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lunes, 16 de abril de 2018

VIDAS DE RESISTENTES FRANCESES TRAS LA LIBERACIÓN 2

"El camino recorrido por Madeleine Riffaud fue algo más trágico. No se le había permitido alistarse tras la liberación de París y luego se enteró de que sus camaradas comunistas de la brigada de Fabien habían sido enviados al otro lado del Rin en botes de goma para permitir al mando calibrar de dónde procedía el fuego enemigo, y no regresaron. Ella había escapado del convoy del 15 de agosto y acudía con frecuencia al Hôtel Lutetia para ver si alguna de las mujeres que había emprendido aquel viaje había vuelto, pero ninguna lo había hecho. Su prometido de la Resistencia se estaba muriendo y se había peleado con sus padres: «Quise matarme, porque me sentía sola. No tenía amigos». Como consecuencia del recrudecimiento de la tuberculosis que padecía, acudió al sanatorio de Combloux, donde conoció al joven militante comunista Pierre Daix, que había regresado de Mauthausen. Él la veía como La libertad guiando al pueblo, de Delacroix, y ella lo veía a él como un héroe de la Resistencia, pero «por dentro estaba deshecho y yo también». Juntos tuvieron una criatura, pero a Madeleine le dijeron que había sido infectada por la enfermedad de la que ella era portadora. Se la quitaron y la metieron en una incubadora durante dos años.
Existía, sin embargo, un rayo de esperanza. El 11 de noviembre de 1944, tras una noche de insomnio y «con una terrible depresión», asistió a un desfile de la victoria y luego fue a una cafetería a tomar algo caliente en compañía de un grupo de poetas a los que había conocido través del Partido Comunista: «La persona que me salvó por encima de todo fue Paul Éluard», quien, en efecto, la adoptó y lanzó su carrera. Éluard escribió el prólogo a un volumen de poemas, obsesionados con la muerte, llamado Le Poing fermé, y Picasso le hizo un retrato a pluma para la portada. Conoció a Vercors, que quedó fascinado por ella y ella decidió que hubiera preferido haber escrito El silencio del mar en lugar de haber empuñado una metralleta. Contraatacó a través del periodismo, escribiendo acerca de la huelga de los mineros de 1947. En la cuenca minera descubrió las hazañas y el diario de Charles Debarge, y publicó una edición del mismo en 1951. El punto culminante de su carrera llegó más tarde, como corresponsal de guerra en Vietnam"

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