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domingo, 18 de noviembre de 2012

EL PRECIO DEL PARAISO, de Manuel Leguineche



EL PRECIO DEL PARAISO
Leguineche es un periodista que sabe dónde hay una buena historia que contar. La encontró en Antonio Garcia Barón, en su República de Quiquibey, en la selva amazonica boliviana, unido a su mujer indígena y apartado del gobierno, de su Europa y entregado a la sociedad de autogestión que ayudó a crear. Sus siete casetas tan solo. Lo escribió en 1995, no hace tanto. Pero aun estaban los resabios del de Monzón (Huesca), despues de haber conocido la guerra desde los 14 años en la famosa columna de Durruti. Acabó exiliado en Francia, donde también luchó en las filas galas hasta que, ya en la Resistencia, fue prendido por los nazis. De campo en campo de concentración, Franco eliminó su ciudadanía española. Acabó como tantos, en Mathausen, de donde  fue liberado. Volvió a París y de allí saltó en 1951 a Bolivia, a las riveras del río Beni, donde tuvo a sus 4 hijos con Irma.

Leguineche visita a Antonio: no tiene reloj, no lo necesita. La radio tiene 20 años de desgaste. Como gafas utiliza una lupa. La naturaleza penetra en su casa en forma de sapos o tucanes, se cura con las hierbas medicinales que recoge en la selva y guarda en tarros. El gobierno le ha encargado la toma de datos meteorologicos en la selva. Cuando pasa gente por su casa habla con todos desde su trasfondo libertario: los saqueadores de madera, el cambio climatico, elalcoholismo de los indios, etc. Lo dificil que es vivir en la selva.

Divertidas las peleas con el cura de la zona cuando se instaló. Leguineche es solo el intermediario que le deja explayarse a gusto, porque cuenta pormenorizados sus recuerdos en su Monzón natal, en Francia, en la Alemania nazi, recuerdos vivos de sus andanzas por el escenario europeo destrozado que le han convencido aun más de que el estilo de vida que abrazó en America era más honrado y convincente. Nada dejaba atrás. ¿Nada? Tras decadas de separación, Antonio hace un encargo muy especial a Leguineche: "vete a ver a mi amigo, salúdale de mi parte. El te hablara de mi". Habían pasado casi 60 años, y Ramón, su amigo, ciertamente, no lo olvidaba.

Ed Espasa Calpe, col Booket. 1995 y 1997. 316 pgs.

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