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martes, 26 de marzo de 2013

A PIE POR NUEVA GUINEA E IRIAN JAYA, de Tim Flannery



    Tim es un biólogo australiano que se encuentra en Irian Jaya, concretamente en las inmediaciones de la mina de cobre de la compañía Freeport, poniendo trampas para capturar mamíferos. Pero también entiende de pájaros y todo bicho viviente de preferencia no acuática. Entrar allí es difícil para cualquiera si no tienes una invitación de un directivo de la empresa. Como muchos sabrán, en esa isla, Nueva Guinea, se encuentran un montón de especies nuevas porque nadie se había adentrado en una ortografía tan difícil  Para Tim es una oportunidad como pocas en la vida, y él es un enamorado de su trabajo. Pero si comprueba las contaminaciones de la empresa, la modificación de la cultura y la vida misma que sufren los dueños legítimos de esa tierra (los nativos), y comprueba como los nativos mueren cuando atraviesan esa región controlada por el gobierno militar de Indonesia, bajo el clima, el hambre y las enfermedades contraídas al contacto con occidentales, si Tim encuentra a punto de morir a dos hermanos desnudos de 13 y 15 años, golpeados por los servicios de seguridad privada que el gobierno impone a la multinacional, si todo esto lo ve Tim Flannery, entonces comprende que ha perdido una oportunidad profesional única. Porque este hombre se dedicó a ayudar a esos niños que esperaban la muerte segura en una cueva. No sería la única vez. Pero, por suerte, no era lo habitual ni mucho menos.


valle de baliem
    Lo bueno de esa historia, una entre el montón que nos cuenta en su libro, es que denota varias características de su autor: nos describe un paraíso de fauna y geología poco conocido pero abrumadoramente interesante. Solo decir que allí esta la cumbre de Oceanía, la Pirámide de Carstenz, junto a uno de los pocos glaciares tropicales que quedan en el mundo. Que salen a la luz nuevas especies de mamíferos y son noticia cada cierto tiempo. Que entre los años 81 y 96 del siglo XX, cuando se desarrollan sus viajes, Tim contempló como los nativos perdían en muchas aldeas remotas sus costumbres ancestrales (como llevar por único vestido una calabaza seca sobre el pene) por otras que no les convenían en absoluto. Otras características del relato de Tim son su sincero afán de conservacionismo, el respeto por los dueños de esa región y esa fauna que él estudia, y su interés humano por la gente que personalmente conoce y le ayuda en cada aldea que atraviesa.

jefe de poblado con su padre momificado
    Por todo ello, considero este libro un relato excepcional, completo y muy moderno para acercarnos a la realidad que cualquier viajero se va a encontrar en cualquier lado de la frontera que parte en dos la isla. En una ciudad grande como Port Moresby, capital de Papua, o en una aldea remota a la que solo se consigue acceso con una avioneta Cessna y una caminata de dos días.


    Los primeros viajes de Tim fueron por Papua. En 1981 estuvo en el monte Alberto Eduardo, un lugar donde conoció al misionero católico Michaellod entre los feroces goilalas. Tim recogió sus experiencias de 30 años entre sus inflexibles opiniones sobre los melanesios. Los goilalas eran gente aparentemente cruel con los animales, pero es que los cocinaban vivos porque en ese clima la carne o los animales muertos no se conservan. El relato de Tim es muy vivo y repleto de situaciones inimaginables, como el que le llevó a subir una serpiente pitón atrapada en un saco de tela dentro de las estrecheces de un Cessna. O la vez que, por no abandonar una cría de cuscus sedoso en la selva, la protegió dentro de su saco mientras dormía y le mordió el pene. En 1984 visita el monte Boobiari, en el territorio de los miyanmins. Con ellos aprende el pigdin y el costo de su contacto con occidentales como él en enfermedades. Es una tribu que tradicionalmente planificaba matanzas, incluso en los años 50, contra otras aldeas para canibalizar los cadáveres y robar a los niños porque pasan una vida de hambre y sufren una gran mortalidad infantil (actualmente no matan pero viven con los mismos problemas). Mientras, Tim recoge canguros arborícolas rarisimos y otros desconocidos.

