LOS INDOMITOS DE LA MONTAÑA, de Dino Buzzatti
"Sí, el hombre tiende inconscientemente a conquistar la quietud. Y precisamente por eso la vista de la montaña, modelo perfecto del estado al que tiende, le proporciona una sensación de complacencia. Pero no sólo eso: surge, además, en él un confuso deseo de adherirse, de adecuarse, de identificarse de alguna manera con tanta inmovilidad, de conquistar, en definitiva. De ahí el alpinismo. El hecho de que las montañas terminen en punta facilita nuestro afán de poseerlas, algo que en el caso del desierto sería imposible, pues todos sus puntos se encuentran aproximadamente a la misma cota y falta, por tanto, algo de lo que tomar posesión.
Para confirmar nuestra interpretación tenemos una circunstancia más: muchas personas, incluso personas de gran inteligencia y sensibilidad, no soportan la montaña. No es que permanezcan indiferentes a ella: es que la aborrecen, les provoca una especie de opresión. Probablemente se trata de personas que, en cierto sentido, son menos ingenuas que nosotros, personas que aceptan más claramente, aún sin ser conscientes, la cruel verdad que esas rocas eternas sobreentienden, y se sienten impulsadas a huir de ellas.
Debemos decir también que la tentación de muerte que encierran esos herméticos perfiles, y la consiguiente necesidad de encontrar apoyo en cualquier cosa que esté por encima de lo humano, ennoblecen sin duda el alpinismo propiamente dicho: privado de tal sentimiento, el alpinismo se mide con el mismo rasero que cualquier otro deporte de riesgo como el motociclismo, la equitación o el salto mortal"
Valle de Susa y Monviso desde Rocciamelone, Alpes Italianos |
Dino Buzzati |