reyes, nobles, aristócratas, obispos, banqueros y generales».

    Carmen Díaz, la probable madre de la hija de Franco. Fue la primera esposa de Ramón Franco. Se casaron y tuvieron una hija a la que llamaron Carmen, como la madre. Se divorciaron y Ramón volvió a casarse con Engracia Moreno. Ramón, probablemente, cedió la hija a su hermano Francisco que la tomaría como hija natural. Según el historiador Garriga, en los primeros años de la Guerra Civil se borraron los datos de inscripción de la hija de Ramón en el Registro Civil para que pudiera ser inscrita como hija de Franco."
Ramon Franco

domingo, 10 de febrero de 2019

¿POR QUÉ ESCRIBO CANCIONES? VIDA, de Keith Richards

¿POR QUÉ ESCRIBO CANCIONES? VIDA, de Keith Richards 

    "¿Qué es lo que te mueve a escribir canciones? En cierto sentido, quieres tocar el corazón de otra gente, quieres plantarte ahí, o por lo menos sacar un eco cuando esas otras personas se convierten en un instrumento mucho mayor que el que estás tocando tú. Llegar a otra gente acaba siendo una obsesión. Escribir una canción que se recuerde y se lleve en el corazón supone un momento de reconocimiento, de pararse a ver qué pasa con el otro. Es como un hilo por el que todos estamos unidos, una puñalada al corazón. A veces pienso que el que estás tocando tú. Llegar a otra gente acaba siendo una obsesión. Escribir una canción que se recuerde y se lleve en el corazón supone un momento de reconocimiento, de pararse a ver qué pasa con el otro. Es como un hilo por el que todos estamos unidos, una puñalada al corazón. A veces pienso que componer va de tensar las fibras sensibles todo lo que se pueda sin provocarle a nadie un infarto."

viernes, 8 de febrero de 2019

DIARIOS, 16 DE JUNIO DE 1954, de H. D. Thoreau

DIARIOS, 16 DE JUNIO DE 1954, de H. D. Thoreau

    "El efecto de un buen gobierno es hacer que la vida tenga más valor; el de un mal gobierno, que tenga menos valor. Podemos permitirnos que el ferrocarril y todo lo meramente material se devalúe, porque ellos nos lleva únicamente a vivir de una forma más sencilla y económica; pero imaginad que se devaluara la propia vida..."

jueves, 7 de febrero de 2019

EL REZO DE LOS POBRES. RUMBO A LA GLORIA, de Woody Guthrie

EL REZO DE LOS POBRES. RUMBO A LA GLORIA, de Woody Guthrie

    "-Si Dios estuviera por hacer lo justo -dijo un tipo grueso- daría todos estos duraznos y cerezas, naranjas, uvas y cosas de comer a los compadres que pasan hambre. Y para un hombre hambriento, al menos en mi opinión, rezar y tratar de decirle a Dios cómo llevar su negocio es como andar hacia atrás, algo completamente estúpido. Diablos, un hombre cuenta con dos manos y una mente, y con piernas y pies que lo llevan a donde quiera. Y si ve algo que falla en el mundo, debería juntar a un montón de gente y levantar la vista al cielo y decir: ¡Eh!, allí arriba, Dios, yo.... es decir, ¡nosotros vamos a arreglar esto!.

    - Yo creo que cuando rezas -hice mi pequeña contribución- intentas pensar con lucidez, intentando ver qué es lo que falla en el mundo, y quién es el culpable. Por un lado hay sinvergüenzas y leyes tramposas, y gente bien avariciosa, gente que tiene miedo de esto y de lo demás allá. Por otro lado estamos todos los de acá, y seguro que en parte es también culpa nuestra.

    -Diablos, por lo que dices, ¿según tú somos los culpables de que todo el mundo anda subido a los mercancías? -hablaba un viejo joven, que echó la cabeza atrás y se rio solo, mientras se llenaba la boca con pan gomoso.

    -Para ser completamente sincero, amigos, no lo sé. Pero somos responsables, seguro, vaya que sí. Es culpa nuestra si no levantamos la voz y decimos lo que pensamos, o algo...  no lo tengo demasiado claro.

