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martes, 30 de octubre de 2018

SENCILLEZ. WALDEN, de H- D. Thoreau

SENCILLEZ. WALDEN, de H- D. Thoreau

    "Conforme simplifique su vida, las leyes del universo parecerán menos complicadas y la soledad ya no será soledad, ni la pobreza tal pobreza, ni la debilidad tal debilidad"


GOBIERNOS DEPREDADORES. COMPORTARSE COMO ADULTOS, de Yanis Varoufakis

GOBIERNOS DEPREDADORES. COMPORTARSE COMO ADULTOS, de Yanis Varoufakis

    "...abordamos la gran plaga que estaba a punto de desatarse sobre nuestros ciudadanos más débiles: los aproximadamente 16000 terminales de vídeolotería que la privatizada Compañía Nacional de Loterías OPAP iba a colocar por toda Grecia después de asegurarse los permisos correspondientes. Una población devastada por la pobreza y la pérdida de ingresos, en medio de una gran depresión psicológica y económica, estaba a punto de ser exprimida hasta que no le quedase nada en los bolsillos con la instalación masiva de máquinas tragaperras. Me cuesta imaginar una política más vil respaldada por un país civilizado"

lunes, 29 de octubre de 2018

LA DESNAZIFICACION INSUFICIENTE TRAS LA II GUERRA MUNDIAL. LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS, de Simon Wiesenthal

LA DESNAZIFICACION INSUFICIENTE TRAS LA II GUERRA MUNDIAL. LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS, de Simon Wiesenthal

    "En el Oeste fueron los franceses quienes adoptaron la actitud más dura, no sin razón, ya que ellos habían sufrido la ocupación nazi directamente. Sin embargo, paulatinamente, la dura actitud francesa se suavizó notablemente a medida que antiguos partidarios de Vichy fueron uniéndose a las fuerzas francesas de ocupación en Alemania y Austria, consiguiendo echar tierra a la acción de la justicia.
La política británica con respecto a los criminales nazis no fue ni clara ni coordinada, tuvo aspecto distinto que en Alemania y en Austria y con frecuencia resultó paradójica. Los ingleses muchas veces hacían la vista gorda con respecto a importantes nazis que se escondían en sus zonas; pero entregaban nazis con expediente criminal a los soviets o, por ejemplo, a los yugoslavos cuando había pruebas de que tales nazis habían cometido crímenes en la URSS o en Yugoslavia. Los ingleses andaban escasos de investigadores expertos, y como resultado, la desnazificación se llevaba a cabo con muy poca eficacia. Los ingleses tenían sus propios problemas en Palestina y en sus colonias y bastante menos interés que los americanos en poner en claro el embrollo nazi.

    Los americanos, de acuerdo con su temperamento nacional, fueron de extremo a extremo. Primero crearon la política de «arresto automático». Todos los SS miembros de la Gestapo, los miembros destacados del Partido Nazi, simpatizantes y colaboradores, fueron cazados y llevados a campos de detención donde se les suministró comida abundante, cuidados médicos y cigarrillos. Se les informó asimismo que tenían que aguardar a que los investigadores les interrogaran y separaran las ovejas de las cabras, los criminales de los simples secuaces. En los campos de detención fueron dispuestas diferentes unidades para los SS y los nazis menos responsables, para los altos oficiales de la Wehrmacht, para los colaboracionistas no alemanes (húngaros, eslovacos, croatas). Me pasé muchos ratos en esos campos investigando por cuenta de la Comisión de Crímenes de Guerra, la OSS y la CIC y sé muy bien qué trato recibían los internados. Durante mucho tiempo, los internados en aquellos campos tuvieron más comida que la población civil.

    Tuve también ocasión de observar los sutiles medios que los detenidos empleaban para «trabajarse» a los americanos. Los que se decían «expertos en cuestiones soviéticas», aquellos que habían estado en la Unión Soviética, comenzaron a envolver a los investigadores americanos en discusiones políticas. A algunos de ellos les pidieron incluso que escribieran informes destinados a importantes agentes de la inteligencia americana. Yo conocí a oficiales americanos que escribieron, a su vez, prolijos informes basados en tales fuentes, sin preocuparse de hacer comprobaciones. En 1946 y en 1947, los americanos pusieron en libertad a muchos criminales de guerra que fueron posteriormente arrestados de nuevo por la policía alemana y austríaca. Numerosos oficiales de la policía local habían sido víctimas del régimen nazi. Algunos estuvieron en campos de concentración y, por lo tanto, sabían de los nazis más que los americanos, separados de ellos por infranqueables barreras de lengua y mentalidad.

    Mientras los americanos que habían ganado la guerra en Europa dirigieron la desnazificación ésta se llevó a cabo con justicia y eficacia. Pero esos hombres se reintegraron definitivamente a sus hogares y fueron reemplazados por otros que habían pasado la guerra en los Estados Unidos o en el Lejano Oriente. No entendían nada del problema nazi, que para ellos parecía formar ya parte de la historia. En su mayoría no hacían el menor esfuerzo por hablar alemán y se valían de muchachas alemanas y austríacas como intérpretes. Con frecuencia fueron víctimas de la mejor arma secreta nazi: Las Frauleins. Un joven americano se sentía, naturalmente, más atraído por una bonita y complaciente muchacha que por uno de «esos de la SS», a los que todos deseaban olvidar como se desea olvidar una pesadilla. Esos americanos pensaban que nosotros, los que teníamos interés en ver la justicia cumplida, no éramos más que unos alarmistas, vengativos de «ojo por ojo», que no podíamos dejar de contemplar el mundo más que a través de una alambrada. Un capitán americano que tenía un importante puesto en la tarea de reeducación alemana, me dijo una vez:

    —Siempre habrá personas con un punto de vista distinto. En mi país tenemos demócratas y republicanos. Aquí vosotros tenéis nazis y antinazis. Eso es lo que hace que el mundo no se pare. Intenta no preocuparte demasiado por ello."

LA TORMENTA DEL TÁMESIS. A LA DERIVA, de Penelope Fitzgerald

LA TORMENTA DEL TÁMESIS. A LA DERIVA, de Penelope Fitzgerald 

    "Las tormentas siempre resultan extrañas en las grandes ciudades, donde hay tantas cosas inamovibles. El revoloteo de hojas y papeles frente a los altos y rígidos edificios cobraba una cualidad siniestra, como si intentaran escapar justo a tiempo. Pero empezaron a volar también objetos más grandes: cajas de cartón, ramas y azulejos. Las bicicletas apoyadas en las fachadas cayeron al suelo. Se oía ruido de cristales rotos, que se sumaba luego a los misiles que el viento lanzaba sobre el erosionado pavimento. El muelle, impecablemente barrido, estaba desierto. La gente que salía del metro se inclinaba de un modo extraño para contrarrestar el empuje del vendaval y se perdía corriendo por las calles interiores. Las gaviotas se esforzaban por mantener el vuelo sobre el río, con la esperanza de que la turbulencia les ofreciese algún hallazgo, pero luego, derrotadas y maltrechas, gritaban y corrían en busca de refugio. Las ratas del muelle se comportaban de un modo extraño; se arrastraban hasta el extremo de los tablones e intentaban alcanzar los barcos desde tierra firme. 

