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miércoles, 4 de noviembre de 2015

LA VUELTA AL MUNDO SIN PRISAS, de Kurt Schmidt

    "Llevamos ya 120.000 millas juntos. Y es precisamente en mi Nicole donde escribo ahora mis recuerdos, aquí en México, en el Pacífico. No tengo un guión, voy escribiendo lo que se me ocurre. Tengo muchos recuerdos. Navegar con mi barco de vela se ha convertido en mi vida, así me he realizado"

    Así podríamos resumir el espíritu de Kurt Schmidt en su libro de aventuras al volante de su cascarón, un alemán de Dusseldorf cosecha de 1931, y con su segundo domicilio en ALtea, Valencia. Porque el primero es su Nicole, un barco modelo Belliure 40 con el que, más que vive, convive.




    "Cuando a eso de las 4 de la madrugada llegaba de Ibiza, me cruzaba con os pesqueros que puntuales salían a faenar. Se levantaban a las 3. A mí me daba tiempo a tomar un café, arrancar el barco y coger un avión de las 7 de la mañana rumbo a Madrid o Barcelona. A las 9:30 ya estaba duchado, vestido de traje oscuro y desayunado en el trabajo. Dos días y dos noches navegando me habían dado la energía y el ánimo para aguantar 5 días de estrés continuo. Pocas personas conocían mi doble vida".

    El libro es muy sencillo: él empezó a anotar en cuadernos, en alemán, desde 1975 hasta el presente de la edición 2011, sus aventuras, ideas e impresiones suscitadas a lo largo de sus singladuras por el Mediterráneo, las dos orillas del Atlántico y la orilla americana del Pacifico.

    "En el Mediterráneo es cierto que quizá no soplan los mejores vientos, pero es una cuenca de navegación variada llena de puertos históricos, mucha cultura y gente entrañable, y al que crea que en el Mediterráneo no hay tormentas le voy a tener que desengañar. A mi me ha tocado lidiar con más de una, para luego llegar a puerto magullado, agotado y con las velas hechas trizas".

   La motivación de Kurt es bien sencilla: vivir como quiere, buscar lo más autentico de su vida, alcanzar la felicidad donde ha descubierto que puede estar y hacerlo con la seguridad de que el plan es bueno y puede conseguirlo, sin miedo. El resultado es la navegación a vela, a veces solo, a veces con otra persona a bordo. En este capitulo de los compañeros a bordo hay dos, y uno es su novia Elena, novata en estas lides, mucho más joven pero con ganas de ser más de lo que ya es.

   "Cada vez que dejaba el barco sentía una gran frustración y me proponía abandonarlo todo para dedicarme exclusivamente a navegar. Por fin lo hice, y en aras de ese deseo he sacrificado mucho: la posibilidad de hacerme rico, la correspondiente jubilación, mi familia,una acogedora residencia cuando sea anciano, mi carrera, poder, admiración, amigos, relaciones más llevaderas, la posibilidad de envejecer tranquila y dignamente, ver con regularidad  a mi hija y a mis queridos nietos. Pero aun así, se que tomé la decisión correcta. En ningún momento he pensado que me equivoqué. No puedo imaginarme una vida más plena o feliz. Si, soy plenamente feliz y quiero seguir navegando mientras pueda izar las velas y subir el ancla con mis manos".

    La narración es sencilla, anecdótica y en orden cronológico. De su personalidad germánica se agradecen muchas cosas positivas: es cosmopolita, está muy seguro de si mismo y de su capacidad de aprender sobre la marcha, es capaz de hacer amigos por todas partes, de echar una mano en medio del desierto oceánico sin que so le impida ver lo que le gusta y lo que no particularmente de las administraciones de ciertos lugares y de los funcionarios de ciertos países. Se agradece que se moje en ciertos aspectos muy concretos sin intentar pasar por la vida marítima impoluto como un almirante: los que peor quedan son los funcionarios que administran las Islas Galápagos (poco menos que piratas con licencia), las autoridades albanesas de la época comunista y ciertos funcionarios de aduanas mexicanos o turcos, así como el mamoneo de la Guardia Civil española con las fiestas ibicencas de los años 70 y 80.




    El libro, traducido por su amigo Julio Feo, es un resumen de esos cuadernos plagados de anécdotas y aventura. El primero es el Cuaderno del Mediterráneo (1975-1995), luego el de Argentina (1996), el que da la vuelta al Cabo de Hornos (1996-97), el del sur de Chile (1998), el de Chile, Galapagos San Francisco (1999), el de la Baja California, Mexico (2000-01) y el del Mar de Cortes hasta poco antes de poner rumbo a la Polinesia (2002).

    "A las dos de la tarde, buscamos nuestro próximo fondeadero. Echar las anclas y amarrarnos a tierra nos lleva casi dos horas, pero una vez hecho estamos seguros y con dos anclas clavadas y dos cabos a tierra, podemos dormir tranquilos y sin preocupación, aunque los willies (fortísimos vientos que se forman entre las montañas de la Patagonia) bajen las laderas sin avisar. Hemos llegado a ver cómo el viento subía a 55 nudos en apenas 10 o 15 segundos. Suficiente para que el barco se estrelle contra una roca si no está firmemente amarrado".

