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viernes, 24 de enero de 2025

RECUERDALO TU Y RECUERDALO A OTROS, de Ronald Fraser

 RECUERDALO TU Y RECUERDALO A OTROS, de Ronald Fraser

El libro tiene la genesis que muchos quisieran para si: a mediados de los 70, un inglés se dedica a entrevistar a gente que pasó la Guerra Civil como pudo, personas con nombres y apellidos de ambos bandos y distintas afiliaciones políticas: sus motivaciones, sus experiencias en el frente y en la retaguardia. El miedo al otro en muchos casos es a tu vecino, a tu compañero, incluso a algún familiar. Si en un libro das la palabra a todos y en todas partes, difícilmente queda una historia de buenos y malos en medio de la guerra. Otra cosa son los preparativos o lo que vino después. Fraser grababa los testimonios en cintas y las enviaba a Francia con el miedo a las autoridades en el cuerpo, porque pese a las décadas pasadas, había mucho miedo a los franquistas, y con razón. Solo es bueno quien pasa por el aro. 

Después de leer algunos libros años atrás, siempre he evitado volver sobre estos temas de manos de autores españoles: hay mucho resentimiento, y algunas veces alguna tergiversación de los datos. Pero viniendo de alguien de fuera, con datos de fuentes originales, dando la voz a todo el que viviera aquellos años en España sin importar lo que pensara, y leyendo que tiene muy buenas referencias desde que se editó por primera vez en los 70, me animé a comprarlo. Además, ha sido difícil hasta el 2024 encontrar un ejemplar porque hacía mucho que o se reeditaba. ¿Que tiene de distinto este libro a la cantidad ingente de libros sobre la Guerra Civil española? Pues que en otros se pone el acento, por ejemplo, sobre lo que hizo el general Mola, sobre si Franco pudo haber acabado antes la guerra o dejo que su retaguardia limpiara físicamente cualquier atisbo de oposición; cuándo se disparó primero, si en el 31, el 34 o el 36, si los hermanos Machado estaban enfrentados o no, que si la Pasionaria, o donde fueron a parar los restos de Lorca; que si Queipo de Llano, o cuantos salvo el embajador de Noruega. En general muchos libros parten de un personaje o hecho notable para darnos una perspectiva ajustada a ese inicio de libro. Otros van al combate ideológico. Aquí la voz en primera persona la tienen lo demás, aquellos que se perdieron ya por los desagües de la historia. Personas que ya no son historia porque no eran nadie salvo para su familia. Pocos son de mayor importancia que esa. En realidad, aquí habla gente anónima como la mayoría lo somos, aunque los medios luego señalen a tal o cual. Esos tal o cual no son aquí los más importantes, ni mucho menos. Por tanto, aunque a alguno le pese, gente de un mismo estrato social, por ejemplo campesinos pobres, pueden decirte que estaban a favor del socialismo o a favor del alzamiento. Cada uno sabe por qué, y lo dice. De eso va este libro, de acoger todos los testimonios o sentimientos posibles, aunque sean contradictorios o contradigan el discurso actual de una corriente política de la historia.

¿Y qué aportan estos hombres menos conocidos, a veces sin formación, a veces con la conciencia herida, con una visión particular? Creo que aportan algo muy valioso, difícil de cuantificar en cifras, pero que explica muchos detalles de aquellos años, detalles que muchos escritores serios pasan por alto y que los datos no pueden explicar del todo: el estado de ánimo de la gente, como les llegaban las noticias y que suponía para ellos, que actitudes y que estado de ánimo generaban para decir o hacer algo, o no hacer nada, o tomar la decisión a todas luces equivocada pero que les surgía del corazón. Se cuentan situaciones de personas que fueron un punto y aparte en sus vidas, cuando las cosas podían haber sido de otra manera. Esas decisiones que a veces nos toca elegir cuando nos ponen contra la espada y la pared. Porque, muchas veces, son personas con muy pocos recursos a los que acudir. Eso no te lo cuenta cualquiera, decide el curso de muchas historias personales, y aqui esta contado y escrito.