    Nadie en el río podía pensar que aquélla sería una noche normal. Los patrones de los remolcadores, que hasta ese momento parecían ignorar la presencia de los barcos amarrados, llamaban a voces o daban la señal de alerta: cinco rápidos fogonazos seguidos. Antes de que bajase la marea, la lancha de la policía recorrió el río, deteniéndose en cada uno de los barcos para advertirles del peligro. —¿Disculpe, señor, ha comprobado el ancla recientemente?"

domingo, 28 de octubre de 2018

PRIMAVERA DE PRAGA: ACTITUD ANTE LA OCUPACION, de Vaclav Havel

PRIMAVERA DE PRAGA: ACTITUD ANTE LA OCUPACIÓN, de Vaclav Havel

"...el 26 de agosto apareció en Liberec un detallado manual sobre cómo comportarse ante la ocupación y los ocupantes. Puede que llevara la firma conjunta del Gobierno regional y del comité regional del Partido Comunista de Bohemia del Norte, pero su lenguaje era inconfundiblemente el de Havel: 'Afronte la presencia de las tropas extranjeras igual que afrontaría, por ejemplo, un desastre natural: no negocie con ellas -igual que usted no negociaría con una lluvia torrencial-, sino que actúe al respecto y huya de ellas de la misma forma que lo haría con la lluvia: utilice su ingenio, su inteligencia y su imaginación. Al parecer el enemigo es tan impotente frente a este tipo de armas como lo es la lluvia frente a un paraguas. Utilice contra el enemigo cualquier método que él no se espere: no le manifieste ningún tipo de comprensión, ridiculicele y muéstrele lo absurdo de esta situación. (...) Si en un determinado momento usted decide que es mejor actuar como Hus, actúe como Hus, pero si, por otra parte, usted decide que es más eficaz comportarse como Sveik, compórtese como Sveik"

RETRATO DE UNA DE LAS MEJORES POETAS RUSAS DEL SIGLO XX. UN ESPÍRITU PRISIONERO, de Marina Tsvietáieva

RETRATO DE UNA DE LAS MEJORES POETAS RUSAS DEL SIGLO XX. UN ESPÍRITU PRISIONERO, de Marina Tsvetáieva  

    "El crítico y amigo de Marina Mark Slonim escribía en sus memorias: «En el París de la emigración resultó claramente fuera de lugar. En el mejor de los casos, se la toleraba en los periódicos y revistas, donde podía publicar algo, y sus colaboraciones a menudo se producían en unas condiciones que a ella le parecían ofensivas. No llegó a ocupar ningún lugar en la “sociedad” emigrada, con sus salones, literarios y políticos, donde todos se conocían […] Era un bicho raro, alguien ajeno, expulsada del grupo, alejada de las relaciones personales y familiares, y destacaba poderosamente, con su rostro, sus palabras, y su vestido gastado, y su imborrable sello de pobreza…».
¿Podríamos tener la misma sensación sobre el mejor escritor del momento?

sábado, 27 de octubre de 2018

CAMINAR POR EL BOSQUE. CAMINAR, de H. D. Thoreau

CAMINAR POR EL BOSQUE. CAMINAR, de H. D. Thoreau

    "Me alarma comprobar que a veces soy capaz de caminar una milla por un bosque sin que mi espíritu llegue a pisarlo. Me gustaría ser capaz de olvidar todas las ocupaciones de la mañana y mis obligaciones con la sociedad durante mi caminata de la tarde. Pero a veces no me resulta sencillo sacudirme la ciudad. Alguna idea de trabajo me da vueltas en la cabeza y de repente dejo de estar donde está mi cuerpo, me hallo lejos de mis sentidos. En efecto, durante mis caminatas me gustaría ser capaz de regresar plenamente a mis sentidos. ¿De qué sirve venir a los bosques si me dedico a pensar en cosas que nada tienen que ver con ellos?"

viernes, 26 de octubre de 2018

DIARIOS, 20 DE ENERO DE 1852, de H. D. Thoreau

DIARIOS, 20 DE ENERO DE 1852, de H. D. Thoreau

"Ver salir o ponerse el sol cada dia deberia mantenernos cuerdos para siempre, al ponernos en relacion, por nuestra buena salud mental y fisica, con un hecho universal"

LA GUERRA DE AFGANISTÁN. LOS MUCHACHOS DE ZINC, de Svetlana Alexievich

LA GUERRA DE AFGANISTÁN. LOS MUCHACHOS DE ZINC, de Svetlana Alexievich

    «La muerte es horrible, pero hay cosas peores… Jamás diga delante de mí que somos unas víctimas, que fue un error. No lo diga en mi presencia. No le doy permiso.
    »Combatíamos bien, valientemente. ¿Por qué nos tratáis ahora de este modo? Yo besaba la bandera como se besa a una mujer. Temblando. Así es como nos habían educado: si besas la bandera, eso es sagrado. Amábamos a la Patria, en ella depositamos nuestra confianza. Vale, vale, vale… [Nervioso, tamborilea con los dedos]. Yo aún estoy allí… En la calle el tubo de escape de un coche da un “petardazo” y siento un miedo cerval. Se oye el estallido del cristal que se rompe… y al instante cualquier pensamiento desaparece, en mi mente solo existe el vacío del estallido… El sonido de una llamada de teléfono me recuerda a disparos… No estoy dispuesto a borrar todo esto, no logro pasar por encima de mis noches sin dormir. De mis sufrimientos. No soy capaz de olvidar el escalofrío mientras el termómetro marcaba cincuenta grados…
    »… Íbamos en camiones y cantábamos a todo pulmón. Llamábamos a todas las chicas que veíamos, las provocábamos, desde la altura del camión todas nos parecían guapas. Estábamos llenos de alegría. Algunos eran unos cobardes.
»—Me negaré a ir… Es mejor la cárcel que la guerra.
»—¡A por él!
    »Les pegábamos. Nos mofábamos de ellos, y algunos se atrevían a fugars
    »Al primer muerto lo extraje por la escotilla. Dijo: “Quiero vivir…”, y se murió. Vale, vale, vale… Después del combate se te hace insoportable contemplar la belleza. Observar las montañas, el desfiladero de color lila escondido en la niebla… Ver un pájaro de plumaje colorido… ¡Sientes ganas de acribillarlo todo a balazos! Disparo… ¡Disparo al aire! O bien te vuelves sosegado, tierno. Un chico al que yo conocía se moría lentamente. Estaba tumbado e, igual que un niño que acaba de aprender a hablar, iba nombrando y repitiendo los nombres de las cosas que pasaban por delante de sus ojos: “Montañas… Árbol… Pájaro… Cielo…”. Así hasta el final…
  »Un joven sarandoy, son como policías allí:
  »—Me moriré, Alá me llevará al cielo. ¿Tú dónde irás?
  »¡¿Adónde iré yo?!
  »Estuve en el hospital. Mi padre vino a verme a Taskent.
  »—Has estado herido, tienes derecho de quedarte en la Unión Soviética.
  »—¿Cómo voy a quedarme si mis amigos están allí?
  »Él es comunista pero iba a la iglesia, encendía velas.
  »—¿Por qué lo haces, padre?
  »—Tengo que depositar mi fe en algo. ¿A quién le ruego si no, para que vuelvas?
  »Tuve un compañero en el hospital. Su madre vino a visitarlo. Vino de Dusambé, trajo fruta y brandy.
  »—Quiero que mi hijo vuelva a casa. ¿A quién se lo debo solicitar?
  »—Venga, madre, ¿qué te parece si brindamos con tu brandy a nuestra salud?
  »Acabamos con su brandy. Una caja entera. El último día nos enteramos de que a uno de nuestra habitación le habían diagnosticado una úlcera estomacal. ¡Canalla! Borramos su rostro de nuestras memorias.
  »Para mí o es negro o es blanco. El gris no existe. Los tonos no existen.
  »No nos cabía en la cabeza que hubiera lugares donde llovía días enteros. Que nuestros mosquitos rusos, los de Arcángel, seguían zumbando por encima del río. Para nosotros solo existían las montañas, calcinadas y rugosas… La arena punzante… Vale, vale, vale… Encima de ella, como en una sábana enorme, yacían nuestros soldados bañados en sangre… Les habían cortado los genitales a todos… Y la nota: “Vuestras mujeres nunca parirán hijos vuestros…”.
  »¡¿Y dice usted que lo olvide?!
  »Regresamos. Algunos con magnetófonos japoneses, algunos chasqueando llamativos mecheros, otros con el uniforme desgastado y el maletín vacío.
  »Combatíamos bien, valientemente. Nos condecoraron con órdenes… Dicen que a nosotros, a los “afganos”, se nos reconoce sin necesidad de ver nuestras condecoraciones, se nos reconoce por la mirada:
»—Chico, ¿eres de Afgán?
  »Me lo dicen mientras camino por la calle, vestido con un abrigo soviético y unos zapatos soviéticos…».