    Luego llegara el turno del chaman Kaifak y de su colérico hermano Anibep: un enfado del segundo le llevó a matar a su hijastra (raptada como dijimos) para que todos la comieran.

    Otro de los lugares visitados fue Telefomin, un lugar aun más remoto entonces, la tierra de los telefols, lleno de bosques vírgenes aun. Tim reflexiona sobre la llegada de la civilización a los indígenas: estando en pleno estudio de especies, perdido en la selva, uno vino a decirle que había estallado la III Guerra Mundial entre EEUU y la Unión Soviética con ataques nucleares. Tim no tenía medios para volver entonces, y estaban en plena era Reagan, así que vivió semanas de angustia. Lo cierto es que lo que pasó fue la explosión nuclear en Chernobil. Los telefols pensaban que cualquiera podía hacer dinero o un avión. O una guerra.Visita a los wookaismins, que mataron a casi todos los miembros de una especie de murciélagos para comerlos nada más hacerse con una escopeta y 15 cajas de munición. Los murciélagos eran únicos en el mundo y Tim iba a estudiarlos pero llego tarde. Los nativos pensaban que los animales o los arboles nunca se acababan, pero con los medios occidentales lo devastaban todo. Con el tiempo Tim volverá a la cueva de donde salían cada noche y mostrará a los supervivientes al mundo científico.

papua nueva guinea
     En los Montes de las Estrellas, visitados por un occidental por vez primera en 1965, aterriza en Tabutil. Allí hay telarañas tan resistentes que la gente deja latas pegadas en ellas, pega carteles electorales y las utilizan para pescar en el río. Alli viven los wopkaimins, las míticas aves del paraíso,  ranas nunca vistas, y la empresa minera Ok Tedi. Tiene la oportunidad de ver los estragos de otros científicos precedentes en los nativos, tanto que estos premeditaban matarle a él pensando que era igual.

    El trabajo de gente como Tim conlleva familiarizarse con enfermedades tipo malaria y otras más raras y peores. Aceptar que las especies que tiene entre manos tal vez no vuelva a tenerlas más porque, aunque sean tu pasión, desaparecerán para siempre. Tal vez por ello sea tan sensible a los problemas indígenas.

canguro arboricola
    De Irian Jaya, Tim tiene poco bueno que decir de sus funcionarios, gobierno militar y empresas multinacionales. Su descripción aérea de la grieta acuífera de Baliem es impresionante. Lo mismo hace con la cordillera del príncipe Guillermo V y con Kwiyawagi, corazón melanesio del conflicto con los indonesios que acabó en 1997 en guerrilla. Por alli aparecen sitios tan especiales como el abrigo de Billingeek , donde buscan marsupiales. Los encuentran en forma de huesos secos de hace 3000 años y fósiles en cuevas. Las descripciones de Tim sobre el paisaje quitan el aliento.

    Las últimas páginas las dedica a analizar el profundo malestar entre los tres sectores de Irian Jaya: los extranjeros de empresas como Freeport, los inmigrantes indonesios y la población autóctona. Como muestra decir que mientras los indonesios, generalmente musulmanes, odian los cerdos, para los melanesios es una fuente de riqueza muy importante.  De los tres, los melanesios son los que están perdiendo en un sistema de apartheid cultural y genocidio.
la carretera de 120 millones de dolares que conecta con teleferico en Irian jaya

mina en irian jaya




irian jaya
trabajadores de mina
A PIE POR NUEVA GUINEA E IRIAN JAYA (THROWIM WAY LEG: AN ADVENTURE), de Tim Flannery, publicado en Australia en 1998. Primera edición de Ediciones Península  colección Altair Viajes, el año 2001. 323 páginas.

miércoles, 13 de marzo de 2013

TRAS LAS HUELLAS DE NIVES, de Erri de Luca.