También hay mucho de historia tal como la conocemos. Fraser se dedica a poner en orden cronológico y a situar estas historias personales en la fecha y geografía del entrevistado cuando recuerda su experiencia. El relato oral adquiere entonces mayor sentido ya se trate del susto inicial del 36, los avances nacionales del 37, el final del frente del norte, el empuje de los comunistas, la gente que se tiene que esconder en Madrid o en Sevilla por las causas sabidas. También la situación en la que vivían muchos de los entrevistados, agraviados, obreros mal pagados, despreciados y humillados. Explica una clase social de empresarios y parte de los políticos que piensa que, en definitiva, cada uno está donde dios lo puso, que para eso esta Dios. Un desorden así la República no lo soluciona en dos días, aunque parece que volver al pasado no estaba en los planes de la mayoría de uno u otro bando. Incluso hay proclamas de Franco al principio de la sublevación acabadas con el ¡Viva la república!, muy curioso. Pero eso lo cambiará después por el Viva España. 

El libro da voz a muchos aspectos de la sublevación, los meses iniciales, con dilemas como: ¿primero ganar la guerra o hacer tambien la revolución?. Para unos es un desastre la organización productiva de las empresas de Cataluña con la CNT. Para otros no tanto. Para los comunistas, tiempo desaprovechado para poner orden y acabar haciendo una especie de capitalismo de estado. Hay un jolgorio de voces bastante grande en mi opinión, como debía ser entonces en el bando republicano. Una Cataluña metida en colectivizar industrias y sectores económicos con resultado irregular, Asturias centrada en la guerra cuyo frente estaba a las puertas. Otros todo lo contrario, intentando salir al paso de cada nuevo problema diario con la mejor voluntad. En general, dos focos tan activos en favor de la república como Asturias y Cataluña responden a la sublevación de forma significativamente diferente, y merece la pena ver las diferencias y a que se deben. España es muy diversa, la ha sido desde siglos, y eso que es más bien pequeña. En este momento tan crucial, en el territorio republicano eso se nota mucho, en el franquista no. Como la continua confrontación de socialistas contra anarcosindicalistas por el derecho de propiedad de los medios de producción, de bienes y servicios. Mucha discusión política para no ver la desafección de la gente que se ve desposeída o mal dirigida. 

Pronto se ven las diferencias entre un ejército de verdad y el otro, que es de entusiastas en el norte. O también lo que Fraser señala en la página 334: el localismo era el leit motiv de las fuerzas republicanas. Un ejemplo de localismo fue la defensa de Oviedo: el engaño de Aranda, la cantidad de gente que era neutral pero que incluso se puso a defender Oviedo cuando los bombardeos de los republicanos arrasaban centros civiles, los pocos fusilamentos como venganzas en ese periodo, el empecinamiento de la estrategia del comité republicano y su falta de armas... es una parte emocionante desde los recuerdos de los combatientes entrevistados de un lado y otro del frente. Es la historia contada a pie de calle, en la trinchera, detrás del fuego de la ametralladora, rompiendo tabiques de pisos en una guerrilla urbana, o tirando piedras porque ya no quedan balas. Gente que empezó haciendo la guerra con una lanza (página 450)

Llegados al final del capítulo Otoño 1936, sorprenden varias cosas. Que los rebeldes esperasen acabar pronto, que un número altísimo de civiles saliera a la calle a defender la República y, sobre todo, a no volver a lo vivido antes. Que las agrupaciones políticas, a veces tan diferentes, salieran a rechazar el alzamiento, y el mismo entusiasmo que les empujó a hacerlo les impidió en muchos lugares ponerse de acuerdo. Que pronto se vio que, sin los comunistas, el orden en el frente y sin material, se venía abajo. Parece que la mentalidad madrileña era repetir el 2 de mayo de 1808, y que las cosas salían solo por echarles más cojones que el otro.