  Soldado, transmisiones

jueves, 25 de octubre de 2018

DIARIOS, 26 DE JULIO DE 1852, de H. D. Thoreau

DIARIOS, 26 DE JULIO DE 1852, de H. D. Thoreau

     "Debido a mi intimidad con la naturaleza, me encuentro retirado del hombre. Mi interés por la luna y el sol, por la mañana y la noche me empuja a la soledad"

LOS SABUESOS DE LA RDA VUELVEN. STASILAND, de Anna Funder

LOS SABUESOS DE LA RDA VUELVEN. STASILAND, de Anna Funder

    "Miriam está trabajando en una emisora de radio pública. Hace poco le ofrecieron hacer un programa sobre fiestas Ostalgie, donde si enseñas tu documento de identidad de la RDA pasas gratis, donde todos se llaman unos a otros «camarada» y donde la cerveza solo cuesta un marco y medio. —Cosas como esas están alimentando una nostalgia absurda por la RDA —me explica—, como si hubiese sido un inofensivo estado de bienestar que miraba por las necesidades de la gente. Además, la mayoría de los que van a esas fiestas son demasiado jóvenes como para recordar la RDA . Solo buscan algo que añorar. Algunos de los hombres que dirigen la emisora de radio trabajaron como confidentes de la Stasi; uno de ellos fue incluso funcionario de la Compañía. A mí me resulta chocante, pero Miriam se encoge de hombros: 
    —Los viejos cuadros vuelven al poder —me dice. Sabe que uno de ellos le pasaba a la Stasi cartas de oyentes con quejas y comentarios, y él sabe que ella lo sabe—. No es capaz de mirarme a la cara —me dice. 
    Cuando ella se negó a hacer el programa sobre la Ostalgie, le dijo: «¿Sabes cuál es tu problema? Tu problema es que no te identificas con la cultura de la emisora». Miriam pone los ojos en blanco ante lo ridículo de un ex agente reciclando las amenazas de la Stasi, cambiando solamente «nación» por «emisora». Al final, el programa lo hizo otra persona y se emitió, alimentando así la escalofriante nostalgia que asume aquí el papel del sentimiento de pertenencia."

miércoles, 24 de octubre de 2018

LOS HERIDOS ABANDONADOS. LA BATALLA DE VERDUN, de Georges Blond

LOS HERIDOS ABANDONADOS. LA BATALLA DE VERDUN, de Georges Blond

    "¡Era tan frecuente que un herido agonizase en un embudo de granada, a 10 pasos de otro embudo donde se acurrucaban compañeros suyos que no podían prestarle auxilio, pues las ametralladoras disparaban sobre cuanto se movía! El herido los oía y les llamaba,  pidiéndoles que fueran a darle de beber; a veces, pidiendo que fueran a rematarle, a acabar con él. El herido suplicaba durante horas y horas, llamando a aquellos hombres uno tras otro, a cada uno por su nombre, pues los había oído hablar entre sí. Los otros acababan por taparse los oídos, deseando con todas sus fuerzas que aquel tipo la palmase de una vez.

    Otros heridos, con las piernas deshechas, a algunos pasos unos de otros, clamaban durante horas y horas, interrumpiendo sus gritos para sostener entre si, día y noche conversaciones de pesadilla. Los había ciegos que repetían durante horas y más horas que estaban ciegos. Otros, que se habían vuelto locos, corrían o se arrastraban completamente desnudos. '¡Agua!', era el grito más frecuente. Pero los soldados que pasaban con su cantimplora llena seguían adelante sin querer escucharles. Luego, al verse desatendidos, gritaban: '¡Partida de cerdos, criminales, asesinos!'. Sin embargo, no se podía culpar a los que se negaban a darles de beber, pues sabían que, quizá, no tardasen mucho en ser ellos también heridos y en sufrir el tormento de la sed. Pero, aunque no resultaran heridos, también sabían que muchas veces tardaban dos o tres días en poder llenar de nuevo su cantimplora. En el campo de batalla la sed era hermana de la muerte."

LIBROS. MUSKETAQUID, de H. D. Thoreau

LIBROS. MUSKETAQUID, de H. D. Thoreau

      "Libros que no nos ofrecen un pequeño disfrute, sino donde cada reflexión es de una audacia inaudita, libros que un hombre ocioso no leería, que no entretendrían al tímido, libros que incluso nos harían peligrosos para las instituciones existentes: a esos llamo yo buenos libros"

martes, 23 de octubre de 2018

CARACTER. SIR WALTER RALEIGH, de H. D. Thoreau

CARACTER. SIR WALTER RALEIGH, de H. D. Thoreau

    "Un hombre no ha de medirse únicamente por la virtud de las acciones que describe ni por la sabiduría de los pensamientos que expresa, sino por el ser libre que es, y que se percibe que es, en todas las circunstancias"

SOLDADOS BRUTALES. UN RUMOR DE GUERRA, de Philip Caputo

SOLDADOS BRUTALES. UN RUMOR DE GUERRA, de Philip Caputo

    "Observé a los hombres de la compañía, sus rostros, a la par viejos y jóvenes, sus botas agrietadas y embarradas, y sentí que otro cambio los había afectado desde el mes de marzo. Un grupo íntimo desde el principio, la compañía C había estrechado más sus lazos, si cabe, en Vietnam, y de manera diferente. Su anterior camaradería poseía una cualidad adolescente similar al exclusivismo de un equipo de fútbol o de una fraternidad. La emoción que mostraban aquella noche era de tipo más serio porque Vietnam había entretejido nuevas hebras más resistentes en los lazos que los habían unido antes del aterrizaje en Danang, hebras entretejidas por la común aventura de estar juntos bajo el fuego y por la culpa de haber derramado sangre juntos, por los peligros y las penurias compartidas. Al mismo tiempo, sabía que yo era menos ingenuo en la forma de observar a los hombres del batallón. Ahora sabía que mis primeras impresiones no se basaban en la realidad sino en un consumo juvenil de películas de guerra y novelas melodramáticas. Los había considerado como versiones contemporáneas de Willie y Joe, tipos duros que en el fondo eran decentes y buenos. Ahora comprendía que algunos de ellos no eran tan decentes ni tan buenos. Muchos abrigaban celos, enconos y prejuicios. Y la arrogancia templaba su arraigado idealismo norteamericano («un marine vale por diez de estos vietcongs»).

    No se trataba de que yo me hubiera convertido en su juez: como no era ejemplar, no estaba en condiciones de juzgar. Pero había llegado a reconocerlos como hombres comunes y corrientes que a veces tenían actitudes extraordinarias en la tensión del combate, actos de arrojo y también de crueldad.

  
    El sargento Colby sustentaba un punto de vista distinto. Una noche le comenté que no podía comprender qué le había ocurrido a Hanson.


    —Cuando estuve en Corea —contestó Colby—, vi a hombres que practicaban puntería disparando contra granjeros coreanos. Antes de abandonar esto, señor, aprenderá que una de las cosas más brutales del mundo es su muchacho norteamericano típico de diecinueve años."

lunes, 22 de octubre de 2018

UNA TUMBA PARA LOS ARANDEL, de Philip Larkin

UNA TUMBA PARA LOS ARANDEL, de Philip Larkin

"El tiempo los ha convertido en algo
falso. Esa fidelidad en piedra
que nunca pretendieron ha resultado
su blasón final, y demostrado
que nuestro casi instinto es casi cierto:
lo que sobrevivirá de nosotros es el amor"

HISTORIAS DE ESPÍAS DE LA RDA. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf

HISTORIAS DE ESPÍAS DE LA RDA. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf 