    -Bueno, chicos -un viejo de cabeza cana tomo la palabra cerca de mi-, supongo que andaba ya por los caminos antes de que ninguno de vosotros hubiera nacido -todos allí prestaron atención porque hablaba muy quedo y dejaron de comer-. Está charla sobre lo que está arriba en el cielo, o abajo en el infierno, en realidad, no es ni la mitad de importante que lo que está ocurriendo aquí y ahora, justo delante de nuestros ojos. Las cosas están difíciles. La gente sin blanca. Los críos hambrientos. Enfermos. Todas las cosas. Y la gente tiene que tener más fe en el prójimo,  creer en el otro. Hay una especie de espíritu que esta en todos nosotros. Eso es lo que nos tiene que unir.

    Las cabezas asintieron. Las caras miraban al viejo. No dijo nada más. Hacía años que había perdido los dientes, y le costaba acabarse en su trozo de pan duro"

miércoles, 6 de febrero de 2019

14, 15 DE ENERO DE 1945, DACHAU. GOETHE EN DACHAU, de Nico Rost

14, 15 DE ENERO DE 1945, DACHAU. GOETHE EN DACHAU, de Nico Rost

    "En Nochebuena aún estuvo con nosotros en la Stube 1 para escuchar el cuarteto. Al final, le pidió al violinista que le prestara un instante su instrumento. Todavía veo ante mis ojos cómo sus manos acariciando el violín antes de alzarlo con un gesto solemne hasta el mentón y colocar el arco: tembloroso, bastante anticuado y un poco cómico.

    Luego empezó a tocar el Ave María de Gounod; le puso todo su sentimiento, toda su pena y toda su nostalgia por el hogar.

    Allí estaba, un poco bonachón y un poco pedante, y al tiempo tan conmovedor y emocionante: esquelético y macilento, con su chaqueta de rayas, con unos pantalones demasiado cortos y unos zapatos demasiado grandes y demasiado rotos.

    Cuando terminó, se quedó mirando fijamente con la vista al frente durante un rato, completamente absorto en sus pensamientos; creo que en ese momento se olvidó realmente de nosotros, pero luego agradeció el ruidoso aplauso como auténtico artista habituado a estas situaciones.

    ¿Acaso atisbó en aquel momento que aquella era la última vez que cogería un violín entre sus brazos en toda su vida? Se lo devolvió al húngaro con un gesto en el que estaba todo contenido: melancolía y resignación, agradecimiento y duelo, pero, sobre todo, desesperación...
(...)
    Hace una hora, cuando he ido a visitar a Reinhart, el director de orquesta francés acababa de morir. Desde ayer por la noche estaba inconsciente, solo gemía y respiraba roncamente. El Stubendienst lo ha llevado a la totenkammer y quería sacar el jergon de paja sobre el que había estado tumbado cuando descubrí una carpetita debajo. Sólo tenía una hoja de papel en la que había dibujado el retrato de una mujer mayor. Bajo el dibujo, con una caligrafía tremula, había escrito: 'Con esto he intentado recordar los rasgos amados de mi mujer'. Se lo he enseñado a Reinhart, pero me he marchado enseguida; sentía que los ojos se me llenaban de lágrimas.

    ¿Porque me ha conmovido mucho más este retrato que los cientos de muertos que hoy, de nuevo, están tendidos en la calle frente a la Totenkammer?"




HERMAN MELVILLE. LOS SENDEROS DEL MAR, de María Belmonte

HERMAN MELVILLE. LOS SENDEROS DEL MAR, de María Belmonte

    "Moby Dick... lo que tenía que ser una obra alimenticia que proporcionara mucho dinero al autor se fue transformando en una obra metafísica, en una especie de advertencia sobre la capacidad de la Humanidad de hacer el mal. La crítica lo recibió fríamente y no se llevaron a vender ni los 3000 ejemplares de la edición.  Aunque siguió escribiendo,  Melville nunca conoció el éxito literario y se ganó la vida como inspector de aduanas en Nueva York. Cuando murió a los 72 años, su fiel esposa Lizzy encontró entre sus papeles el manuscrito inacabado de Billy Budd, marinero. En el interior de su manuscrito también halló una pequeña placa que decía: 'MANTENTE FIEL A TUS SUEÑOS DE JUVENTUD'."

martes, 5 de febrero de 2019

VIAJE A PIE V, de Julio Villar

VIAJE A PIE  V, de Julio Villar

Mi cabeza siempre viva,
mi cabeza siempre mía.
Divagando, buscando, trabajando.
Siempre de viaje.
Eso,
siempre de viaje.