 Se recuerda el papel de Unamuno en Salamanca.  Se comentan los fusilamientos de Paracuellos y Torrejon de Ardoz por parte republicana, y finalmente cómo empezaron las represalias políticas contra gente inocente, como el hijo de Clarín, o las hermanas de un comunista en Sevilla, todo muy recordado por los supervivientes con evidente emoción después de décadas. Incluso parece que los militares sublevados no querían llegar tan lejos en un principio. Pero, independientemente de buenos y malos, ¿como se le ocurre a alguien iniciar una guerra contra media España para matarla, encarcelarla, robarla, separar familias, romperlas, dejarla muchísimo peor de lo que estaba, solo porque no te gusta lo que ves, cuando las diferencias sociales, económicas e ideológicas son tan grandes, si hasta Queipo de Llano lo veía? Si hubieran sido unos muchos contra unos pocos tampoco hubiera estado justificado pero se hubieran quejado muchos menos y ya se hubiera echado tierra al asunto como siempre ha ocurrido, por muy injusto que fuera. Pero aquí, en la España de 1936, tienes que destrozar la vida de millones de personas. ¿Cómo piensas arreglar después eso cuando ganes? Dejas un país mucho más atrasado, más humillado, más avergonzado, hambriento, más atrasado, que ya disponía anteriormente de pocos recursos... pero ya sabemos lo que paso despues para que nadie levantara la voz. Me recuerda en malignidad a la represión soviética. Me dan igual las diferencias ideológicas. Esto está muy claro: aquí entran dos, pero solo sale uno. Y punto. 

Defender esto da asco.

Invierno del 36: se empieza por Andalucía, se cuentan los fusilamientos en masa, y como entrar en la saca o salir de ella era pura suerte. Se cuentan ejemplos dolorosos de recordar por parte de un fiscal. Están las movidas de Queipo de Llano, que lo mismo deja fusilados tirados en los barrios obreros de Sevilla que te levanta casas baratas para ellos. Está la mala administración del campo en Castilla la Vieja (la de antes), y testimonios agradecidos sinceramente de jornaleros al alzamiento nacional. Pero, sabiendo otros iguales que ellos, que siempre habían sido explotados, ¿que motivación pudo empujarles a alistarse? Pues que les empujaron desde distintas instancias, y ya venían muy al límite de la subsistencia. En realidad, hay muchas respuestas dentro del campesinado, la clase social más desfavorecida,  y son varios los motivos a uno de esos enigmas difíciles de entender 90 años después. Esta el creciente peso de los comunistas en el gobierno y en la administración de la guerra frente a los libertarios. Los escondidos en las embajadas, los que buscaban refugio entre la familia que los rechazaba (más historias de miedo y asesinatos en Málaga), la inesperada ayuda de gente del otro bando que no se deja cegar por el odio, las checas temibles. Se cuentan casos de encarcelamientos y amenazas de muerte dentro del mismo bando, o el caso de pasar 4 años en la cárcel, atenuando una sentencia a cadena perpetua, del lado nacional por una denuncia anónima sin causa justa.

¿Y del amor? Por ejemplo, la chica de Beceite enamorada de un compañero de Durruti. Interesante ver las reacciones de la CNT. De la educación, se valora como uno de los grandes logros pero se dice poco. 

Todo lo contrario que Bruno Ibáñez, un sanguinario represor en sus distintos destinos por Andalucía hasta que el mismo Queipo de Llano se lo quitó de encima. 