    "...Durante la década de los cincuenta pudimos reclutar mucho personal en el seno de las familias aristocráticas de Alemania Occidental. Algunos creían que debían expiar su culpa de clase; la clase que no había impedido el ascenso de Hitler al poder. Otros comprobaban que no se les había reservado ningún papel, y que en la nueva República Federal incluso se les prohibía usar sus títulos. A muchos los había distanciado la posición antinacionalista y pronorteamericana del canciller Adenauer. Aún experimentaban el firme deseo de participar en los asuntos del Estado, y muchos concebían su propia cooperación como una suerte de actividad diplomática secreta. Jamás conocí a ninguno que se viera a sí mismo como un traidor. 
    De todos modos, algunos fueron traicionados por Max Heim, el jefe de la sección responsable del trabajo contra el gobernante Partido Demócrata Cristiano de Alemania Occidental, una división del Departamento 2. Desertó unos dos años antes de la construcción del Muro, reveló el estado de nuestro conocimiento acerca de los partidos gobernantes de Bonn, y después llevó a la contrainteligencia alemana occidental hasta varios de nuestros agentes. Entre ellos estaba Wolfram von Hanstein, que había utilizado su destacado cargo público en el Oeste para crear diferentes y útiles contactos. Su padre y su abuelo eran renombrados académicos y autores, y Hanstein deseaba continuar la tradición de caballeros eruditos que caracterizaba a su familia. Antes de la guerra se ganaba la vida, y se labró una modesta reputación, escribiendo novelas históricas. Se negó a ser movilizado y pasó la guerra en la clandestinidad, por fin fue tomado prisionero por los soviéticos, y en esas circunstancias se pasó al comunismo. Se instaló en Dresde y se consagró a la causa comunista. Antes de que von Hanstein y su esposa pasaran al Oeste respondiendo a nuestro pedido, legaron al Estado su villa en Dresde y los terrenos circundantes, y la propiedad pasó a manos del Ministerio de Seguridad del Estado. En Bonn, su concepción humanista y el apellido de su familia lo ayudaron a elevarse pronto a los niveles más altos del principal grupo de derechos humanos de Alemania Occidental. Mantenía relaciones amistosas con Heinrich Krone, ministro especial de Adenauer en problemas de seguridad, y con Ernst Lemmer, el ministro demócrata cristiano que supervisaba las relaciones entre los dos estados alemanes. También nos entregaba prodigiosamente informaciones acerca de la actividad de la Oficina Oriental del S PD , y además consiguió infiltrar muchas otras organizaciones anticomunistas. Incluso cuando fue condenado a seis años de cárcel, continuó trabajando desde la prisión de modo diligente y estableció contacto con otros tres encarcelados, que más tarde trabajaron para nosotros. Después de su liberación, von Hanstein pidió volver a Alemania Oriental, donde falleció en 1965."
Markus Wolf

sábado, 20 de octubre de 2018

LAS RAZONES PARA LA TRAICIÓN DE UN ESPÍA. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf

LAS RAZONES PARA LA TRAICIÓN DE UN ESPÍA.  EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf 

     "No estaba avergonzado por su traición y describía las frustraciones de su carrera. Era un paradigma de ambiciones insatisfechas, de un estilo que se manifiesta en todos los servicios civiles. Nacido en un hogar sencillo, había ascendido en la jerarquía del espionaje, a pesar de que carecía de títulos universitarios. Todos sus colegas reconocían los logros de Kuron, pero su falta de calificaciones formales significaba que a la hora de decidir los ascensos se lo ignoraba. Su sueldo de 48 000 marcos (que entonces representaban unos 25 000 dólares anuales) le permitían una vida cómoda, aunque no lujosa, pero él sabía que ya había llegado al máximo nivel de retribución. 

    —Ha sido una auténtica lucha —dijo—. Todos saben que soy muy eficaz, pero jamás llegaré más lejos —y agregó con voz amarga y serena—: En el Oeste, dicen que hay libertad y que todos tienen las mismas posibilidades de realizar sus propias cualidades. No lo entiendo así. Puedo trabajar hasta caer exhausto y al final me tratan como si fuera un zángano. Y entonces, aparece un burócrata estúpido cuyo papá le pagó la universidad y le ofrecen un futuro brillante, sin que importe lo que hace. No lo soporto más. 

    La preocupación principal de Kuron era que sus cuatro hijos contasen con los medios necesarios para concurrir a la universidad, pues él no podía aportar los recursos para complementar los subsidios oficiales. Cuando llegó a conocerse su caso, después de la unificación alemana, la prensa occidental condenó a Kuron y afirmó que era un espía especialmente cruel y codicioso. Pero yo tengo una opinión diferente acerca de su motivación. Creo que su decisión de trabajar para nosotros fue el acto de un hombre que había internalizado el mensaje esencial de la sociedad capitalista con exclusión de todo el resto, y que lo aplicó sin escrúpulos. Al ver que la gente exitosa y muy apreciada que formaba su entorno había comprado su acceso a la prosperidad y el éxito, vendió sus conocimientos expertos en el único mercado que conocía."

POEMA DE MARINA TSVETAIEVA

POEMA DE MARINA TSVETAEVA, 8 de agosto de 1918

Si un alma nace con alas -
¡qué le importan palacios o chozas!
¡Gengis Khan y su Horda!
Tengo dos enemigos en el mundo,
gemelos, indisolublemente unidos:
el hambre del hambriento - y el
hartazgo del ahíto.


viernes, 19 de octubre de 2018

MORIR POR CAPRICHO OFICIAL, UN AÑO EN EL ALTIPLANO, de Emilio Lussu

MORIR POR CAPRICHO OFICIAL, UN AÑO EN EL ALTIPLANO, de Emilio Lussu

    "El profesor de griego tomó una de las cizallas que se habían quedado en el suelo, unas de las siete, y las probó con el alambre. Las cizallas cortaban. 

    —Pero estas cortan perfectamente —dijo triunfante al teniente coronel. 

    —¿Que cortan? —preguntó este. 

    —Sí, mi coronel, cortan. Y ofreció por segunda vez a todos nosotros la demostración de su descubrimiento. 

    —Entonces —dijo el teniente coronel— debemos intentarlo otra vez. 

    —Pero no se trata de cizallas —dije yo, al tiempo que me colocaba junto al capitán y dirigiéndome a él—. Las cizallas podrían cortar todas y ser las mejores del ejército, pero la situación sigue siendo la misma. Los austríacos nos esperan en los pasos de montaña y dispararán a bocajarro contra quienes se acerquen a las alambradas, con cizallas o sin ellas. 

    —Aquí mando yo —dijo el teniente coronel— y yo no he pedido su opinión. 

    Mi capitán no habló y yo no respondí. El teniente coronel preguntó al capitán Bravini por el nombre de otro oficial del batallón al que mandar bajo las alambradas. Sin resistencia, el capitán propuso el nombre del teniente Santini y añadió que nadie como él conocía el terreno. Por mediación de un mensajero, mandó a llamar a Santini. 

    La luz del alba ya se había hecho más viva y podíamos distinguir enteramente las trincheras enemigas. No costaba demasiado comprender que mandaban a Santini a morir inútilmente. Yo aventuré aún una objeción. 

    —Ahora hay mucha más luz —dije—. Además, Santini ha salido también esta noche con los tubos. ¿No se podría aplazar hasta el amanecer de mañana? 

    Mi capitán no se atrevió a decir palabra. El teniente coronel me lanzó una mirada hostil y me dijo: 

    —¡Cuádrese y guarde silencio! 

    El profesor de griego seguía paseándose con las cizallas y mostraba a todo el mundo, oficiales y soldados más cercanos, que estaban en un estado excelente. El teniente Santini llegó, seguido de su mensajero. El teniente coronel le explicó lo que se quería que se hiciese y le preguntó si quería ofrecerse voluntario. Él era audaz y demasiado orgulloso. Yo temía que respondiese que sí. Me acerqué a su espalda y le susurré, tirándole del faldón de la chaqueta: 

    —Di que no. 

    —Es una operación imposible —respondió Santini—. Es demasiado tarde. 

    —Yo no le he preguntado —rebatió el teniente coronel— si es pronto o tarde. Le he preguntado si se ofrece voluntario. 

    Volví a tirarle del faldón de la chaqueta.

    —No, mi teniente coronel —respondió Santini. El teniente coronel miró a Santini, como si no diera crédito a sus oídos, miró al capitán Bravini, me miró a mí, miró a todo el grupo de oficiales y soldados que estaban pegados a la trinchera, junto a nosotros, y exclamó: 

    —¡Esto es cobardía! 