EL REGALO DE STALIN. DE VIAJE POR EUROPA DEL ESTE, de Gabriel Garcia Marquez

EL REGALO DE STALIN. DE VIAJE POR EUROPA DEL ESTE, de Gabriel Garcia Marquez

    "En la unidad arquitectónica de Varsovia hay un accidente: el Palacio de la Cultura regalo de la Unión Soviética y copia fiel del ministerio de educación de Moscú. Los polacos -a quienes no se les puede hablar de los rusos porque se desatan en improperios- terminarán por dinamitarlo. Se dice que Stalin lo hizo poner allí sin consultar con la opinión de Polonia, como agradecimiento a los gobernantes que bautizaron con su nombre la plaza más grande de Varsovia. Ahora la plaza se llama Plaza de la Cultura, pero el palacio sigue allí, inquebrantablemente staliniano, con la estrella roja en la cúspide. En ese inmenso mamarracho vacío donde uno se pierde tan fácilmente como en la catedral de San Basilio de Moscú, hay salas de conferencias, teatros, cines, sedes de organizaciones culturales. Los sábados en la noche, en verano, el gobierno instala un sistema de altoparlantes por donde sale un torrente de jazz que la juventud baila hasta la una de la mañana. "Todos nuestros esfuerzos se fueron al diablo" me decía un profesor de historia que participó en la reconstrucción. "El Palacio de la Cultura nos abrió una tronera en la tradición".

    Algunos polacos no creen ni siquiera que sea un regalo. Piensan que fue una obra de los antiguos gobernantes para adular a Stalin. Quienes admiten que fue un regalo encuentran en él otro motivo de resentimiento contra los rusos: cuando se construyó el Palacio de la Cultura los polacos vivian como ratas en los cascarones de los edificios destruidos. No se entiende por qué la Unión Soviética hizo un regalo tan costoso y tan inútil en un momento en que Polonia padecía -como padece aún- la escasez de viviendas. Desde cuando Gomulka llegó a su puesto y el país empezó a disfrutar de la libertad de expresión, se inició un proceso público contra el Palacio de la Cultura y es un proceso que todavía no ha terminado. Hace pocas semanas se le preguntó a Gomulka en una manifestación: "¿Es cierto que el Palacio de la Cultura fue un regalo de la Unión Soviética?". Gomulka prefiere no afrontar ese tema. "Es cierto" respondió y se anticipó a cualquier comentario malicioso:

    –A caballo regalado no se le mira el diente."

lunes, 4 de febrero de 2019

LA LIBERACIÓN DE LOS CAMPOS DE EXTERMINIO. COMBATIENTES EN LA SOMBRA, de Robert Gildea

LA LIBERACIÓN DE LOS CAMPOS DE EXTERMINIO. COMBATIENTES EN LA SOMBRA, de Robert Gildea 

    "Las noticias del horror de los campos llegaron muy pronto. Marie-Hélène Lefaucheux regresó a Alemania para visitar varios campos con la esperanza de sacar de ellos a otros camaradas, igual que había sacado a su marido. El 27 de abril presentó un informe ante la comisión de deportados de la Asamblea Consultiva. Lecompte-Boinet, que estaba entre el auditorio, acompañó la mirada de Marie-Hélène al descubrir Bergen-Belsen:

    En mitad de un gran bosque, en un claro, allí, tras las alambradas, en cobertizos expuestos al viento, está el campo de exterminio, que contiene a sesenta mil deportados raciales. Los únicos que aún se mantienen de pie son los que lograron decidirse a comerse los cadáveres. Madame Lefaucheux comentó que los judíos tendían a comerse el hígado mientras que los demás comían lo que quedaba de la carne.

