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miércoles, 15 de mayo de 2024

PLEGARIA EL ASEDIO, de Damir Ovcina

PLEGARIA EN EL ASEDIO, de Damir Ovcina



Plegaria en el asedio está concebido como un monumento al asedio de Sarajevo, desde que las milicias serbias empezaron a controlar muchos barrios y el contorno de la ciudad hasta la entrada de las fuerzas de la ONU a través de las IFOR, en febrero de 1996. Mientras, en aquellos años, el autor Damir Ovcina, como otros muchos, se vio atrapado por el asedio y enterándose, como poco, de muchas de las cosas que se detallan de la mano de su protagonista en el libro. Pero es que, además, no es solo una descripción del asedio desde dentro, está contado con mucho detalle desde la mirada de un adolescente bosnio musulmán (de etnia, no de confesion religiosa) que quedo atrapado sin esperarlo de un dia para otro, en lado equivocado, el serbio. Cristianos contra musulmanes. Aunque sea ficción en el libro, estas cosas pasaban. Veamos que cosas.

El relato, como fue la realidad de un conflicto que ya hemos olvidado muy temerariamente, se inicia un dia de abril de 1992. Un chaval de 17 años se va de su barrio en Sarajevo, llamado Drovinja, para ver a una amiga del barrio de Grbavica. No son barrios que separen etnias, ni mucho menos. Eran fruto del progreso dentro del modelo socialista de Tito. Ese día, los bosnios ocuparon Grbavica y el chaval quedó atrapado durante cuatro años. Ahí empieza una aventura nada envidiable. La línea del frente pasaba a pocos bloques de distancia desde el piso vacío que pudo ocupar, propiedad de unos familiares. Era un barrio de serbios, croatas y bosnios en su mayoría, pero unos se fueron viéndolas venir y a muchos otros se los llevaron. Quedaron pocos. De los personajes no se dan nombres, más alla de algun mote como el Búlgaro, un soldado del lado serbio que se dedica a extorsionar, violar y matar a toda esa gente que no es de su cuerda, es decir, que no es serbio ni les apoya. El chaval en seguida es fichado por las nuevas autoridades e ingresa en un grupo de trabajo: son presos que viven en el piso desalojado que pudieron elegir, o en su casa habitual. Forma parte de esa a la que se busca durante el día y se devuelve de noche a su "hogar", cada portal tiene un informante/vigilante. El chico tiene suerte al principio porque le toca un capataz que si valora que sean personas normales, civiles con mala suerte, y les procura seguridad dentro de los trabajos que les mandan: colocar sacos terreros en trincheras, desvalijar pisos, recoger y enterrar muertos fuera de la ciudad. Aquí hay encuentros con diversos tipos de nacionalistas serbios, los fanatizados, los oportunistas, los que preferirían pasar desapercibidos. Pero la seguridad de estos trabajadores forzados no siempre se puede asegurar. Aquí asistimos a la forma en que se mueven las milicas por el barrio, lo descontroladas que están. Es terrible, da miedo. Los choques armados van metiéndose en el barrio de la familia del chaval, donde vive su padre. Cada vez conoce a mas gente que recoge muerta, o que está robando en las casas, o encañonando a la gente. Posteriormente lo cambian de capataz y el trabajo es mucho más peligroso, en la línea de frente. No regresa a casa en dias. Los tiros zumban sobre su cabeza, los pisos de un edificio se comunican mediante boquetes en los tabiques, muchos pisos los desvalijan a petición de mujeres serbias que lo pagan con sexo a sus protectores del ejército serbio. El frente acaba sobrepasando el bloque de pisos de su padre, y entiendo que entre los muertos que recogen, puede estar él, creo que es único momento de emoción del personaje, casi llora. Después vuelve a trabajar con el capataz anterior un breve tiempo, más tranquilo, pero a este se lo llevan a Belgrado por ser demasiado blando. El caso es que escapa y se pasa el resto de la guerra, tras una breve huida, en los diferentes pisos de la comunidad de vecinos donde se refugiaba cada noche, sobre el piso de la novia a la que fue a ver cuando quedó atrapado, y que desde entonces le hace la vida mucho mas llevadera. El autor consigue que salve la vida con varias tretas aunque queda en Grvabica, tomada por los serbios, donde se esconde más de dos años en unos pisos desvalijados y arruinados, vacíos de gente excepto esa chica y su abuela. El guarda del portal con el tiempo desaparece. 

Así pasa el largo tiempo, su mayor parte, hasta que Sarajevo se libera al final del libro.

Empezando el segundo tercio del libro, cuando está metido en la línea del frente todos los días, cerca del barrio del Aeropuerto, el protagonista empieza a levantar cabeza. No porque le vaya mejor, sino porque empieza a tomar conciencia de lo que está pasando a su alrededor y va tomando nota mentalmente de lo que ve y oye: las atrocidades de un sujeto al que llaman el Búlgaro, las historias de desaparecidos y violadas, las de secuestrados por medio de los que los buscan sin demasiada esperanza. Los robos, incautaciones, palizas a cualquier hora, pero siendo la noche el peor momento. Y, lo más llamativo, las excusas que se ponen los serbios para hacer estas cosas contra la población de origen otomano, de cultura musulmana. O los lamento de quienes se han visto atrapados en esta maquinaria del terror, los serbios atemorizados por serbios nacionalistas. Lo escribe y lo esconde en su refugio.