    —Usted me ha hecho una pregunta y yo le respondo. No es cuestión ni de cobardía ni de valor. 

    —¿No se ofrece usted voluntario? —preguntó el teniente coronel. 

    —No, mi teniente coronel. 

    —Pues bien, yo le ordeno, digo «le ordeno», que salga igualmente y en seguida. 

    El teniente coronel hablaba con calma, su voz tenía la expresión de un ruego amable, casi una súplica, pero su mirada era dura. 

    —A sus órdenes, mi teniente coronel —respondió Santini—. Si me da una orden, yo no puedo por menos de cumplirla. 

    —Pero una orden semejante no se puede cumplir —dije yo al capitán, con la esperanza de que interviniera, pero este permaneció mudo. 

    —Tome las cizallas —ordenó el teniente coronel, con voz suave y ojos fríos. 

    El teniente ayudante mayor se acercó con las cizallas. Pasó junto a mí, no pude contenerme y le grité: 

    —Podrías ser tú quien saliera con esas malditas cizallas tuyas. 

    El teniente coronel me oyó, pero respondió a Santini. 

   —Salga, pues, teniente —ordenó. 

    —Sí, mi teniente coronel —dijo Santini. 

    Santini tomó las cizallas. Se soltó del cinturón un puñal vienés de cuerno de ciervo, trofeo de guerra, y me lo ofreció. 

    —Quédatelo como recuerdo mío —me dijo. Estaba pálido. Sacó la pistola y salvó la trinchera. 

    El mensajero, al que ninguno de nosotros había advertido, después de su llegada en compañía del teniente, tomó unas cizallas y salió de la trinchera. Yo seguía aún con el puñal en la mano. El capitán Bravini bebía de la cantimplora. Me lancé hasta la tronera más cercana y vi a los dos, de pie y derechos, uno junto al otro, avanzar al paso hacia las trincheras enemigas. Ya era de día. Los austríacos no disparaban y, sin embargo, aquellos dos avanzaban al descubierto. En aquel punto, entre nuestras trincheras y las enemigas, no había más de cincuenta metros. Los árboles eran escasos y los matorrales bajos. Si se hubiesen arrojado al suelo, bajo los matorrales, habrían podido llegar sin ser vistos, al menos hasta las alambradas. Santini volvió a meterse la pistola en la funda y avanzó solo con las cizallas en la mano. El mensajero seguía a su lado, con el fusil y las cizallas. Cruzaron el corto trecho y se detuvieron en las alambradas. Desde las trincheras nadie disparó. El corazón me latía como un martillo. Levanté la cabeza de la tronera y miré nuestra trinchera. Todos estaban junto a las troneras. ¿Cuánto tiempo permanecieron derechos frente a las alambradas? No lo recuerdo. Al final, Santini hizo un gesto repetidas veces con la mano hacia su compañero para hacerlo volver atrás. Tal vez pensara que podía salvarlo, pero el gesto era el movimiento cansino de un hombre desalentado. El soldado permaneció a su lado. Santini se arrodilló junto a las alambradas y comenzó a cortar los alambres con las cizallas. El mensajero hizo otro tanto. Entonces fue cuando desde la trinchera enemiga partió una descarga de fusiles. Los dos cayeron al suelo. Desde nuestras trincheras, un fuego de ametralladoras, rabioso y vano, respondió como represalia. Me levanté de la tronera, busqué al profesor de griego y lo abordé: 

     —Ahora que habéis terminado una operación tan hermosa, podéis iros a comer satisfechos. 

    No me respondió y me miró con pena. Tenía lágrimas en los ojos, pero yo estaba demasiado exasperado para poder contenerme. 

    —Ahora tú y tu estratega tenéis el deber de salir, los dos de patrulla, con tus cizallas y continuar la tarea que Santini y su mensajero han interrumpido. 

    —Si me ordenan salir —respondió —, lo hago inmediatamente. 

    El teniente coronel estaba preparando el asalto de los dos batallones para las ocho. El comandante del regimiento y el comandante de la brigada vinieron al frente y mandaron suspenderlo. Por la noche, llegaron los convoyes de avituallamiento con tubos y coñac. Así, pues, se reanudaría la operación. La persecución continuaba."

jueves, 18 de octubre de 2018

EL REGRESO DURO A LA FRANCIA LIBRE, de Robert Gildea

EL REGRESO DURO A LA FRANCIA LIBRE,  de Robert Gildea

    "...una vez terminadas las celebraciones no resultaba fácil regresar a la normalidad. La gente volvía del frente, o de combatir tras las líneas alemanas, o de campos y prisiones, habiendo conocido momentos de euforia pero también de terrible sufrimiento. A menudo las familias a las que volvían habían quedado rotas por el exilio, la deportación o la muerte: esposos y esposas sin pareja, madres sin hijos, hijos sin padres o hermanos. La sociedad estaba demasiado marcada por los traslados en masa forzosos, la escasez de alimentos, los bombardeos aliados, las represalias alemanas y por conflictos que en algunas partes del país estaban al borde de la guerra civil.
    La derrota, la ocupación, la resistencia y la liberación se cobraron un elevado precio sobre la vida privada. La intensa experiencia de la resistencia creó nuevas relaciones y privó de sentido a las antiguas. Se reunieron individuos de orígenes muy distintos que jamás se habrían conocido de haber prevalecido las convenciones sociales de tiempos de paz. La resistencia engendró hermandades masculinas y femeninas de heroísmo y sufrimiento que solo quienes la hubieran experimentado podían compartir. Estas nuevas relaciones, sin embargo, fueron creadas en condiciones dramáticas y artificiales que a menudo las trastornaron y no siempre perduraron.
    Maurice Lubczanski había trabajado estrechamente en Carmagnole con Jeanette Regal durante la ocupación. Tenían unos orígenes muy distintos: él era un inmigrante judío polaco, y ella pertenecía a una familia judía francesa asimilada. El padre de ella había muerto durante la guerra y ella no había asistido al funeral por motivos de seguridad. Cuando decidieron casarse, la madre de Jeanette se opuso al matrimonio de su hija con un extranjero y dijo que los comunistas habían secuestrado a su hija. Entretanto, Maurice recibió formación teatral en Lyon y fundó una compañía de teatro. Se trasladaron a París para emprender una nueva vida profesional y familiar. En 1940, Hélène Mordkovitch había retado a Philippe Viannay para que se involucrara en la resistencia y la mirada que se cruzaron se convirtió en ese amor que estaba en el meollo de Défense de la France. Tras la guerra, sin embargo, Philippe no hizo una carrera de su pasado como resistente. Se concentró en las obras de caridad y se negó a cobrar por ellas. Esto afectó a su familia y Hélène Viannay admitió más tarde que sus condiciones de vida eran «abominables, inenarrables. Yo estaba profundamente deprimida, era incapaz de pensar. Estuve desnutrida durante años, y los niños también».
    La reunificación de las familias fue en ocasiones motivo por igual de alegría que de dolor. Damira Titonel había sido deportada a Ravensbrück por su labor con la 35.ª Brigada Marcel Langer. Cuando regresó, su familia, compuesta por inmigrantes italianos estrechamente unidos entre sí, estaba hecha jirones. Su madre la saludó entre lágrimas y su padre lo hizo cojeando, pues se había lesionado en un tren de deportados que partía rumbo a los campos. Su hermano Titan también regresó de los campos, y Armand de la cárcel, mientras que Mathieu había combatido con el maquis en la batalla de Castelnau a las órdenes de Robert Wachspress. Damira rompió con su prometido, que ahora ya no significaba nada para ella después del tiempo que había pasado en los campos, y se casó con un joven local, Gilles. Sin embargo, bautizó a su hijo Robert en honor del hombre de su vida, «el comandante al que admiraba tanto, para que el chico creciera y fuera como él». Albergaba la esperanza de un mundo mejor y se unió al Partido Comunista pero eso solo le complicó más la existencia. Cuando en 1947 se declaró en huelga, el carnicero se negó a fiarle y la llamó «vaga». El cura local se negó a confirmar a sus hijos y el Gobierno rechazó su solicitud de regentar un estanco porque era comunista. Hasta 1983 no se encontró con sus camaradas de la Brigada Marcel Langer para fundar una asociación que los agrupara a todos."

