Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

viernes, 19 de abril de 2013

VIAJE AL SILENCIO, de Francisco López Seivane

 
Si algo puede caracterizar las grandes estepas, las cordilleras y los caminos perdidos de la Ruta de la Seda, en el corazón polvoriento del continente asiático, es el silencio. Los países, las presuntas democracias exsovieticas que componen el recorrido de este libro, son inmensos dominios tribales todavía  Caparazones que encierran muy poca población y muy pocos medios de vida para gente humilde, además de una pérfida corrupción contra el extranjero. 

    Así que el autor se arma de valor y se planta en medio de esas dificultades. ¿Por qué? Porque la belleza, la soledad y el silencio están allí de una manera particular. Porque las encuentra en las tres madrasas de Samarcanda, en las ruinas de Marguiana, en las murallas de barro de Jiva. Encontrará momentos de profunda emoción en Bujará, transitará por el desierto de Kizilkum buscando una yurta en la llanura o se dará una vuelta por el mercado de Osh olvidado de sí mismo y de sus dificultades. Muchos de estos lugares oscilan entre la impersonal estética soviética y el costumbrismo preservado desde la edad media, incluso dentro de una misma población.

    El autor viene explicándonos a lo largo de las páginas, de forma genérica, las vicisitudes históricas de esta región del mundo. En el desierto de Fergana sabremos de las guerrillas islámicas y del circuito comercial de la heroína que los mantiene. Pero también se dejan caer entre hotel y hotel Gengis Kan, Tamerlan, la Ruta de la Seda o los estropicios de Stalin.

Bujará
    Si hay una cosa que no perdona el autor en los viajes, y es que le tomen el pelo. Cuando algo no le gusta, lo deja muy claro y lo enfrenta si puede. El relato comienza en Turkmenistan, continua en Uzbekistan, Kirguistan y finaliza en Kazajistan. Cada vez que cruza una frontera, le esta esperando un guía previamente contratado. Es frecuente que eche pestes de los hoteles, de ciertas costumbres que se mantienen en estos países  sin agua caliente, micrófonos en el teléfono de su habitación (¡!), suciedad, policías corruptos, guías que no cumplen su cometido, mujeres que se buscan problemas con las autoridades por acompañarle en alguna excursión, etc. Tanto es así que de Turkmenistan se marchó con ganas llamándolo desagradable y opresivo. Uno de los temas que más le terminan por obsesionar es el de los raptos de mujeres para casarse con ellas, o la continuación de la poligamia amparada en el islam. Llegando a un lugar solitario y montañoso, se encuentra a una mujer de 23 años viviendo en un vagón de tren con sus hijos y a la espera de que regrese el marido tras una temporada de trabajo. Es una mujer raptada.
Mercado de Osh

    De los uzbekos resalta la profunda crisis de identidad que arrastran (una mezcla artificial de tribus) y el sistema de control estatal a través de los mahallas. En un encuentro con jóvenes universitarias kirguises conoce las historias de raptos/violaciones y compra/ventas, asi como los paisajes en la cordillera Karakol, la de Tien Shan, y de lagos como el Son Khul y el precioso lago Ysi-Kul. De los kazajos le sorprende el sistema social de clanes y hordas. Es una pena que no se internara más por el Cañón de Charyn, en el Parque Nacional de Altyn-Emel. Hace buenas migas con el cónsul español, que le ayuda a comprender más el lugar entre fiesta y fiesta de flamenco.
    Una de las cosas que más aprecio de este libro es que su lectura fluye casi como una novela, y se hace muy entretenida. Tal vez abarcó un espacio inmenso en muy pocos días como para hacernos realmente una idea de lo que hay en cada país, pero para empezar está bien.

    Francisco Lopez-Seivane tiene un blog de viajes en la revista Ocho Leguas de El Mundo. Allí le podéis seguir. Ademas os dejo un enlace sobre su biografía  Francisco Lopez Seivane en La Casa de la Palabra.

VIAJE AL SILENCIO, de Francisco Lopez Seivane, en Alianza Editorial, año 2004, 325 páginas

lunes, 1 de abril de 2013

ESTRELLAS EN EL ANNAPURNA, de Simone Moro.