Hay asesinatos hasta el último día antes de la liberación, con las tanquetas de la ONU dando vueltas por el barrio. Al final todo acaba bien para el protagonista, se salva, y la chica que lo ha ayudado a sobrevivir cada noche y muchos dias tambien. Esa historia de adolescentes que la guerra convierte en adultos es muy bonita, ella le enseña ruso, y algunas otras cosas que quedan a la imaginacion del lector. Ese apoyo mutuo no solo humaniza el dia transcurrido, cuando se juntan al atardecer, sino que hace posible la espera de un futuro mejor. Por supuesto, se enamoran.

Pero este es un libro complejo cuya gestación comienzo al poco de acabar la guerra y que se publicó con éxito en 2016. Incluso ya cuenta con una segunda parte, con el mismo personaje 20 años después. No es un libro sencillo de leer. Trata de que sientas, a través del estilo, el miedo, la incertidumbre, las arcadas al descubrir a un muerto entre la basura tirada junto a los contenedores en la esquina de dos portales más allá del tuyo... Es un relato que no busca el tremendismo en las descripciones, pero, a poco que lo pienses, es duro. No hay muertes en directo apenas. Si mucha gente acojonada en sus casas, o implorando saber del destino de su marido o sus hijos a los zafios robagallinas que han ascendido dentro de las milicias serbias. Nunca se ve a un soldado profesional, no digamos a un oficial que se comporte como militar de carrera. La mirada es desde el lado bosnio al serbio que los tiene cautivos. Pero no se dice nada de lo que pasa al otro lado de la línea de combate, donde los bosnios tienen cautivos a los serbios, tampoco se dice que sean mejores. El chaval piensa muchas veces en escapar, pero no se decide nunca, así que no sabemos qué pasa al otro lado del combate. Todo los dias hay rafagas de metralleta, obuses cayendo sobre los tejados y haciendo temblar los edificios, disparos de francotiradores y gente cruzando agachada algunas calles a todo correr. Todo este conjunto de imágenes y sensaciones nos caen, como lectores, fraguadas en frases que transmiten sensaciones, descripciones de desorden, frío, calor, peligro, vacilaciones, miedo, luces y oscuridades de un sótano, pero no ideas acerca de la guerra, el sufrimiento humano, la injusticia, el peso de la historia. Seguramente es lo que escuchaba el chaval al sintonizar la radio serbia, la bosnia, la BBC, la Voz de América, la emisora francesa o la alemana. Del chaval solo sabemos cómo sobrevivir, refugiarse, no perder el control de la situación, como salir de una ejecución inminente, como vengarse de un asesino, como recoger comida, huir de los perseguidores, o ser sumiso y no mirar a los ojos de los locos que van buscando gente a la que asesinar por placer en medio de una ciudad en ruinas, donde se están llevando frigorificos, mesas y hasta lavabos y montandolos en coches cargados hasta los topes hacia una residencia más segura. Donde los coches abandonados se reaprovechan aunque les falten puertas, donde resuena el crujido de las cadenas de un tanque calle arriba y calle abajo. Donde se eleva el humo desde alguna ventana sin marcos. Donde los meses de espera entre cuatro paredes hay que llenarlos con algo (aquí el relato corre mas rapido). Aunque la biblioteca municipal y el colegio sigan funcionando, que hay gente para todo. Con una sintaxis casi telegráfica, abrupta, demostrando mucha tensión, esa con la que hay que vivir para responder inmediatamente a cualquier emergencia. No se dan nombres, no hay un personaje con nombre y apellidos a quien juzgar dentro del realismo total que se despliega ante nosotros. No es difícil adaptarse a este estilo, más cercano al fotografico que al lirismo. El autor pasó estos 20 años de escritura buscando la verosimilitud en sus recuerdos, en los de otros, visitando los lugares, viendo si era posible lo que planteaba hacer con su personaje. Y descubriendo que nadie quería contar nada de lo que sabía, cosas que implicaban a sus vecinos. Todo está muy reciente y cercano, sigue habiendo dinamita bajo los escombros. Muy lejos de moralinas (el chaval mata a 4 personas sin atisbo de remordimientos, hay que estar en su lugar), y alejado de hacernos conmover con los sentimientos de los protagonistas para llevarnos a una historia de buenos y malos, que es lo normal que nos encontramos  con la mayoría de los autores.