CONOCER LA NATURALEZA COMO UN LADRON. WALDEN,de H. D. Thoreau

CONOCER LA NATURALEZA COMO UN LADRON. WALDEN,de H. D. Thoreau

    "Por avaricia y egoísmo, y gracias a esa costumbre servil de la que nadie se libra y que permite considerar la tierra como una propiedad, o como el medio para adquirir una propiedad, el paisaje se deforma, la agricultura degenera con nosotros y el granjero lleva una vida mezquina. Solo conoce la naturaleza como un ladrón."

FIDEL CASTRO DE FARRA EN BERLÍN. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf

FIDEL CASTRO DE FARRA EN BERLÍN.  EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf 

    "...A Fidel Castro le encantaban los viajes al exterior, y a medida que aumentaba la carga de sus responsabilidades en su propio país, se sentía especialmente a sus anchas cuando visitaba países amigos que estaban lejos de Cuba. Por supuesto, los alegres cubanos se entretenían de manera algo diferente de la nuestra, los serios europeos septentrionales. El personal del departamento de seguridad responsable de proteger a Castro y a su delegación durante las visitas a nuestro país palidecía al recordar las sesiones nocturnas de canto y bebida y la tendencia cubana a atraer a absolutos desconocidos —generalmente hermosas muchachas cubanas que estudiaban en Berlín Oriental— y a invitarlos a pasarlo bien en sus residencias. Oí decir que Fidel, frustrado por los intentos de sus responsables alemanes orientales de conseguir que se acostara temprano, salía por la ventana de su habitación y bajaba por un tubo de desagüe para unirse a la fiesta en otros lugares. Después de eso, se pensó que sería mejor encontrar un modo de agasajar de manera más satisfactoria a nuestros visitantes. Alguien concibió la idea de invitar a las jóvenes de la compañía de ballet de la televisión estatal con el fin de que coquetearan y bailaran con los cubanos hasta bien entrada la noche; de ese modo se evitaba que se metiesen en dificultades. Pero al margen de los inconvenientes, siempre que oí hablar de las ganas de vivir de los cubanos sentía que nuestra propia vida era gris; que estaba regida por los dos imperativos alemanes, el deber y el trabajo duro."

miércoles, 17 de octubre de 2018

EN ALTA MAR, de Virginie Heriot

EN ALTA MAR, de Virginie Heriot


     "Cuando un ser lucha por superarse y se eleva sobre lo que es más grande que él, encuentra lo mejor de sí mismo"

LOS CRÍMENES DE STALIN. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf

LOS CRÍMENES DE STALIN. EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf 

    "...Así como en la época de la inseguridad total y el peligro antes de la guerra, en el caos que siguió a la contienda sentí que no era mi tarea debilitar a los miembros de mi propio bando que estaban luchando contra el mal. Por supuesto, conocí muchos de los terribles crímenes de la era de Stalin, incluso cuando estaban cometiéndolos; quien diga que nada sabía es un mentiroso. No son cosas que recuerdo con orgullo. Incluso hablé del tema con los jefes comunistas alemanes. Pero ni entonces ni ahora incluí los crímenes del régimen comunista en la misma categoría que los delitos cometidos por los nazis; y si algo me convenció de que era imposible equiparar jamás las dos cosas, debo señalar los terribles hechos que surgieron en los procesos por crímenes de guerra que se siguieron en Nuremberg a los líderes nazis."

martes, 16 de octubre de 2018

MUSKETAQUID. de H. D. Thoreau

MUSKETAQUID. de H. D. Thoreau

"Un hombre puede considerarse afortunado cuando la que es su comida es tambien su medicina"

LA SÁTIRA CONTRA EL REY. 50 VIÑETAS QUE CAMBIARON EL MUNDO, de Roberto Fandiño Pérez

LA SÁTIRA CONTRA EL REY. 50 VIÑETAS QUE CAMBIARON EL MUNDO, de Roberto Fandiño Pérez

    "...momento crítico en el que la crisis económica propiciaba la agitación social y el descontento frente a un régimen excesivamente moderado, sustentado sobre un sufragio censitario favorecedor de los intereses de los notables (aristocracia y gran burguesía). Las exhortaciones de François Guizot animando a los franceses a enriquecerse como medio más fecundo de participación política, resultaban vanos ejercicios retóricos frente la realidad descarnada con la que se enfrentaba la gran mayoría de ciudadanos. No era extraño que el semblante presente de Luis Felipe apareciese ahora avinagrado, «pálido, delgado y ansioso», en palabras del propio Daumier. El nerviosismo real se entendía al comprobar la campaña levantada contra su figura desde la prensa ilustrada y satírica. En no pocos medios se aludía al recuerdo del magnicidio de 1793 para incitar a las masas a un levantamiento. Frente al descontento y la crítica, el monarca fue incapaz de ofrecer otra cosa que no fuera represión, recortando libertades como la de expresión o la de asociación. Todo parecía conjurarse para que el futuro del Rey Pera fuera sombrío y lóbrego, y de ahí el último rostro que muestra Luis Felipe en la viñeta: decrépito e incluso con una grave expresión, que bien pudiera recordar el temor, el miedo a ser desbancado incluso por medio de la violencia. La ironía profética de Daumier, augurando un negro futuro al monarca se confirmaría un año después en forma de un atentado. Mientras el monarca celebraba el aniversario de las gloriosas jornadas de julio pasando revista a la Guardia Nacional, el corso Giuseppe Fieschi ponía en escena su intento de magnicidio recurriendo a un artilugio denominado la máquina infernal, que estallaría en plena ceremonia. Luis Felipe sobreviviría con apenas unos arañazos en la frente, pero la intentona de asesinato, se llevó por delante a dieciocho personas, entre ellos el presidente del Consejo de Ministros y ministro de la Guerra, mariscal Édouard Mortier. Miedo y recorte de libertades volverían de nuevo a unirse y, apenas dos meses después del atentado de Fieschi, volverían los recortes de libertades esta vez en forma de censura de prensa..."

jueves, 11 de octubre de 2018

DIARIOS, de H. D. Thoreau

DIARIOS, de H. D. Thoreau

    "Tanto da que sea fácil o difícil el trabajo de un hombre; tanto da que este se sienta feliz o infeliz: siempre habrá un pájaro que le cante mientras está trabajando"

11 de abril de 1859

PERDER LA FE EN LA GUERRA. MEMORIAS DE UN OFICIAL DE INFANTERÍA, de Siegfried Sassoon

PERDER LA FE EN LA GUERRA. MEMORIAS DE UN OFICIAL DE INFANTERÍA, de Siegfried Sassoon

    "...Una tarde seguí un sendero que conducía colina abajo hasta una vieja casa en ruinas. Los  mirlos rezongaban entre los arbustos cuando me metí en un descuidado jardín y alguien cortaba leña en un bosquecillo pardo, mas abajo. Ladró  un perro desde algún establo, las gallinas cloquearon y mugió una vaca. Esos  sonidos domésticos resultaban consoladores cuando uno era un exiliado cuya vida pertenecía al ejército. Pensé en los largos crepúsculos primaverales y en el maravilloso despertar del año, olvidado de la 'ofensiva de primavera'. Pero mi olvido solo duró un rato, y la cruel realidad volvió a colmarme en cuanto me deslicé a través del alambre de púas que rodeaba el hospital. Estaba perdiendo la fe en la guerra y anhelaba un poco de aceptación mental... ser como el joven Patterson, que había venido luchar por su país sin ninguna duda, que todavía podía arrodillarse junto a la cama y decir sus simples oraciones, con la rotunda convicción de que su puesto en la artillería contribuye a crear un mundo mejor. Alguna vez yo había creído lo mismo, pero ahora la única plegaria que me parecía digna de ser pronunciada eran las palabras de Omar Khayyam:
    Por todo el pecado ennegrece el rostro humano, el propio hombre da perdón, y lo recibe"

miércoles, 10 de octubre de 2018

LOS BOSQUES DE MAINE, de H. D. Thoreau

LOS BOSQUES DE MAINE, de H. D. Thoreau

    "¿Por que no habríamos de tener nosotros, que hemos renunciado a la autoridad del rey, nuestras reservas nacionales, donde no sea necesario destruir pueblos, donde el oso y la pantera, e incluso algunos de la raza cazadora, puedan seguir existiendo, y no se civilicen y erradiquen de la faz de la tierra, donde nuestros bosques no sirvan como mero divertimento del rey, sino para albergar y conservar también al propio rey, señor de la creación, no para deportes inútiles y alimento, sino para proporcionarnos inspiración y nuestro propio y autentico recreo?"