Primavera del 37: este es un capítulo de choques ideológicos en cada bando y como se resuelven. Primero, el cabreo de falangistas y sobretodo de carlistas cuando Franco los unifica en un partido. Se describe esa primera frustración dentro del bando nacional. Después llegan las estrategias comunistas al dictado de Stalin para cooperar en la guerra. Y luego está el lío mental de los anarcosindicalistas y la CNT. Además de los antimilitaristas que solo defendían la guerra para hacer la revolución desde abajo, había otros anteponiendo la victoria a toda costa y deseaban militarización las milicias civiles. Con los comunistas no había trato fácil, solo estos suministraban material militar en cantidad con la condición de la militarización. Así, ganaron el peso social que no tenían al principio. Tengo la sensación de que la CNT tomó varias decisiones que les eran coherentes a su ideología en tiempos de paz pero la cagaron a lo grande durante la guerra. Ahí estaban los comunistas para ocupar los huecos que ellos despreciaban. Por otro lado, hay detalles ideológicos no tan lejanos entre CNT y la Falange original. En Aragón fue diferente, allí la CNT si ocupó espacio político y colectivizo pueblos enteros según los gremios, aquí entran las experiencias de Más de las Matas , Alloza y algunos ejemplos más que, sin embargo, acabaron peor. El periodo culmina con una gran cagada para el curso de la guerra en favor de la República: los comunistas atacan a los del POUM en Cataluña y luego en Aragón, matan a un montón de esta gente, como a Nin. Lister deshace las colectividades. Deja a los de la CNT presos de sus errores estratégicos en política, pensando si no serán ellos los siguientes. Aquí los testimonios son abundantes y muy apesadumbrados.

Sigue con la caída del frente norte, algunos se esconden durante meses en túneles, otros escapan en barcos pesqueros, algunos presos nacionales son  enviados a su bando para que no los fusilen, muchos fusilamientos de todas maneras. Familias numerosas con los hijos divididos ideológicamente. Recuerdos duros, sufrimientos y culpas para toda la vida. Y civiles a la caza de los rojos escondidos por los montes con la zona norte conquistada. Acaba con la experiencia de los niños de la guerra en el exilio. 

Invierno 37, verano 38: Teruel se gana y se pierde, con alguna anécdota que da pena y dice mucho de cómo se pierde la guerra. Los comunistas y el PSUC se vienen arriba en Barcelona, la CNT todo lo contrario después de los graves sucesos de mayo anterior. La desafección por ganar la guerra de los catalanistas les hace incluso salir de España, ya que no creen que la República que están defendiendo sea la original. Creen que Franco les dejará tranquilos... pero eso no pasará. Hay un desorden tremendo que no siempre los partidos, ni la mejor de las intenciones, pueden controlar. Es un periodo de evidente decadencia para la república: Madrid resiste pero la moral de la retaguardia baja en la zona republicana. Se cuentan casos de deserciones, de ejecuciones ejemplarizantes, de gente que intenta ser neutral, ocultar sus opiniones y solamente sobrevivir. El último gran esfuerzo bélico republicano, la batalla del Ebro, se malogró, y nadie gana batallas decisivas, aunque Franco ya ha partido la República por la mitad.

Invierno 38-Primavera 39: comienza con total escepticismo, se preparan retiradas y evacuaciones cuando Madrid no ha caído todavía. Parece que el gobierno sólo se puede apoyar en los comunistas, de los que el resto recela, tanto los tibios de la causa como otros que lo han dado todo. Los testimonios generales ya denotan cansancio de la guerra, de una República que con comunistas no es la suya, y que piensan que con los nacionales no habrá represalias. La retaguardia franquista es todo lo contrario: segura y entusiasta de que van a ganar.