En definitiva, se nos muestra un lado inusual de la guerra: no somos nosotros los que somos acompañados al frente. Es el frente quien llama a nuestra puerta, se presenta en nuestra casa, se cuela hasta la cocina, lo pone todo patas arriba literalmente. Algunos miembros de tu familia saltan por la ventana y no los vuelves a ver. Y el tio que ha entrado en lo más íntimo de tu vida para destrozarlo todo es uno que conoces, tu vecino de enfrente, ese que un dia pudo saludarte con la mano desde el semáforo o con el que intercambiaste unas palabras amigables hace cuatro años frente a un partido del Betis en el bar. Y te quedas tan paralizado que pasas mucho tiempo sin hilar las frases como quisieras, estás en un shock permanente, en una ratonera de la que no sabes cómo huir, pero en la que tienes que sobrevivir con lo que tengas más a mano. Casi 4 años. El peculiar estilo contribuye a comprender y sentir la vida enterrada bajo los escombros de la guerra, es parte de la narración. La única pega, tal vez, que algunos días se repiten, tal vez podría haber sintetizado ciertas experiencias muy parecidas en una sola, reducir las 735 páginas del libro. Por lo demás, un hallazgo.

lunes, 13 de mayo de 2024

NOSOTROS MORIMOS SOLOS, de David Howarth

NOSOTROS MORIMOS SOLOS, de David Howarth

Este libro me ha resultado fascinante de principio a fin, porque es una historia de aventuras total. Sucedió en el Ártico, a Jan Baalsrud (el protagonista) le persiguieron los nazis durante meses y cuenta con muchos momentos de esfuerzo heroico entre la gente más olvidada del mundo. Es real, el autor viajó con el protagonista 10 años después  para volver a hacer el mismo trayecto pero sin el aliento de los nazis en la espalda. Y lo mejor de todo, es que esta semana santa estuve por allí mismo, en la misma época del año en que ocurrió todo, y sin saber que podría poner imagenes actuales a una historia memorable.

Al inicio, el 24 de marzo de 1943, se trata de doce hombres enviados por Inglaterra, 8 tripulantes y 4 comandos o espías, de los que solo escapa Jan en la bahía de Toftefjorden, playa de una de las muchas islas que rodean Tromso, región por encima del Circulo Polar Artico, en Noruega. Alli fueron apresados por la cañonera nazi, uno murió en el momento del tiroteo para atraparlos. Después de la refriega, algunos llegaron heridos a Tromso, pero a los tripulantes del barco y a los espías los fusilaron, aunque dos de ellos murieron torturados en el cuartel de la Gestapo de la ciudad. Además, fusilaron a dos marineros locales que iban a ayudar a los espías, y a dos prominentes miembros de la resistencia antinazi en Tromso los deportaron a Alemania de donde nunca regresaron. Pero Jan, uno de los cuatro espías embarcados que tenían por misión recabar información y formar células de resistencia y sabotaje contra la ocupación nazi, se les escapó desde el principio. 

El relato tiene dos tonos anímicos muy diferenciados: la primera parte en que, aun levemente herido, consigue el apoyo de la población y logra escapar a la persecución con un ánimo esperanzado y alegre de verse cada vez más cerca de la frontera sueca. Se ve ganador. Pero en los Alpes de Lyngen pasa una catástrofe para sus posibilidades, algo terrible. Si parecía un milagro que cada vez burlara a los nazis, después parece un milagro que Jan no muera un montón de veces de frío, de hambre, de miedo y de desesperación. Esta es la parte más dura del relato.


El relato de Howarth esta muy trabajado, se nota que ha conocido el terreno y a la gente que interviene. da importancia a detalles que, en medio de la acción, de la tensión y el sufrimiento en aumento, se nos escaparían, como por ejemplo la importancia del uniforme de la marina mercante mientras esquiaba por las carreteras. O las motivaciones de la gente de las granjas para ocultarlo, darle comida, etc. Era una época en se recurría al brandy para quitar el frío...

Hay momentos en los que el peligro no es que pase una patrulla nazi cerca de donde está escondido Jan. Por ejemplo, en todo momento se trataba de que se supiera de la misión de Jan por cuanta menos gente posible, pero es tal el peligro de muerte de Jan que, o lo dejan morir solo o piden ayuda a todo el mundo para curarlo y sacarlo del país como sea. Por eso se vio involucrada un montón de gente en torno al fjordo de Lyngen, donde había muchos acuartelamientos nazis. Ocultar a espías se penaba con la muerte de toda la familia. Aquí empieza un calvario para Jan porque entre Lyngen y la frontera sueca hay un altiplano congelado a varios grados bajo cero todo el dia por donde hay que pasar sin remedio. No vive nadie arriba, ni hay refugio posible. Como lo perseguían en pueblos y carreteras, allí se mantuvo 27 días en total, aunque con visitas de los vecinos a veces diarias a veces tras casi una semana, sobre el altiplano: un ejemplo brutal de supervivencia, atado a un trineo, sin moverse, a veces enterrado por tormentas de nieve. Era la pesadilla del trineo, con Jan a ratos inconsciente. Este libro también puede leerse como un relato de esquiadores nórdicos a la aventura, o de un episodio de guerra. Es un Salvar al soldado Ryan a toda costa, pero con otras preguntas que las que se hacía a Ryan para merecer ser salvado. Aqui Jan parecía que, en el mejor de los casos, sobreviviría sin pies y destrozado psicológicamente, entonces ¿merecía la pena que tanta gente se jugara el pellejo y el de su familia o pueblo por un hombre que no iba a volver a combatir ni a hacer nada? Por peligroso que fuera, tal y como se describe, la otra alternativa de Jan era que muriera de gangrena o apresado por los nazis. Por suerte, tanto esfuerzo y peligro tuvo un premio que nadie hubiera podido adivinar en los peores momentos. Eso lo dejo para los lectores.