    Imaginemos que un escritor y una alpinista profesional están en el campo base de un 8000, y en lugar de soportar el tedio de la espera  dormitando para que mejore el tiempo, leyendo u oliendo a calcetín sudado mientras escuchan sl hornillo derretir la nieve, el primero de ellos quiere conocer qué siente esta mujer de la élite del mundo alpinista cuando escala por encima de sus cabezas. Pongamos que están en el Daulaghiri, y pongamos que él cuenta todo eso en un libro. De eso va este libro. Pero solo básicamente.

    El libro es corto, las divagaciones muchas entre los temas recurrentes en el alpinismo: la alimentación, la relación de pareja con Romano (que es también el alpinista que la acompaña), las sensaciones al subir por encima de 7500 (la barrera que tanto define la falta de oxigeno), la relación con los sherpas, los accidentes, la competitividad entre mujeres que desean ser de las primeras en auparse a los 14 ochomiles, qué hace nada mas regresar de una cima al campo base, etc. La conversación fluye con esos temas diversos hasta el final. Erri de Luca, el escritor, un tipo que ya adelanto muy peculiar, se adueña de la conversación cuando avisa que el primero de la cordada en este libro es él, utilizando el símil montañero. Sin embargo, Erri mezcla en la conversación pasajes del Antiguo Testamento (es un autodidacta con el hebreo y el yiddish y hace sus traducciones y comentarios) para dar sentido a su propia experiencia de escalador, cosa de la que huye Nives. Plantea otras similitudes para explicar los sentimientos que genera la escalada en las Dolomitas, donde vive Erri, un plantel de metáforas que elevan esos sentimientos por las nubes y de los que Nives se baja constantemente a ras de tierra. Para ella las sensaciones más duras son, por ejemplo, las de salir del saco a -30ºC para atacar la cumbre, un auténtico palo para el animo. Hay que decir que su estilo es ultraligero: donde todos ponen 4 campamentos de altura ellos ponen 2 y además lo cargan en sus mochilas tras pasar la noche. Y cuando Erri ya no recibe la réplica de Nives es cuando nos comenta cosas de su vida pasada, cuando se exilia de Italia a Francia o África para trabajar en demoliciones o en una ONG.


Nives en el Manaslu
    Pero, ¿quien es Nives? Una mujer que se dedica a hacer los 14 ochomiles a su estilo, sin perderlo por llegar la primera (cosa que ya han hecho otras entre tanto). Una caída de ella y una enfermedad de su marido las han apartado de este mundillo hasta el año pasado. Forman una cordada de estilo muy puro, admirado por muchos, porque apenas usan a los sherpas más que hasta el campo base. Hasta el año pasado contaba 11 ochomiles. Estuvo subida en el Everest durante la temporada fatal de 1996. Su intento al Kanchenjunga del 2012 fracasó.

   Las páginas, como digo, no plantean ascensiones concretas, ni lleva un hilo conductor de principio a fin. Por eso es un libro de montaña tan particular. En cualquier caso, lo más valioso a mi modo de ver es la experiencia de Nives en algunas de sus montañas. El Lhotse es una de las más nombradas, y aunque fragmentariamente, nos hacemos una idea de lo que supuso. Cuenta cómo Romano salvó la vida de un          coreano que iba muy cansado y pidiendo ayuda en el descenso porque no tenía fuerzas para soltar un mosquetón de una cuerda fija. Algo tan fácil sus compañeros no quisieron hacer, y lo dieron por desaparecido, y sí lo hizo Romano de camino a la cumbre. Suponemos la cara del hombre al reencontrarse con sus compañeros en el campo base. También salen en la conversación la gran temporada de Nives en el Baltoro, donde en 20 días se adjudicó el GI, el GII y el Broad Peak en el 2003.                         .
    Erri de Luca, ¿quién es Erri? Un obrero de la construcción que participó en las revueltas del 68, era miembro del grupo Lotta Continua y le involucraron, según su relato, en la muerte de un policía  Una amnistía le abrió las puertas para el regreso. Hace años leí que su casa se la había hecho él, y solo con los años puedo dejar ese trabajo y vivir de la literatura. Es uno de los escritores más acreditados en Europa en estos momentos, muy aficionado al alpinismo. En España su obra la publica Siruela.