    ¿Quieres encontrar pescadores artesanales viviendo en chozas en el sur de Italia, pícaros aristócratas en fiestas de Ibiza? ¿Quieres enfrentarte al Cabo de Hornos tres veces en un dia? ¿Navegar con los delfines? ¿Navegar entre montañas de agua cerca de Alaska y estar a punto de zozobrar? ¿Qué tal si un buque monstruosamente grande esta apunto de chocar contra tu barquito en un estrecho canal de la costa californiana, sin que el mercante se entere de si te hunde o no? Piensa que te has librado por los pelos, que te has salvado de la muerte en medio de la noche, de la niebla, que has visto el casco de acero del monstruo ir contra ti a escasos metros... Esas son las armas de este estupendo libro de aventuras que hace pasar las horas como un suspiro, y sin más pretensiones que las de un viejo marinero en dique seco: entretener a la concurrencia. Creo que lo consigue. Consigue transmitir la idea de libertad en la navegación, donde tu barco es tu reino, donde están tus amigos de verdad y donde te sientes a ti mismo en todo lo que eres y en todo lo que puedes llegar a ser. En ese aspecto, que las anécdotas no nos nublen esto ultimo, porque en eso Kurt se ha jugado la vida: la que dejo y la que se ha ganado.




    Esta vez no le voy a poner peros al libro, solo decir que me ha asombrado la cantidad de veces que se le gripa el motor, que desaparece el piloto automático de escena, que el radar acaba KO, que el timón hace de las suyas... no es fácil ser marinero, no parece un viaje de placer, aunque resaltan muchos momentos de placer. Así debería ser la vida.

    Una de piratas (cuidado con ciertas autoridades,...):

   1.- "Por el canal 16 me puse en contacto con la Armada italiana. Me respondieron de inmediato. Ya habían estado escuchando mis intentos de contacto por radio con el barco que me perseguía. Me impartieron una orden militar: motor a todo gas en dirección a Italia y cada 3 minutos contacto por radio.
    Con el motor a tope, viré a babor y mis perseguidores a estribor en dirección a Albania. Los amables italianos me explicaron después lo que había ocurrido: la Armada albanesa intenta poner nerviosos a los veleros parque así entren en sus aguas territoriales y una vez allí los fuerzan a ir a puerto y encierran a los patrones en la cárcel.
    Para salir hay que pagar una elevada multa, y una factura por el amarre del barco, del que desaparece todo. Una excursión involuntaria a Albania costaba entre 5000 y 8000 marcos alemanes. Gracias a mi reacción y a la ayuda de los italianos no cai en la trampa de los comunistas albaneses."

   2.- "Cancelé mis cuentas bancarias. Me di de baja en mi domicilio profesional y liquidé todas las obligaciones financieras que uno va acumulando en la vida. De hecho, cuando una persona navega más de 6 meses al año como hago yo, y no tiene residencia fija, no puede estar dado de alta en ningún sitio legalmente...
    Creo que tener más dinero a mi disposición me daría vergüenza. Mi libertad total se vería condicionada porque estaría preocupado por dónde invertir y obtener los mejores dividendos. He liquidado todas mis deudas, también las morales. No le debo nada a nadie, a ningún estado, a ninguna empresa, a ninguna persona, no tengo deudas pendientes. Con un mínimo de organización, puedo hacer lo que quiero. ¡A esta libertad me refiero! independencia total. tener propiedades sería como arrastrar un muerto. Solo quiero reunirme con amigos y nunca más con abogados, notarios, asesores fiscales, directores de banco y gestores. ¡Todo eso terminó!"

    3.-"Las cartas náuticas de Montevideo a Buenos Aires están llenas de marcas de naufragios. Me pregunto qué sentirían aquellos capitanes y tripulaciones con mucha experiencia cuando sus barcos, después de un larguísimo viaje desde Europa, acababan en el barro del Rio de la Plata cerca de Buenos Aires."

    4.-"Nuestro piloto automático hace que el barco se dirija hacia los aullantes cincuenta, llevando el timón como si lo hiciera la mano de un duende dirigiéndose hacia Tierra de Fuego y el cabo de Hornos. Hemos navegado 3000 millas hacia la bahía de Valdés. Desde que salimos de Buenos Aires, no hemos visto ni un solo velero, solamente hemos visto un carguero y dos pesqueros. Dentro de 2 o 3 dias pensamos llegar a la península de Valdés, en cuyas cercanías, cada año entre octubre y noviembre, llegan muchas ballenas para aparearse y dar a luz a sus pequeños. Siempre me ha maravillado ver a estas enormes y amistosas criaturas capaces de navegar sin ningún tipo de equipo electronico".

La vuelta al mundo sin prisas, de Kurt Schmidt, en Editorial Juventud, año 2011, unas 336 paginas con fotos