Cuando Madrid cae es en medio de un caos donde, por ejemplo, salen miles de nacionales de sus escondites durante el tiempo de guerra desde el 36. Todos los republicanos huyen a Valencia, Gandía o Alicante con la esperanza de escapar en barco, pero al final quedan atrapados entre el mar y el ejército ganador. Los suicidios dejan más cadáveres en el puerto, otros escapan por poco tiempo y la mayoría pasa por campos de concentración. Contextualizado el asunto, se nos presenta el fin de muchos republicanos que, habiendo llegado hasta aquí, serán fusilados de inmediato, condenados a muerte o a años de prisión. Los que aun podian contarlo en 1975,  dijeron a Fraser como les fue: gente que cruzó a Francia, que pasó por los campos de trabajo alemanes, que volvió a España al maquis... Tampoco muchos del bando vencedor quedaron contentos: los carlistas, obviamente estafados. Los falangistas,  engañados. Gente que se lamenta de que el régimen no ayude a cerrar heridas entre españoles, que sólo conmuta penas de carcel por la mano de obra barata que necesita porque hay miles de encarcelados, miles de muertos y un país en peor situación socioeconómica que en el 36. El último tramo del libro es conmovedor, ilustra que el hombre común de cualquier bando no tiene nada que ganar, ni de que enorgullecerse. Que el franquismo sólo ha favorecido la creación de empresas, el enriquecimiento para su gente más cercana a costa de la continua represión del trabajador de izquierdas, pero también de la falta de oportunidades para tantos del lado vencedor. Franquismo, lo de siempre.

Hay un apéndice final en las 820 páginas del libro que da paso a una explicación económica, y del malestar en la sociedad civil y militar, para explicar el origen del conflicto. Se titula muy gráficamente Puntos de ruptura, me gustó.

jueves, 23 de enero de 2025

MATONES, de Bingen Amadoz

MATONES, de Bingen Amadoz


"Vivimos en una tierra que oculta centenares de cadáveres y esa tierra es la que vemos desde nuestra casa".

Son historias reunidas para evitar su olvido, el de los represaliados en la retaguardia del ejercito franquista desde el 18 de julio de 1936 en Navarra. El olvido gubernamental, y el de los vencedores, la gente que tambien saco su tajada economica despues de la guerra civil y pasaron a ser los ricos de Navarra quedándose con los despojos, los monopolios y los robos. Mucha gente manda en Navarra gracias a aquella herencia. Otros no sacaron nada, generalmente los enviados como sicarios. Si uno quiere perder todo el respeto a cierta gente, no tiene más que leer este libro. Da mucho que pensar acerca de lo equivocados que podemos estar sobre lo que opinamos de muchos de nuestros vecinos, compañeros de trabajo, incluso algún familiar; y de lo que pueden pensar de nosotros cuando la polarización social alcanza estas cotas tan extremas. Algunas llegan al libro desde la memoria de alguien que tuvo conocimiento directo de ello, o por conocer a alguno de los protagonistas de un bando u otro. Muchas veces son hechos que la gente conoce porque siempre se contó en dentro de las familias del pueblo. En general son historias de una cacería de carlistas o gente de derechas, tal vez falangistas, contra rojos. Si acaban huyendo estos últimos, aun no ha acabado mal la cosa, porque es más normal que los rojos acaben asesinados y enterrados de cualquier manera con la connivencia muchas veces del clero. Así que asistimos a un libro donde se apuntan todos estos sucesos, a veces con nombres y apellidos de los criminales. Si todo hubiera quedado en el 36, pero no. Muchos de estos matones prosperaron hasta su muerte, otros no, y muchos de nosotros pudieron cruzarse en la calle con ellos sin saberlo. Algunos hasta presumían de lo que hicieron delante de los hijos de sus víctimas, como cierto jefe de policía Municipal de Tudela. Por ejemplo:
Un viejo de 75 años de Cascante arrepentido de haber matado a varios vecinos a los 15 años. Monreal, verano del 36, un hombre llamado Martel acaba con la vida de un segador en plena faena de agosto. Lo entierran a 150 m de donde cae. En Legarda un tal Barrabás de mote, descubre la presencia de un republicano que huye de Larraga a los Guardia civiles, que lo matan y entierran por allí. Algo parecido ocurre con un cura en Cascante. Son bastantes los casos como el de Obanos, un hombre joven llevado al fuerte de San Cristóbal y de alli asesinado y enterrado junto a otros, sin saber exactamente donde, y solo por pensar muy distinto a un requeté. El Foro, de Caparroso, un asesino nato. En casi todos los casos al grupo de asesinos lo lidera un hombre conocido del pueblo, del que a veces se da el nombre o el apodo. También era frecuente robar a la familia del asesinado el aceite, el grano de trigo, los sacos de harina, el ganado... y la familia restante quedaba en la miseria, los hijos repartidos entre familiares. A veces se mataba a los hijos después por miedo a que, cuando fueran mayores, cobraran venganza. El caso de curas que favorecían esta matanza es frecuente, por ejemplo un tal Santos Beguiristain, cuyo hermano era muy amigo de Fraga Iribarne, el fundador del PP actual. Uno de los personajes con más páginas es el padre Hermenegildo, capuchino de Fustiñana y residente en Jaca.