LA POESÍA DE MARINA TSVETAIEVA, de Irma Kudrova

LA POESÍA DE MARINA TSVETAIEVA, de Irma Kudrova

    "Tsvietáieva odiaba el tiempo en que le había tocado vivir, sobre todo porque su época despreciaba el mundo interior de la persona, porque no valoraba su bagaje espiritual y emocional. En una de sus cartas definía el siglo XX con estas breves palabras: «Un siglo dispuesto a dar diez Pushkin por un coche». En su lírica se oye cada vez más la voz de un ser torturado y ahogado por la civilización actual. Extasiado por los logros del progreso de las máquinas, este ser ya no sabe amar, no sabe alegrarse ante el sol, ante un árbol en flor; los hombres se han convertido en «alcohólicos de la distancia», en «devoradores de minutos», en «bebedores de vacíos». «La vida es un lugar donde no se puede vivir», así lo formula en El poema de la montaña. Y en otro lugar: 
Llegué y vi: la vida es una estación. 
Inútil deshacer las maletas.

martes, 9 de octubre de 2018

EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf / STASILAND, de Anna Funder

EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf / STASILAND, de Anna Funder

    "Una historia digna de ese nombre no puede ser escrita sólo por los vencedores."
    Pedazo de libro inolvidable de uno de los espías mas famosos del siglo XX. Caí en él después de escuchar una historia de la Stasi en la que se documentaban con este libro. Pero he de decir que el libro es mucho mas brillante que la historia que contaron en #Histocast. Tan diferente como hablar de una lejana institución y hacerlo, en realidad, de una vida con dudas, certezas, trabajos, traiciones... incluso algo de amor. Un pasado reciente que muchos recordamos, que explica muchas cosas de ahora y de entonces, que nos explica a nosotros mismos de una manera que, cualquier parecido con la historia oficial y la de la prensa, es pura coincidencia. No es una disculpa de lo que hizo, tanto él como el enemigo, sino una salvaguarda ultima de por qué lo hizo. Se comparta o no, es interesantisimo en todos los aspectos y digno de pensar y ser recordado... EL HOMBRE SIN ROSTRO, de Markus Wolf
    Por cierto, que la contraparte de la jugada es leer STASILAND, cosa que hice antes, porque es la cara B de la historia de la RDA, la de los humillados y ofendidos, de la mano de varias personas que vivieron en el estrecho corsé material y mental que imponía el partido socialista único. Imprescindible para acabar forjandonos de una visión propia acerca de los totalitarismos que, de tan enterrados que parecían en 1989, vuelven a amenazar con extraña fuerza en Europa. Dos libros que se complementan. Ha sido genial leerlos uno tras otro

DIARIOS, 21 DE JUNIO DE 1851, de H. D. Thoreau

DIARIOS, 21 DE JUNIO DE 1851, de H. D. Thoreau

"Ahora anhelo esos viejos caminos secos, desiertos, que nos apartan, serpenteando, de las ciudades, que nos alejan de la tentacion, que nos conducen al exterior de la Tierra, sobre su corteza mas externa, donde es posible olvidar el pais por el que viajamos, donde ningún granjero puede quejarse de que le estamos pisando la hierba, donde ningun gentilhombre ha construido hace poco una casa de campo cuyos limites estemos traspasando, por los que puedes caminar como un peregrino, sin rumbo fijo. Donde no es frecuente que te cruces con viajeros. Donde mi espíritu es libre. Ahi es donde tengo libertad de pensamiento y en mi alma soy libre"

MUJERES DE LA RESISTENCIA. COMBATIENTES EN LA SOMBRA, de Robert Gildea

MUJERES DE LA RESISTENCIA. COMBATIENTES EN LA SOMBRA, de Robert Gildea

    "...cabe afirmar que la derrota de 1940 supuso una débâcle tanto en el plano político y social como en el militar. Las circunstancias excepcionales que se vivieron dieron pie a hazañas igualmente excepcionales. Vichy intentaba reforzar el viejo orden con su culto del Trabajo, la Familia y la Patria, pero para muchas mujeres la resistencia no significaba solo resistirse a la ocupación alemana, sino también a los estereotipos de género. En mayo de 1942, Marguerite Gonnet, la líder de Libération-Sud en el Isère, arrestada e interrogada por un tribunal militar alemán en Lyon acerca de por qué había tomado las armas, contestó: «Muy sencillo, coronel, porque los hombres las habían depuesto»"

lunes, 8 de octubre de 2018

EL RAMO DE FLORES. EL FIN DEL HOMO SOVIETICUS, de Svetlana Aleksievich

EL RAMO DE FLORES. EL FIN DEL HOMO SOVIETICUS, de Svetlana Aleksievich

"Un día Vladia y yo fuimos a llevar un chal de plumón a una compradora... Un objeto hermoso destinado a alguien que habitaba un mundo distinto del nuestro. Un encargo acabado. Vladia era muy buena tejiendo y su habilidad era nuestro único sustento. Tras pagar lo acordado, la mujer nos dijo: 'dejadme que os corte unas flores'. ¡No dábamos crédito! ¿Flores? ¿Para nosotras? Dos niñas pobres, vestidas con trozos de saco, hambrientas, heladas... ¿y aquella mujer quería regalarnos flores? Vivíamos soñando con mendrugos y aquella mujer supo percibir que también éramos capaces de anhelar algo más. Estás aislado, secuestrado por la miseria, y de repente te abren una ventanilla... ¡Una ventana entera que nos abrían de par en par! Resultaba que no era pan lo único que nos podían regalar. ¡También podían obsequiarnos un ramo de flores! Luego, no éramos diferentes de los demás. Éramos como cualquier otro hijo de vecino. Al regalarnos flores, aquella mujer se estaba saltando las reglas. No decía que las arrancaría de algún parterre o las recogería del campo. ¡No! ¡Las iba a recoger de su propio jardín! A partir de entonces... Puede que aquella fuera la llave que yo necesitaba... Puede que ella me diera la llave... Aquello significó un vuelco en mi vida... Recuerdo bien aquel ramo... Un gran ramo de girasoles. Ahora no dejo de plantarlas en mi dacha."