    La liberación de los campos en abril de 1945 no fue necesariamente motivo de regocijo. Los antiguos internos fueron llevados poco a poco a casa y procesados en el Hôtel Lutetia de París. Las familias acudían a ver si habían aparecido sus seres queridos. Los que regresaron esperaban reunirse con sus familias. Paulette Sliwka había sido deportada a Auschwitz, y cuando finalmente volvió a París el 29 de mayo, su familia no estaba en el punto de bienvenida. Fue caminando hasta casa, en Belleville, donde se encontró a su padre afeitándose y a su madre preparándole la fiambrera para que fuera a trabajar. «Fui mimada y objeto de atención» por parte de la familia y luego por amigos que vinieron corriendo. Roger Trugnan no tuvo tanta suerte. Recordaba haber cantado La Marsellesa cuando se liberó Buchenwald el 19 de abril de 1945. Solo cinco de los treinta y cinco o treinta y seis integrantes de su grupo regresaron. Llegó al Hôtel Lutetia y «esperé hasta las dos de la madrugada. Nadie vino a buscarme. Tuve una especie de premonición acerca de lo que había pasado». 

    Finalmente, se enteró por su tía de la suerte que habían corrido sus padres y su hermana pequeña. En el lado opuesto, Maurice Lubczanski esperó en vano a que reapareciera su familia deportada y se hundió en una depresión: «Después de la insurrección y todo lo sucedido —dijo— sufrí mi primera depresión. Fue una depresión muy profunda, porque no esperaba la liberación de esa forma»"
Regreso de los deportados al Hotel Lutetia

domingo, 3 de febrero de 2019

UN PIÉ EN EL PARAÍSO, de Ron Rash

UN PIÉ EN EL PARAÍSO, de Ron Rash

    "Ahora era un viejo con problemas cardiacos y una granja que algún día se desvanecería como si hubiera sido un sueño; un hombre cuyo hijo mayor se había convertido para él en poco más que un extraño. Miré a través del parabrisas su cara flaca y arrugada como quien observa un objeto que flota en el río a punto de desaparecer en la corriente, pues de repente me di cuenta de que esa podía ser la última vez que lo viese con vida."

sábado, 2 de febrero de 2019

LIBROS VERSUS INTERNET. SABINA EN CARNE VIVA, de J. Sabina y J. M. Flores

LIBROS VERSUS INTERNET. SABINA EN CARNE VIVA, de J. Sabina y J. M. Flores 

    "J. S.: Desde luego, no pienso que cualquier tiempo pasado fuera mejor, pero sí creo, y lo dice todo el mundo, que el siglo  XXI se resume con la frase «el poder está en la información». Como eso es así, yo quiero estar del lado de la información más pensada y con más matices, que son los periódicos y los libros. Es decir, tengo la sensación de que sin Internet y sin teléfono móvil, a pesar de que son muy importantes, no me estoy perdiendo casi nada. Digo casi.
    J. M. F.: Sin embargo, en el ámbito político esa información no siempre, o más bien casi nunca, es real. Es la que quieren darnos y la que les interesa que nos creamos. Hay una manipulación informativa insoportable.
    J. S.: Bueno, sí, desde luego. Pero esa manipulación informativa se está dando claramente en la televisión y en la radio, y por último en la prensa escrita. Sin embargo, creo que los libros se escapan a eso por muchas razones. Principalmente, porque se trata de cosas pensadas, escritas, reescritas y corregidas, y uno sí ha aprendido con los años a saber buscar los libros que quiere leer."

viernes, 1 de febrero de 2019

OCTUBRE, 1934. De Josefina Aldecoa

   OCTUBRE, 1934. De Josefina Aldecoa 

   "Había que atravesar el bosque de hayas, y ésta era la parte de camino que Maruja prefería. 
    Era el otoño, las hojas se enredaban en los pies y daba gusto andar sobre ellas, húmedas y sin embargo crujientes, calientes del sol templado de la mañana y penetradas ya de la humedad de la tierra jugosa. Había que atravesar el bosque, pero no importaba porque era un bosque abierto, sin miedos, y los helechos antiguos que lo llenaban habían perdido en algún momento su misterio, quizás cuando el gran bosque fue talado en su mayor parte y horadado su suelo en busca de carbón.
    El retazo de bosque, prisionero entre Los Valles y la mina, vecino de las praderas del Castillo, conservaba sus hayas, y los helechos eran como un recuerdo del perdido misterio"