El final de la aventura se atisba unas páginas antes, pero el autor, que se nota muy metido en la historia, nos lo desvela como una sorpresa.

Los noruegos locales que delataron el barco que llego a las costas de Tromso, causa de la muerte de 15 personas, un tendero y un funcionario, fueron condenados tras la guerra a 8 y 14 años de prisión respectivamente, más el desprecio de la población de por vida. El autor procura no cargar las tintas sobre delatores, y menos aún sobre quienes cantaron bajo tortura. Fue la forma que los noruegos de la zona tuvieron para rebelarse contra la ocupación nazi.

Un aspecto que no deja indiferente de la narración es como describe a los lapones. Esta claro que el autor exhibe un conocimiento que no es propio, sino de otros, oido de gente común o leído, y al ser tan poco ambiguo, tan categórico, me queda la duda de si es justo o no con ellos. Tiene toda la pinta de emitir juicios extraídos de opiniones consensuadas pero muy poco científicas, así que las pongo en cuarentena hasta que las pueda contrastar.

lunes, 6 de mayo de 2024

LA FELICIDAD DEL LOBO, de Paolo Cognetti

LA FELICIDAD DEL LOBO, de Paolo Cognetti


Si antes habías leído Las ocho montañas, es muy posible que La felicidad del lobo te parezca una segunda parte de aquella historia.  Más íntima, más corta, con Fausto y Silvia de personajes centrales, el uno escritor frustrado en ésos momentos, y algo perdido en otros aspectos. Ella le sirve de amor, de inspiración y también de anclaje a algún proyecto de vida, aunque parece que se queda en una propuesta al final del libro. 

Los dos son un poco náufragos de sus vidas, un poco refugio el uno del otro (y esta novela corta va de refugios), ella no va buscando seguridades, es la más joven de los dos, el sí. El es inseguro, está dando tumbos y eso le crea cierta frustración con la cual desea romper a su edad de alguna forma. Se conocen como cocinero y camarera en un restaurante italiano alpino, frente a la vertiente del Monte Rosa. Por supuesto, se enamoran y comparten vida en los dos años que dura la historia. 

Hay otra antigua pareja, el ex guarda forestal y Babette, una referencia que se contrapone a como podrían acabar Fausto y Silvia de quedarse, ellos también, en la montaña, por no ser sinceros consigo mismo acerca de lo que están buscando en la vida.

El tercer elemento de esta historia es la montaña, ese famoso valle alpino, sus pastos, el refugio Quintino Sella y la ascensión al Castor que es un cuatromil fácil, todo ello algo que conozco porque yo mismo he hecho esa ascensión,  aunque desde el refugio antiguo del que se habla en el relato. Creo que es la parte que más me ha gustado, es verídica y muy satisfactoria. Por supuesto, es la contraposición de Milán, de las autopistas, de la oficina de un notario. Parece que la naturaleza alpina es lo bueno, pero es fácil quedarse embobado con estos paisajes y no aceptar lo que Cognetti señala: la cantidad horas de trabajo de hostelería para conquistar las manadas de esquiadores, alpinistas y otros turistas. O buscarse la vida fuera de temporada turística con la recolección de fruta, o con trabajos con los leñadores. El es el lobo que se hace mayor, que busca la felicidad perdida a cualquier precio, tal y como la vivió antes, aunque ese precio cada vez sea mayor. Creo que es una sensación que vamos compartiendo todos conforme echamos años. Podría acabar como Santoro, solo y con graves problemas de salud. Silvia es otra loba, pero el precio de sus facturas en la vida todavía no ha subido tanto: vive más al día, se lo puede permitir. Ahi esta, para mi, en este cruce de caminos de Fausto y Silvia, el eje del relato.

En general, la historia va de deseos incumplidos y caminos vitales por descubrir, la desconfianza en uno mismo que te hace descarrilar, o el efecto encarrilador del amor. Mi lectura particular de la relación entre estos no tan jóvenes es que él es un "lobo" que ha buscado sus propias cimas, sus logros, para ser feliz, pero que el tiempo, o la vida misma, le está llevando a valorar más la actitud ante el mundo que el de aquí para allá como pollo sin cabeza para ir logrando tantos a su favor. Eso es lo que le propone a Silvia, pero ella es una loba que está a otra cosa. Tiene sus propias cuentas pendientes que saldar, es un poco más hermética en ese sentido, tal vez porque no ha llegado al punto de replantearse cosas. De ahí surgen las dudas de él, de ese tránsito de madurez, de empezar a vivir con menos certezas que antes porque los objetivos son más difusos: tiene que haber algo más en la vida, seguro. Esta es mi interpretación central de este libro. 