CONSPIRACIÓN. UN ESPÍA ENTRE AMIGOS, de Ben Macintyre

CONSPIRACIÓN. UN ESPÍA ENTRE AMIGOS,  de Ben Macintyre

    "Elliot presencio los festejos con una mezcla de sobrecogimiento y horror desde un apartamento en una sexta planta en Charlottenburger Chausse que pertenecía al general Noel Mason McFarlane, el agregado militar británico en Berlín. El condecorado Mason Mac era un viejo caballero de batalla, un veterano de las trincheras y del Mandato Británico de Mesopotamia. Al general le resultaba imposible ocultar su repugnancia. Desde el balcón del piso se veía claramente el estrado dónde se encontraba Hitler. Susurrando, Mason McFarlane le comento a Elliot que el Fuhrer se encontraba a tiro: "me siento tentado de aprovechar la ocasión", farfullo y agregó que "despachar al desgraciado ese desde aquí sería pan comido". Elliot 'lo animo a que lo intentará'. Mason McFarlane rechazo la idea, aunque más adelante solicito permiso formalmente para asesinar a Hitler desde su balcón. Por desgracia para la humanidad, se lo denegaron"
Su tumba en Moscu

ESCRIBIR Y VIVIR. DIARIOS, de H. D. Thoreau

ESCRIBIR Y VIVIR. DIARIOS, de H. D. Thoreau

    "¡Que vano resulta sentarse a escribir cuando no te has levantado para vivir! Se me antoja que, en el momento en que mis piernas empiezan a moverse, mis pensamientos empiezan a discurrir,"

domingo, 7 de octubre de 2018

MARINA TSVETAIEVA, MI MADRE, de Ariadna Efron

MARINA TSVETAIEVA, MI MADRE, de Ariadna Efron

    "En cuanto a la poesía, no era un lujo; no era una necesidad vital, también tenia un carácter ineluctable: Marina la escribía pese a todo y por encima de todo. La escribía en medio de todos los obstáculos, de todas las distracciones. Marina sabía dejar a un lado todo eso, apartarlo, como hacia con todos los objetos accesorios que se acumulaban en su escritorio, para poder hacer sitio para su cuaderno y sus codos"

viernes, 5 de octubre de 2018

LLEGAR A SER LO QUE UNO ES. WALDEN, de H. D. Thoreau

LLEGAR A SER LO QUE UNO ES. WALDEN, de H. D. Thoreau

"Si un hombre no marcha al mismo paso que sus camaradas, probablemente esté escuchando otro tambor. Que camine al ritmo de esa música, aunque sea más comedida y lejana"

MORIR EN EL FRENTE ALPINO. UN AÑO EN EL ALTIPLANO, de Emilio Llussu

MORIR EN EL FRENTE ALPINO. UN AÑO EN EL ALTIPLANO, de Emilio Llussu

    "...Aún veo a mi buen amigo, con una sonrisa de bondad escéptica, sacar de un bolsillo interior de la chaqueta un estuche de acero oxidado, protector del corazón en la guerra, y ofrecerme un cigarrillo. Yo lo acepté y encendí el suyo y el mío. Él seguía sonriendo y pensando en la respuesta. —Sin embargo… Y, después de soltar una bocanada de humo, repitió: —Sin embargo… si Héctor hubiera bebido un poco de coñac, de coñac bueno, tal vez Aquiles se hubiese encontrado en un aprieto… También yo volví a ver por un instante a Héctor detenerse, después de aquella fuga apresurada y no del todo justificada, ante la mirada de sus conciudadanos, espectadores en las murallas, soltarse del cinturón de cuero bordado en oro, regalo de Andrómaca, una elegante cantimplora de coñac y beber en las narices de Aquiles. 
    Yo he olvidado muchas cosas de la guerra, pero no olvidaré nunca aquel momento. Miraba a mi amigo, que sonreía, entre una bocanada y otra de humo. De la trinchera enemiga partió un disparo aislado. Él inclinó la cabeza, con el cigarrillo en los labios, y de una mancha roja, que se le había formado en la frente, brotó un hilo de sangre. Lentamente, se dobló sobre sí mismo y cayó a mis pies. Lo recogí muerto."


jueves, 4 de octubre de 2018

DESOBEDIENCIA CIVIL, de H. D. Thoreau

DESOBEDIENCIA CIVIL, de H. D. Thoreau

"La ley nunca hizo a los hombres ni un ápice más justos"


LOS RICOS. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila

LOS RICOS. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila 

    "En uno de los muchos viajes que hice en barco desde Buenos Aires a Barcelona, viajaba un millonario brasileño, hablaba de lo importante que es tener una gran fortuna. Cuando el barco pasaba junto a la isla Fernando de Noronha, el millonario brasileño dijo:
—Con dinero se puede comprar todo. Si yo quisiera me compraba esa isla.
Y un hombre de pelo cano que escuchaba al millonario, dijo:
—No lo crea. Yo también tengo mucho dinero. Cuando se casó mi hija, le quise comprar la Quinta Sinfonía de Beethoven y lo único que le pude comprar fue un long play."

miércoles, 3 de octubre de 2018

DIARIOS, 1 DE JUNIO DE 1841, de H. D. Thoreau

DIARIOS, 1 DE JUNIO DE 1841, de H. D. Thoreau

"Las grandes personas no buscan jamás la oportunidad de ser grandes, sino que convierten en ocasión para ello todo lo que les rodea"

HISTORIA DE UN LIBRO DURANTE EL HOLOCAUSTO. LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS, de Simon Wiesenthal

HISTORIA DE UN LIBRO DURANTE EL HOLOCAUSTO. LOS ASESINOS ENTRE NOSOTROS, de Simon Wiesenthal

    "Poco después de la guerra, estando yo en Linz, me notificaron que miles de libros de rezos judíos habían sido encontrados en el sótano de un castillo del siglo XVI, en la provincia austríaca de Estiria. El castillo estaba situado en una zona solitaria, llena de bosques y era un edificio adusto, gris, sombrío y que se desmoronaba. Un viejo portero nos llevó hasta un sótano húmedo y encendió una macilenta bombilla. Cuando nuestros ojos se hubieron acostumbrado a la pálida luz, vimos enormes montones de libros negros: Biblias, libros de rezos, Talmudes. Había miles y miles de ellos, como si fuesen pilas de briquetas de coque. Los libros habían sido llevados hasta allí desde casas particulares judías y sinagogas de toda Europa pues los dueños del Tercer Reich habían planeado distribuir esos libros, posteriormente, entre las bibliotecas, universidades e institutos científicos, convertidos ya en curiosidades históricas, reliquias de una raza que ya no existía, y que algún día podían ser tan valiosos como pergaminos asirios o figurillas cretenses. Permanecimos allí en pie mucho rato, incapaces de decir una sola palabra. Cada uno pensábamos en las incontables tragedias simbolizadas en aquel sótano húmedo: En los devotos hombres y mujeres a quienes les habían quitado aquellos libros. El más joven de los miembros de nuestra comisión, un joven judío de Carpatorrusia que había perdido a toda su familia, recorría los montones de libros, cogiendo ahora éste, luego aquél, rozando aquel otro con sus labios, volviéndolo a poner suavemente en el montón. De pronto oí una exclamación y miré hacia atrás. Vi que el joven tenía un libro de rezos en las manos, se había quedado con los ojos fijos en la primera página y tenía blanca la cara. Se bamboleó y cayó al suelo sin conocimiento. Corrimos hacia él. Uno de nosotros tenía un poco de coñac y le hicimos tomar un sorbo. Las manos le temblaban. Recogí el libro, lo abrí y en la primera página vi una caligrafía que me pareció de mujer y de alguien que debió de escribir aquellas líneas en momentos de gran excitación: «Acaban de llegar a la ciudad, dentro de pocos minutos estarán en nuestra casa. Si alguien encuentra este libro, que por favor lo notifique a mi querido hermano...» Había un espacio en blanco. Luego seguía lo que parecía ser una posdata de última hora, escrita con prisas, casi ilegible: «¡No nos olvides! ¡Y no olvides a nuestros asesinos! Ellos...» La frase quedaba cortada. Cerré el libro y miré al joven, que todavía estaba pálido, pero que parecía más sosegado: 

    —Si no le importa, quisiera quedarme con el libro —dijo—. Era de mi hermana que murió en Treblinka."

martes, 2 de octubre de 2018

RECORDAR U OLVIDAR EL NAZISMO. STASILAND, de Anna Funder


RECORDAR U OLVIDAR EL NAZISMO. STASILAND, de Anna Funder

"...el búnker de Hitler está cubierto por obras. Tampoco nadie fue capaz de decidir sobre eso: un monumento conmemorativo podía convertirse en un santuario para los neonazis, pero borrarlo sin más podía sugerir olvido o negación. Al final, el búnker volvió a enterrarse, tal y como estaba. El alcalde dijo que tal vez dentro de cincuenta años la gente fuese capaz de decidir qué hacer con él. Recordar u olvidar, ¿qué es más saludable? ¿Demoler o vallar? ¿Sacar a la luz o dejar bajo tierra?"