    Casi todos los libros de viaje están escritos a base de recuerdos, pero en Estrellas en el Annapurna la memoria lo es todo. Porque es la herramienta de Simone para fijar entre las estrellas del alpinismo, para siempre, a su amigo kazajo Anatoli Bukreev. Simone lo admiraba:

    "El comportamiento altruista en las alturas y en situaciones difíciles es una cosa rara. En algunos casos, la falta de generosidad se convierte en indiferencia pura y ha habido episodios bien conocidos de montañeros que, ante las dificultades, han abandonado a sus compañeros o se han negado a ayudarles por dar prioridad a sus propias ambiciones.
    Este ruso, por el contrario, tenía un corazón tan grande como las montañas que escalaba...".

    En su libro, Simone cuenta lo imprescindible de si mismo. Nos habla de sus inicios en Bergamo, cuando estando asegurado, se tiraba al vacío durante la escalada para perder el miedo a las caídas  Relata sus primeras expediciones en la cara sur del Aconcagua en invierno. En Cerro Torre y el Fitz Roy. En una expedición al Everest lo salvaron de un edema cerebral, y 10 años después sería él quien salvaría la vida a un inglés en el mismo lugar. Son relatos cortos pero muy entretenidos.

    El encuentro con Anatoli se produjo en el Sisha Pagma. Congeniaron tan rápido que Simone fue a visitarlo a su casa en EEUU. Compartían el mismo sentido de la vida y de la montaña. De allí quedaron en verse en el campo base del Everest para hacer la travesía Lhotse Everest. Anatoli vivia de su trabajo como guia, mientras Simone se buscaba también patrocinios. Compartieron permiso con un equipo de rusos, entre los que estaban Babanov, con quien coincidio en la cumbre , y Baskirov, que murió agotado. Anatoli también lo pasó mal, pero volvió con Simone tras la cumbre y sin hacer la travesía porque la meteo se puso imposible. Para los dos era su segunda vez en la cima. Simone era el más tecnico, y Anatoli conocía más esas montañas y era más fuerte.

    Después de echar un rapapolvo a Jon Krakauer por su libro Mal de altura (la tragedia de 1996 en Everest, en la que estuvo Anatoli salvando vidas), Simone plantea como surgió la idea de hacer la invernal del Annapurna por la cara sur: una forma de olvidarse de los aspectos comerciales de las expediciones. Los dos fueron muy escasos de presupuesto.
    Uno de los detalles del relato es que Simone tiene un recuerdo detallado de muchos momentos concretos de su vida. Cuanto se refiere a Anatoli es una sucesión de situaciones en las que él se sintió compenetrado aun cuando discutían. La preparación de material en Katmandu, levantar el campo base, las continuas nevadas que cada dia borran el camino abierto en la nieve. Con ellos estaba Dimitri, un buen escalador que les iba a grabar en video. Olvidaron la via planeada por acercarse al Annapurna Fang y de allí la cresta hasta el Annapurna I buscando la forma más segura de ascender, pero aun asi, a 6300 m, sobrevino el desastre. De los 3, solo Simone Moro salvó la vida milagrosamente, pero parece que por su mente transcurre la cinta de video que recuerda todas esas horas de supervivencia. Una caida de 800 bajo la avalancha lo deja vivo.
    Simone no parece apreciar mucho la prensa por cuanto tiene de sensacionalismo, y evita incluso dar su explicación de otros sucesos anteriores por ello mismo. El es dueño de sus palabras y de su silencio. Esos titulares de "la montaña devoradora de hombres" sabe que son irreales, que no sirven más que para el morbo y el marketing. La montaña no hace nada a los hombres, en todo caso sería al revés. Incluso a esta "Diosa de la Abundancia", que ha sido de la tumba de gente tan querida como Iñaki Ochoa de Olza

    Si el recuerdo perdura en Simone, es porque Anatoli, "Toli", le ayudó a ser mejor persona y mejor escalador.

ESTRELLAS EN EL ANNAPURNA, de Simone Moro, Ediciones Desnivel, 2011, 154 páginas