Me ha recordado mucho a Las ocho montañas, pero con menos optimismo, con menos duende que aquella otra novela. 

jueves, 2 de mayo de 2024

LAS DOS AMIGAS, de Toni Morrison

LAS DOS AMIGAS, de Toni Morrison



Un pequeño relato de 1983 sobre dos amigas que se conocen en un orfanato, aunque ellas sean las únicas con progenitores vivos. Posteriormente se encontrarán 2 o 3 veces más en la vida, lo que va a ser motivo de equívocos tal y como cada una de ellas piensa que es una antigua amistad. Hay un recuerdo clave del pasado que ambas interpretan de distinta manera con los años, y a eso se suma las diferencias sobre cómo afrontan los temas comunes de su edad. En realidad, cosas que cualquiera de nosotros hemos experimentado con viejas amistades. Algo así como la canción de "20 de abril del 90", de los Celtas Cortos. El problema suele ser la otra, o lo que las define como amigas por separado (si es que al final del relato aun se puede decir que hay amistad). La distinta suerte que corren sabiendo desde el principio, y aquí está la clave, que una es blanca y la otra negra... pero, ¿quién es quién? ¿Se puede separar ambas identidades desde la amistad? ¿Hay identidades diferentes desde el recuerdo? ¿O desde los gustos, o diferentes identidades desde un lenguaje de clase social o el propio de un lugar de existencia? Puedes diferenciar a una amiga de la otra en todo momento, y sabes desde el principio que una es negra y la otra no, pero no sabes de qué color es cada una. Cada lector tiene su pálpito al respecto, pero no la certeza. Y eso, según vemos a las dos mujeres durante los años, dice más de nosotros y nuestros prejuicios que de ellas.

Aquí está el juego que plantea Morrison, el experimento que propone la autora en el que nosotros somos más el sujeto de estudio que las dos amigas. Y en ello profundiza: cuando se enfrentan por un tema del colegio de sus hijos, parece que una quiere privar a otra de un derecho. Podríamos caer en el tópico de que la blanca es la que quita derechos a la negra en esa comunidad y en ese momento. Pero, ¿quién es quién? No está claro, y además el relato no lo pide. Puedes adjudicar un color u otro a cada una y funciona. Otro tanto pasa con la historia de Maggie, el recuerdo clave, la apaleada en el orfanato: ¿nos diferencia el color de la piel o el resentimiento acumulado con los años? Jugar con los posibles colores de las protagonistas, el que primero nos sale, el que acumula posibilidades, arroja más luz sobre nosotros que sobre las dos amigas: de nuestra educación, de nuestra tradición familiar, de lo que leemos, de nuestra ideología, de nuestros amigos (y enemigos). Es dinamita pura eso de señalar el binarismo negro/blanco y todos los prejuicios asociados. O el rico contra el pobre, el atrasado vs. culto, irlandés/inglés, judío/palestino, etc., con todo el efecto deshumanizador que tiene el plantear todo como blanco o negro.

En mi opinión, la intención de este cuento acaba por dinamitar el supremacismo blanco, es decir, la razón de ser de una parte de la historia humana. Incluso eso pasa con la música negra, ¿es negra de verdad? ¿Jimmy Hendrix, el ejemplo planteado en el relato, es música de negros? ¿Y por qué no de blancos? ¿Tenía importancia el color de Hendrix para ser escuchado? Las dos amigas responden a eso. La raza es una condición subjetiva, la experiencia de algo así es de las cosas más propias de uno. Siempre buscamos empatizar de forma natural, no premeditada, con alguien: ¿con cuál de las dos mujeres será en este caso? ¿Y será blanca o negra? Un juego endiablado. Finalmente entra en juego un último binario en torno a la figura de Maggie: los insignificantes/los significados. Un hallazgo, en relación a las dos amigas, genial. Porque resulta que si no es tan importante el color de la piel, si hay algo mes importante que casi siempre pasamos por alto. Ahí lo dejo para los siguientes lectores de Las dos amigas

Efectivamente, uno puede leer el cuento con toda la inocencia del mundo, con algunas lagunas de incomprensión literal y sin haber entendido gran cosa, o cerrar la última página del relato con la sensación de haber salido de una jodida emboscada por parte de Morrison, y llevarse algún que otro coscorrón en la cabeza. Literatura de alto voltaje, de esa que muy poca gente sabe concentrar en 30 o 40 páginas. Fuera paja, fuera artificios argumentales para rellenar libros. Viene con un esplendido estudio del relato que te hace amar la buena literatura, amar a Toni Morrison, y que ofrece un bello y grato ejercicio de cómo leer con intención de descubrir y no solo de pasar el rato. Qué es lo que a mi me ha pasado.