El autor señala a los falangistas, una especie de escuadrones de la muerte típicos de cualquier conflicto armado en países que miramos por encima del hombro, y a los carlistas, los requetés que se parecen más a yihadistas por su talante no solo violento, áspero y camorrista, sino religioso (pero no católico de verdad). La guardia civil no aparece apenas, así que la historia de la guerra civil en Navarra se centra en lo civil, no en lo militar. En todo eso que avergüenza y se ha callado durante decenios con aquella frase que yo mismo he escuchado muchas veces: "aquí no pasó lo que en el resto de España, aquí no se mató a nadie". Aunque repugne lo que pasó, no se puede decir que no pasó, y para evitarlo, y así no seguir insultando a los supervivientes y a los muertos de forma tan miserable e indigna, lo mejor es contarlo. Que la parte franquista ya se regodeó en su momento, sin censura y con todas las facilidades que ahora son imposibles. La lectura es de muchos y pequeños capítulos, tantos como tantos sucesos se cuentan. Es emocionalmente intenso.

De algunos es difícil detallar algo concreto, como de Marcelo de Kundinea: ¿ qué hizo exactamente y en donde? El tono del relato se apoya en una prosa acusadora, en poner mucho sentimiento para hacernos saber lo que esto duele a la gente todavía. En ese aspecto, el libro me desagradó, no necesito esto para saber quienes son los delincuentes, ya es dura la historia por si sola, pero no oculta en ningún momento que él mismo perdió a su abuelo y a su tío, que él mismo pertenece a una familia represaliada, así que el calentón está más que justificado. Venía de leer Recuerdalo tu y recuerdalo a otros, que me impresionó mucho con un tono más mesurado que agradecí. El autor ha recuperado los testimonios de los testigos que aun quedaban, lo que quedó en la memoria de lo que sus padres les contaron, y en algunos documentos. Por ejemplo, el conocimiento que tenía un hombre acerca de un falso mendigo que su abuela recordaba de cuando la guerra. Un chaval entonces que parecía más bien un fugado. Igualmente, la memoria aporta recuerdos y pocos datos para identificar a aquel hombre sin nombre. Aparecen en otros recuerdos personajes conocidos como Antonio Lizarza, amigo de Jaime del Burgo y presidente de Osasuna. La andanada contra Jaime Ignacio del Burgo, hijo de aquel, es antológica, hay que leerlo para saber que era el cabecilla de un montón de terroristas. 

Las historias van por pueblos: de Castejón, de Alsasua, de Sartaguda, de Berriozar, los fugados del fuerte de San Cristóbal, de Tafalla, de Olite donde el cura sale a cazar rojos a caballo: de este personaje, el párroco Ona, sorprende la carrera clerical que llevó hasta hacerse con el obispado de Lugo y morir en 1987. Pasó del carlismo a la falange, según cuenta el autor, cabreó a los suyos con ese requiebro típico de los trepas del momento y, en definitiva es el clásico cura que le quita a uno las ganas de creer en la iglesia. Otros personajes, al no ser nadie en líneas generales, solo gente del pueblo, o como mucho alcaldes, tienen historias de sus asesinatos fáciles de contar. 