TRAS LAS HUELLAS DE NIVES, de Erri de Luca, Editorial Siruela, 131 páginas. Año 2006.

jueves, 7 de marzo de 2013

UN VIAJE EN DHOW, LA TRIBU QUE CRUCIFICO A JESUCRISTO Y OTROS RELATOS, de Norman Lewis

    En esta última entrega que la editorial Altair nos hace de las crónicas de viaje de Norman Lewis, estamos ante un libro con menos capítulos que los anteriores pero más extensos, memoralísticos, escritos años después de haber sucedido en algunos casos.

    En el primero ya me convence de que sus flirteos con el servicio secreto para su graciosa majestad británica no faltaron ya que son varios sus empleos de los que se nutren después sus historias. Cabe decir que, como espía, Lewis parece de la clase aficionada. Nunca llegó a la clase 007. Pero para visitar Yemen, y recoger información antes de la Segunda Guerra Mundial sobre el único país que no ha caído dentro de la órbita colonialista europea, le buscaron a él, un tipo más discreto. Los italianos , los espías y los comerciantes de armas se paseaban entonces por el muelle de Aden, al sur de la península arábiga. El se interna ilegalmente por Lahej y conoce al bandido más famoso de la región, El Hadrami, y se lo encuentra en camiseta de deporte y falda escocesa. Lewis describe un mundo decimonónico como el que pudo haber encontrado el poeta Rimbaud en su día: por allí todavía no han visto una cámara de fotos, y la fotografía era una pasión de nuestro autor, así que se dedicó a actividades poco útiles para el Foreing Ofice. Lewis destaca el rigor religioso, la austeridad y el silencio del paisaje. En el viaje de muchos días en dhow le acompañan Farango, el verdadero espía  y su reclutador Stevens. La experiencia es dura por las condiciones del barco, pero allí aprende a conocer a los yemeníes y sus supersticiones, al capitán que dirige la oración, al guerrero, al traficante de armas averiadas. Tras una tormenta desembarcan en la isla de Karmaran, un paraíso natural muy duro para habitar, donde nos describe la vida de los recolectores de perlas. Finalmente nunca podrán entrar en el reino prohibido de Yemen donde ni silbar está permitido. Desde cubierta presencian el degollamiento de un hombre en medio de la multitud de Hodeidah, puerto en que se les niega la entrada,como aviso a navegantes indeseados.