HISTORIA DE LOS ABUELOS QUE NO TUVE, de Ivan Jablonka

HISTORIA DE LOS ABUELOS QUE NO TUVE, de Ivan Jablonka


En 2007 el autor, nacido en Francia, decidió indagar sobre sus ancestros polacos, principalmente sus abuelos, y pronto supo que ahí había material como para un libro. Se vale de recuerdos familiares, de cartas, de archivos públicos y de la memoria de otras personas semejantes para cubrir los huecos históricos en blanco.

Puesto que su familia quedó esparcida por el mundo con la llegada de políticos xenófobos al gobierno polaco antes de la IIGM, su memoria de los abuelos paternos es casi nula. Ante todo se pregunta por la personalidad de su abuelo, primero siendo un comunista frente a la tradición de sus padres y antepasados judíos, ante la comunidad hebrea y sus lazos culturales milenarios. También frente al sionismo de un lado y frente al gobierno polaco de otro. Pero la pregunta más temible es cómo aguantaba su convicción ideológica estricta frente a la represión gubernamental y la siguiente represión estalinista. ¿Fue un fanático más del soviet? ¿O se avergonzaron sus abuelos de las purgas?

La idea de conocer tus propios orígenes es normal, pero si intuyes que detrás hay una gran historia, puede ser apasionante. El autor persigue a sus abuelos y toda su pasión está volcada en descubrir por qué nunca llegó a conocerlos. La investigación lleva a dos lugares distintos en los que permanecieron esta pareja judía comunista y militante: la Polonia natal y el París de preguerra. Al ser gente muy común, y pobre, el autor encuentra lagunas en su historia. Conocer el ambiente en el que se movió este tipo de gente perseguida en su tierra y en Francia, y hacerlo con la vida de gente muy similar, nos sirve para conocer cómo vivían en la primera mitad del siglo XX europeo, y nos hacemos una idea de los datos que faltan de los abuelos. Finalmente, pese a sortear las redadas de las autoridades policiales francesas, caerán detenidos y desaparecerán definitivamente en Auschwitz. 

El autor da multitud de datos. Los viejos se quedan, los jóvenes emigran, lo más cercano a Francia, pero muchos a Argentina o a Palestina. El gobierno polaco busca la manera de echarlos, y de vez en cuando sufren algún progromo del vecindario polaco. 

El caso es que pasan por Francia, donde pese a las ayudas de grupos de izquierdas, el gobierno les niega el permiso de residencia. Aquí vemos las penurias, los encarcelamiento, las expulsiones, la mala vida de los judíos pobres, de los españoles exiliados o de cualquier otro refugiado político escondido de las autoridades francesas. Sin embargo, el autor viene a contradecir con datos y ejemplos los prejuicios que mantuvo la clase militar francesa del momento con respecto al valor de un soldado sirviendo a Francia en la legión extranjera. A pesar de poner en duda su valor y sinceridad, ellos fueron carne de cañón voluntaria y con una apresurada preparación, como su abuelo. 

Siguiendo el modelo de sus progenitores, el autor se pregunta cómo sobrevivieron los niños judíos huérfanos, que redes de asistencia les ayudó, la infancia que vivieron, y cómo superaron la insidia de los delatores. Y por supuesto, la vida de aquellas personas que se la jugaron por ocultarlos en sus casas. 

El libro acaba en Auschwitz, acompañando a cada uno de sus abuelos al crematorio después de evaluar las distintas posibilidades que tuvieron de sobrevivir dentro hasta ser incinerados. Es un final largo, muy emotivo, un homenaje a la humanidad no por ser judíos, sino por ser fundamentalmente buenos y buscar, hasta el sacrificio, un mundo mejor para todos. Incluso para gente como los sionistas, en las antípodas de la ideología de los abuelos de Ivan Jablonka

EL FUTURO ES HISTORIA, de Masha Gessen

EL FUTURO ES HISTORIA, de  Masha Gessen


Un libro con la intención de mostrarnos la evolución de la URSS  a la Rusia actual de la mano de siete rusos concretos y actuales, menos uno que acabó bastante mal. Tienen en común que han vivido la decadencia del estado soviético, el caos de los años 90 y el ascenso y consolidación del poder de Putin. Además, es gente corriente (menos el malogrado), con una genealogía del montón y procedentes de un ambiente cultural que, bien explicado, describe buena parte del país. Seguir la historia de cada una de estas siete personas busca entender cómo se ha llegado al actual estado de cosas en ese país. De eso trata este libro con una perspectiva sociológica.