Están las historias, alguna bestial, de las represiones en Lodosa: incluso el caso de una represaliada al que asesinaron al padre, que huyó en cuanto pudo a Argentina y alli tambien la dictadura le arrebató una hija. Bestiales son las anécdotas de la saca de la cárcel de Tafalla camino de la tejería de Monreal (64 personas). Pero no fueron los únicos en aquella fosa, allí fueron a parar gente de Aoiz (y se cuenta como y quienes) Lo que impresiona es que son gente conocida, no muy lejana nosotros en el tiempo, ni en distancia, y puede que conozcamos a hijos o nietos de asesinados o de asesinos, o mas fácilmente (porque ya no lo ocultan) de testigos. 

Algunas historias son de matones puros y duros, de los que matan por encargo. Otras historias vienen avaladas por el padre Barandiarán, que huyó y se refugió en Xara hasta 1953. Cuenta la entrada de hordas carlistas en Guipúzcoa para ir llevándose gente de los valles y asesinarlas.  Esas bandas incluían a curas.

En conclusión, un relato duro de leer, demasiado cercano para nosotros, que explican muchos detalles de la forma de ser de los navarros, esa cara B del buen talante que se nos adjudica no sin razón también. Estas matanzas de llamar a las puertas, amenazar a la familia apuntando con pistolas y fusiles traídos desde años antes (por ejemplo, de la Italia de Mussolini en preparación de estas matanzas) para que el buscado no se resistiese, arrancarlo de su casa, montarlo en un camión y fusilarlo en un campo, contra una tapia o por la espalda, es una de las lecturas más duras de los últimos años por tres motivos: no me lo esperaba (ha habido décadas de silencio impuesto y muchos medios actuales no reflejan este hecho), los hechos no son tan lejanos como para no haberme cruzado con un protagonista de alguna matanza o con su hijo, y en tercer lugar me pasó que durante años iba a correr por el monte San Cristobal, culminado por un fuerte. Allí hizo la mili mi padre en los 50. Un dia, en un lugar de mi recorrido habitual vi la tierra removida sin saber por qué. Resulta que utilizaba un sendero pegado a la sepultura de 5 de estos asesinados y los acababan de exhumar. Está todo demasiado cerca. Hay que recordar que las potencias extranjeras estaban tan preocupadas con lo que pasaba en la retaguardia de Franco que le dijeron que se cortara un poquito... Creo que me ha dejado el cuerpo como cuando leí un libro sobre las matanzas de Rwanda, de hutus contra tutsis: Queremos informarle de que mañana seremos asesinados con nuestras familias. Igual de aberrante. Aquí no se puede decir que los rojos amenazaran a las derechas con nada. Tampoco se busca venganza, sino reparación de la memoria y justicia.

Una entrevista al autor sobre cómo consiguió estos testimonios: aqui. Y también aquí.

Aqui una web con el visor de lugares donde hay fosas intervenidas, fosas no intervenidas, lugares de la memoria y posibles localizaciones en fosas.navarra.es  

Finalmente Hamaika Telebista tiene en Youtube varios documentales sobre el tema, tales como este de lo que pasó en Cortes, aqui.

miércoles, 1 de enero de 2025

EL REY SE INCLINA Y MATA, de Herta Müller

EL REY SE INCLINA Y MATA, de Herta Müller


¿Qué se puede decir de estos ensayos de Herta Müller? Que mientras los silencios en sus novelas son elocuentes y ricos en matices, aquí ella ha decidido hablar. Y según parece, desvelar los trazos de su desgarrada poética en prosa con alusiones a su biografía y al significado de sus metáforas.