   Pero si de algo parece enamorado Lewis es de Sudamérica. A ella vuelve en los siguientes relatos como Supervivientes, donde se nos presenta a los indios huicholes de México de la mano del padre Ernesto y el chaman Ramón Medina Silva. Su arte pictórico es una de sus singularidades; el afán proselitista de la religión que conlleva a su vez un exterminio de una  cultura secular, es la amenaza. Además, durante la visita un asesinato se cruza en su camino. En el capítulo titulado La tribu que crucificó a Jesucristo la insidia de las organizaciones religiosas para captar prosélitos en la selva venezolana alcanza cotas bastantes malévolas, hasta el punto de hacerlos sufrir con la creencia de que sus antepasados fueron los que crucificaron a Jesús para inculcarles un concepto que ellos no tenían en su vocabulario, el de culpa. Las empresas comerciales para el reparto de la Amazonia están detrás (la famosa internacionalización de estos últimos tiempos). Se trata de manejar espiritualmente a los indios para utilizarlos y expulsarlos, si consiguen sobrevivir. Lewis lo resume muy claro para cualquier conflicto: mientras el blanco tiene libertad de culto, a los indios se les niega. El los acompaña a sus aldeas y constata lo difícil que lo tienen para vivir sus creencias entre misioneros. Hasta los garimpeiros eran más tolerantes. En La quema de los árboles, Lewis elabora un informe sobre los usos de las multinacionales como Volkswagen de las concesiones de trozos de selva: tala indiscriminada, agotamiento de tierras, expulsión de indios, aniquilamiento de especies sobre un estrato de tierra que se agota en pocos años y no se vuelve a recuperar. Realmente recuerda a esas especies de extraterrestres que narra la Ciencia Ficción, que van de planeta en planeta chupando los recursos de cada uno en los que se establece para, una vez esquilmado, pasar a otro planeta. Pero todavía, los humanos, debemos conformarnos con este, La Tierra. No hay otro planeta que nos espere, así que no podemos escapar de la Amazonia,  ni de Iraq, ni del Congo o Etiopía, ni de España, Kalmukia o Chechenia.

    En el capítulo dedicado a la URSS, Lewis tiene una suerte loca: lo invitan con todos los gastos pagados a ver lo que le apetezca (lo que le apetezca es siempre aquello que no esta atacado por la peste, es decir prohibido a los extranjeros). Así que hace las maletas y se va con su guía Natasha al que se unirá después Vilanski, dos personajes como la eterna discusión de los rusos entre eslavofilos y occidentalizadores. Puestos a elegir, Lewis pide ir a Samarcanda desde Moscú. Desde slli se interna por uno de los parajes más desconocidos hasta el momento, la ciudad de Tashkent, la estepa de Sholdava y la fiesta de la Princesa Caballo.

    El libro acaba con una entrevista de Albert Padrol al autor en 1998. Recordemos que Lewis murió en 2003 a los 95 años. Si pensamos que nació antes de la Gran Guerra, que padeció sus efectos, se crió en ese tobogán de los felices años 20 y los desastrosos años 30, que vio desmoronarse el colonialismo británico desde entonces, la pérdida de esos valores y la emergencia de otros, desde Mata-Hari a los Beatles, de Glen Miller a los U2, la II Guerra Mundial, el Telón de Acero que parecía no acabar nunca, y su caída... ¡Y estar allí para verlo, para contarlo en primera persona! Hace años leí la autobiografía de un personaje semejante, François Rene de Chateaubriand, que fueron sus Memorias de Ultratumba (altamente recomendables, 2300 páginas). Pensé entonces que la suya era una de las vidas más completas que habían existido: desde el antiguo régimen del reino de Francia hasta 1848. Ante sus ojos pasaron la revolución francesa, Napoleón , la restauración, más revoluciones, incluida la norteamericana, y los países de oriente; la alta política. Pero ahora veo que Lewis es de la misma intensa estirpe. Solo puedo decir de muchas cosas que me hubiera gustado conocer, que él, Lewis, estuvo allí para contármelo a mi. A ti. A todos. Un tipo enclenque pero fiel a si mismo, sacando partido de lo que la vida le ofrecía en cada minuto, dispuesto a hacer lo que mejor sabía y mostrarlo al mundo. Un viajero, un periodista y escritor de gran sensibilidad por la diversidad, por las personas y su entorno, lo que las mueve, con un inusual sentido común. Aquí enlazo con una dirección que espero algún editor contemple: estaría muy bien contar en nuestras bibliotecas con este libro.
    Es la biografía de nuestro hombre.

UN VIAJE EN DHOW, LA TRIBU QUE CRUCIFICO A JESUCRISTO Y OTROS RELATOS, de Norman Lewis, Ed. Altair, colección Clasicos Heterodoxos, 2001 en la version inglesa, 2012 en la española. 167 páginas.