Una de las líneas en las que profundiza el libro es el ámbito universitario: primaban las ciencias con fines prácticos sobre los teóricos y, aún más, sobre los estudios humanistas. De manera que estos últimos se fueron aprobando en la medida que encajaban en el ideario comunista y servían para manipular a los individuos y a la sociedad para los fines materiales del gobierno. Es lo que pasó con la sociología, aprobada en principio para conocer al Homo Soviéticus y lograr manejarlo para preservar el régimen. "¿Cómo abordar un tema que nunca se ha discutido? ¿Cómo recabar las opiniones de personas que no han tenido derecho a tener opiniones? ¿Cómo sostener conversaciones para las que no existe un lenguaje? Gudkov"

Se habla de científicos, de psicología ( freud , la sociología y el ambiente universitario) cuando aparece la ciudadana Arutyunyan: entra en juego la psicología en la época de Lenin y Stalin, de cómo va adquiriendo interés después, y la influencia de los grandes psicólogos y terapeutas mundiales cuando fueron a Moscú en los 80, y el "shock" ante lo que se encontraron. Un ejemplo, Víctor Frankl. Al hacer encuestas a los ciudadanos soviéticos de los 80 (las primeras), la conclusión fue que "El Homo Sovieticus no estaba adoctrinado. De hecho, el Homo Sovieticus no parecía tener convicciones profundas de ningún tipo. Su mundo interior estaba formado por antinomias, su objetivo era la supervivencia, y su estrategia era la negociación constante; la infinita circulación de juegos del doblepensar"  En cualquier caso, aquí se cuenta el trabajo del sociólogo Yuri Levada (1930-2006), y sus conclusiones, que son muy interesantes. 

Otra línea del libro sigue a un tipo peculiar, el bohemio Diguin, un tipo a la caza de libros prohibidos y lecturas heterodoxas. Un personaje sin mucho oficio ni beneficio que va dando bandazos durante el periodo de Gorbachov dado que por entonces la censura afloja y se permiten grupos ideológicos variopintas, extremistas muchas veces y bastante efímeros. Menos Duguin, un tipo que ha salido en los diarios españoles porque su hijo murió en un atentado durante la actual guerra de Ucrania. No iba dirigido a la chica sino a él. Por qué? Porque es el ideólogo favorito de Putin, el que justifica con ideas muy peculiares todo lo que hace este dictador. La autora nos explica como llego a esas ideas. Y observo como se mimetizan con la ideología de ultraderecha en Europa y EEUU.

Pero hay personajes mas anodinos, como Seriocha, hijo de maestra y madre soltera que trabaja con alumnos de arrabales y vive en lugares de extrema pobreza.

Lo normal es que, a través de gente mas anónima, se llegue a contarnos la vida de gente como Alexander Nikolaievich, un colaborador muy cercano a Gorbachov. Exiliado con un cargo diplomático en Canadá, el presidente de la URSS se lo trajo para implementar la Perestroika y la Glasnost, es decir, luchando contra los dogmas del Partido. Con el se nos cuenta el estado jurídico y de facto en el que se encontraban las distintas repúblicas poco antes de independizarse. El auténtico lío que se le escapó de las manos a Gorbachov, lo retomo Yeltsin para crear otra realidad política paralela a la URSS: la Comunidad de Estados Independientes. Asistimos al derrumbe del imperio soviético. Por tanto, vemos que la autora cuenta muchas cosas pero no de oídas, o recopiladas de medios o agencias de prensa. Ha escuchado a gente apropiada.

A través de Zhana, hija del gobernador Nemtsov conocemos los primeros años de Yeltsin: la hiperinflación, las privatizaciones, la rebelión del congreso bañada en sangre, las estafas piramidales a millones de rusos que entregaron sus ahorros como auténticos pardillos desconocedores del mundo salvaje que se les venía encima.
Se revelan datos de la represión stalinista descubierta por la comisión de rehabilitación durante los años de Gorbachov, hasta que se prohibió desclasificar documentos soviéticos por parte de las instituciones rusas que los heredaron (Putin). Tan desfondada estaba Rusia que al comienzo segundo mandato de Yeltsin, en 1996, se lanzó un proyecto de búsqueda ideológica nueva que cohesionada un país deprimido.

Gudkov y la sociología. A través de él se estudia a los rusos y las implicaciones civiles y emocionales que les supuso el pasado soviético, la ruptura con él y la inseguridad generada con Gorbachov y con Yeltsin. Las consecuencias atribuibles al régimen comunista en la conciencia de muchos individuos fue catastrófica. En general, una población traumatizada. Si en 1989 buscaban su identidad en el futuro abstracto, aborreciendo de su ser soviético, en 1994 ya estaban añorando el pasado. Yeltsin empezó a gobernar al dictado de las encuestas de deseos de la gente y de la popularidad propia. Esta es una parte importante del libro, junto con la lucha de Nemtsov contra los nuevos oligarcas. Hay que tener en cuenta que, para entonces, los reformistas del 89-94 habían sido sustituidos por los sucesores de la nomenclatura, del antiguos comunistas. La llegada de Putin es de lo más paradójico: aunque previsible mirando hacia atrás, no era fácil verlo venir. 
A partir del nuevo milenio ya todo es Putin apoderándose de las instituciones por las malas o por las muy malas. El relato es una enumeración de crisis en las que se embarca Yeltsin, como la de Chechenia, el secuestro del teatro Moscú, o las extorsiones, secuestros y desapariciones de todo aquel que no se pliega a sus planes. Para entonces, la sociedad ha dado un gran giro hacia los valores soviéticos con la nueva lectura que Putin hizo de ellos. 

