VENECIA, de Jan Morris
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Jan Morris |
Con los años, el enfoque que traman los libros de viaje sobre un lugar tan inmutable como Venecia sufre transformaciones acordes con la mentalidad de los tiempo. Para Giacomo Casanova, era su campo de juegos amatorios y su descripción de la ciudad es la de un (casi ) trilero de los lances amorosos y las exquisitas relaciones aristocráticas. Tenemos las vacaciones de playa y toalla del señor Aschenbach en el Lido y la morbosa y decadente seducción que nos cuenta Tomas Mann en
La Muerte en Venecia; tenemos las diatribas de los protagonistas shakespirianos de
El Mercader de Venecia, etc. En los últimos años, se publican libros que nos detallan la ciudad de los canales no solo como marco de pasiones de unos personajes, sino que sus piedras has sido asociadas a sus leyendas en un trabajo de documentación que nos hace un poco más viva (como turistas) esta ciudad tan estética.
El libro de Jan Morris,
Venecia, se encuentra a medias de todo ello, y la autora confiesa dos cosas, incluso desde las primeras lineas: el libro es un compendio exhaustivo de impresiones personales viviendo durante largo tiempo en Venecia; la ciudad es un museo, un escaparate de otros tiempos. Lo escribió originalmente en 1960, y la ultima revisión data de 30 años después, y parece ser aplicada a los datos exclusivamente. Por lo demás, la ciudad no se ha movido, y el libro ofrece a través de sus páginas los mismos recorridos por las diferentes islas (Murano, Burano, etc), por los canales y al final también por la parte del Mestre, que es la continental. Morris nos adentra desde el mar Adriático para llegar al Gran Canal, y los vaivenes en el tiempo, las historias del pasado y del presente , no agotan el sentido de los Palacios, las iglesias, las calles, el Arsenal, las puertas de las casas, las fuentes, el sonido de las campanas, el dialecto del Veneto, etc. La autora nos muestra, con su esmerada prosa, por ejemplo, qué imágenes le suscitan los cinco sentidos al deambular por Venecia: olores típicos, voces reconocibles, paisajes particulares, la humedad y el tacto de las paredes por el chapaleo del agua...
"A veces, una capa de nieve cubre la ciudad imprimiéndole cierto aire de capricho fuera de lugar, como vestir a una duquesa de volantes color rosa. A veces, el borde de una bora barre el agua levantando olas feroces por los canales más estrechos y empuja brutalmente las embarcaciones amarradas contra los muros del muelle. Las noches son sepulcrales, llenas de vaho, y los días amanecen amontonadamente grises"
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En 1902 el Campanile cae hecho añicos |
El carácter de los venecianos lo refrenda con su experiencia personal y con algunas historias y leyendas, las propias de una inglesa afincada. También utiliza el de otros muchos ilustres personajes que decidieron pasar su tiempo lejos de sus países de origen en tan seductora ciudad.
A partir de cualquier elemento de la ciudad (el León de San Marcos, las palomas de la plaza, la cárcel,...) las evocaciones a su historia son continuas. Interesantes son las de la Casona de los Siete Muertos, o las historias de algunos palacios que todavía podemos admirar junto al Gran Canal. Como si te apostaras sin prisa en la rivera de un angosto pero concurrido canal, y contemplaras sin prisa el paso de una góndola tras otra, por allí pasan curanderos, los judíos del Guetto, el que fuera Papa Pio X, nazis de la ocupación, las extraordinarias cigalas, el bar Harry's, los gatos del vecindario, etc.
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Escena de Muerte en Venecia |
"Vivir en Venecia es uno de los grandes placeres que puede depararnos el mundo. Sin embargo, aunque a veces he sido indescriptiblemente feliz alli y otras me he quedado aturdida de admiración o ahíta del interés, maravilla o variedad de todo ello, jamás me he sentido en absoluto banal. Las actitudes orientales de los venecianos se contagian. Más de una vez, al ver un alegre grupo de turistas pasar flotando por el Gran Canal, cantando al son de un acordeón, intercambiando chanzas de vacaciones y brindando por las respectivas fortunas con tazas de vino tinto, he considerado mis reacciones meticulosamente y me he sorprendido a mí misma calculando cuánto les devolverían por los cascos"
Hay otros aspectos que Morris no deja de subrayar, como son la importancia histórica de algunas comunidades extranjeras dentro de la ciudad, o el carácter expeditivo del Dux y la plutocracia gobernante a lo largo de los siglos, junto a la decadencia total de los últimos años de independencia como República Serenísima. Dedicadas a los Carnavales, por ejemplo, hay pocas lineas, tal vez porque su recuperación ha sido en los años 70 del pasado siglo, pero se echa de menos más información de la época de Casanova (en realidad, hay pocas referencias a la impronta de Venecia en otras obras literarias muy conocidas)
"Pocos refugios hay tan serenos como un jardín veneciano una mañana veraniega de sol cegador, cuando la fronda de los arboles es tupida y verde, el aire está cargado de madreselva y los trémulos reflejos del agua de los canales se proyectan misteriosamente en los muros. La fachada posterior del palacio que hay enfrente, con su marea de ventanas, bulle de actividad reposada. En el piso superior, un ama de llaves mayor baja la cesta con una cuerda en espera del correo de la mañana. Por una ventana inferior sale la melodía discordante de una criada que canta mientras friega el suelo del cuarto de baño. A la puerta del piso bajo, una niña cose sentada..."
En definitiva, y contando con la salvedad inicial que hace Morris desde el principio, el libro es entretenido, bien escrito y argumentado pero siempre desde un punto de vista subjetivo. Por eso es muy posible que otras personas que conozcan Venecia no hayan tenido la misma percepción de ella, pero siendo meros turistas, será dificil no compartir la mayoría de sensaciones. A mitad de libro sentí la falta de un relato menos ceñido al arte y la historia y más espontaneo, más cercano al hombre de la calle, a las pestes que echan los venecianos del turismo, a lo caro y poco práctico que puede ser la vida allí, al tema de los olores (aunque dos veces he estado y nunca los he sentido), en definitiva un acercamiento a la gente de la calle en estos momentos, sus esperanzas, sus quejas, lo que la mantiene viviendo apretados entre edificios vetustos y canales suntuosos, y tantas otras cosas. Tal vez los venecianos se hayan esforzado en no cambiar la idiosincrasia de la ciudad (esa es una discusión que mantienen los venecianos y a la que Morris alude), pero el progreso y el cambio de mentalidad en las últimas décadas es tan acelerado que bien valía la pena una revisión más profunda del texto. Lo que antes sorprendía al visitante de Venecia, se puede diluir con un simple click de ordenador.
Por lo demás, el libro es multifacético como el mismo objeto de interés, Venecia, y no deja de ser un compendio extraordinario de tan compleja personalidad que entretendrá a la mayoría.
Una muestra de otros libros con Venecia como protagonista.
VENECIA, de Jan Morris, escrito en 1960 con una revision de 1993 en RBA Editores. 395 páginas