Un montón de teorías conspiranoicas compiten entre sí por apoderarse de la imaginación de una sociedad vacía, tal como salió de la URSS. Todo por recuperar un pasado glorioso y justificar un destino excepcional para Rusia. Como si Trump les hubiera dicho aquello de "hacer a Rusia otra vez grande" mucho antes que a los norteamericanos. Tal vez Duguin sintiera algo parecido con semejante lío ideológico cuando escribió La revolución conservadora. El caso es que se acabó convirtiendo en el politólogo del nuevo régimen: lees algunos párrafos suyos, y entiendes el sentido de lo que está pasando. 

Putin desmontó lo poco que quedaba de un sistema democrático sobre el papel. El aumento del precio del petróleo dio una calidad de vida nueva a la gente porque se invirtió en ella, a cambio de eliminar protestas, amenazar a otras repúblicas exsovieticas, acabar con la oposición e ir haciendo lo propio con instituciones no gubernamentales. Todo con la música de Duguin: el nacionalismo de corte autoritario, tradicional, violento y xenófobo. 

Liosha, otro protagonista fundamental del libro, representa el ascenso académico de un chico gay, que abre una vía de estudios LGTBI pionera en Rusia, a nivel universitario en Perm, y como va chocando con el mundo académico reaccionario. Tirando de este hilo, he encontrado un argumento del que llevo tiempo sospechando: la inequívoca unión de intereses entre la extrema derecha de USA y URSS en los debates sobre políticas de género, derechos sociales de minorías, la familia vista de la forma más tradicional, el desplome demográfico, etc. Hay una línea directa, con nombres y apellidos, que une a departamentos de sociología, grupos de presión y encuentros internacionales de estos dos "imperios", y a algunos elementos de extrema derecha de otros países como España. Es una parte muy aclaratoria e interesante de este libro. Si a esto se une el tipo de sociedad absolutamente desfondada y sin expectativas que salió a relucir con el hundimiento de la URSS, vacía, sin formación y desconfiada, tienes con Duguin el clavo ardiendo al que agarrarse sin entenderse mucho de nada. Tremendo. 

Con Masha, otra protagonista, veremos también cómo se corta con la libertad de manifestación, las demostraciones de la protesta contra el gobierno, como asciende Navalny, como se acaba con las Pussy Riot, como se ve pederastia en todo, como se usa esa acusación para acabar con cualquiera, como las políticas conservadoras de familia se adueñan del espacio público hasta límites que cuesta creer. Llegamos a los Juegos de Invierno de Sochi, la guerra de Chechenia, el maidan en Kiev y la huida a Rusia de su presidente (un submarino de Putin). Y con ellos se comenzó la invasión de Crimea con soldados sin distintivos pero que todos sabían rusos. Por el camino despiertan muchos discursos de Putin y de Duguin, esclarecedores para interpretar lo que estaba pasando. Las sanciones llegan con la invasión de Crimea, y se amplían. Tanto las sanciones, como la guerra misma, y las crecientes penurias económicas de la situación parece que no influyen en el grado de aceptación de Putin entre la población, siempre alto. Pero es que los pocos miles que salen a la calle para protestar son detenidos. El clima se hace irrespirable. Muchos viven su angustia sin manifestarlo, como en época soviética. Con las paranoias del acoso de EEUU, de los pedofilos, y de los rusos irredentos. Y la falta de respeto hacia la libertad de las personas y de la vida humana. Tengo la sensación de que los rusos nunca dejaron de ser súbditos, nunca ciudadanos. 

Al final está el uso de partidos políticos de extrema derecha occidentales para los planes de desestabilizacion del Kremlin, algo que se va demostrando poco a poco. 

En el contexto de la pérdida de libertades en Rusia, está la introducción de personal nuevo que funcionaba como comisarios políticos en diversas instituciones, el uso de la represión de minorías para unificar la población. Se entiende mejor que Ucrania luchara tanto por liberarse de políticos prorusos. Ucrania es una Rusia alternativa que Putin no se puede permitir. 

El relato va dejando a los rusos protagonistas, conforme este libro se apaga, en destinos diferentes: Nemtsov asesinado cerca del Kremlin, otros amenazados y exiliados, como Kasparov. Un amigo suyo murió con un coche bomba. Alguno envenenado. Algunos en prision, en espera de juicio o con condena firme. En 2017 Navalny perdio un ojo cuando le arrojaron ácido a la cara. Aunque el libro es un poco anterior, este político con gran atractivo para mucha gente murió hace muy pocas semanas (2024). Y a Stalin como el personaje más importante de la historia rusa en las encuestas, justo por delante de Putin y Pushkin.