El segundo es más complejo, trata de ese rey que parece inoculado en la vida de los rumanos para siempre. Como un virus del miedo que sabotear tu vida hasta destrozarla por medio del miedo a muchas situaciones concretas de la vida, al exilio, a la gente en general. Ese rey es un dictador, un régimen totalitario, un tipo de persona que te viene a buscar a tu hogar a altas horas de la noche... bastante complejo el capítulo al principio, luego las cosas se aclaran desde el hilo de seguir a ciertas palabras que se enriquecen con nuevos significados, entreverado con ilustraciones de la vida real en Alemania o Rumanía, fobias actuales que sufre debidas al regimen de intimidaciones recibidos o los recuerdos de suicidios e interrogatorios con agentes estatales. Cuando el rey se inclina sobre ella, cuando pone en ella sus ojos, es que está a punto de lamentarlo. Además, el texto explica el origen de su afición por los collages de palabras que acaban formando poemas, y también explica el significado profundo de algunos detalles de sus novelas, como los pelos, los cortes de pelo, los lazos, etc.

Los textos son muy autobiográficos, como en el que describe las amenazas de muerte en Berlín, después de otras, y como el estado rumano era capaz de pudrirlo todo. O cuando habla del valor del silencio que ella aprendió en el campo frente al bullicio social de la ciudad. 

En realidad, es una malabarista de las palabras y los objetos. Una palabra puede tener más de un significado como es sabido, pero también añadirse a una palabra otros significados que la experiencia de uno mismo crea. Con los objetos hace lo mismo, y lo ejemplifica en el cuadro de la mujer en camisón del vagón de tren alemán, por dar uno de muchos ejemplos.

Junto con su experiencia en los interrogatorios, rebaja mucho las expectativas de eso que a veces llamamos la Mirada Distinta de los escritores. O la imposibilidad de una forma de ser diferente a causa del adoctrinamiento a los chavales en el colegio.

Explica por qué, al menos en su caso, muchas ideas de países occidentales y con tradición democrática, no las puede compartir por los mismo hechos que ella ha vivido. Es decir, que no son ideas irrefutables en absoluto algunas frases típicas que escuchamos sin atisbo de crítica: que el lenguaje es parte de tu patria (Herta prefiere aquello que recuerda de Jorge Semprun: Patria no es el lenguaje, "patria es lo que hablamos"), que vivir aislado en medio de nuestras vidas urbanas es una bendición, el problema del nacionalismo más o menos excluyente (por más alemana que te sientas habrá otra más alemana que tú), el problema que tienen los alemanes "de toda la vida" con los "nuevos alemanes" (turcos, indios, etc) esos que no se terminan de ver alemanes "de bien" (como diría cierto político español) aun pasadas dos generaciones porque hablan el alemán con matices que no parecen propios... El análisis que como una alemana nueva, por decirlo de alguna manera, hace Müller del nacionalismo, siempre excluyente, a través del lenguaje y de su propia experiencia tiene poquisimas objeciones, y me encanta. Pero lo que hace terrible y actual su análisis es que formula los logros de una dictadura socialista rumana muy cerca de los logros sociales de una democracia ejemplar como la alemana con sus minorías a las que, por otra parte, invita a venir a trabajar desde sus países de origen para después invitar a que se vayan. El análisis es brutal de leer, un auténtico estacazo para la soberbia alemana. Parece que a Müller le encanta derribar ideas asumidas como irrebatibles o ampliamente consensuadas. O dicho de otra manera, con el tiempo puedes acabar detestando aquello que alabas en cuanto cambien las condiciones sociopolíticas del país en el que vivimos.

En el ultimo capitulo, Müller muestra una vez más su ingenio lingüístico para explicar ideas propias desde su experiencia tomando algunas palabras esenciales, como quien mezcla perfumes esenciales para crear uno singular y que se te va meter muy dentro. Esas palabras son miedo y ventoso (creo que se entiende mejor como voluble, pero eso es cosa mía). Se trata de juntar ese miedo de largo recorrido, no el súbito y manejable, con las personas volubles que se encargaron de alimentar ese miedo para que nunca decayera durante la dictadura. La suma de ambos es el "metemiedos", un tipo que, con la caída del régimen, se ha vuelto un defensor, o mejor un vividor, del capitalismo que anteriormente era su enemigo. A veces ese metemiedos era un objeto, como La llave del Cielo. A veces, como acaba el libro, es una asesino a sueldo del régimen de Ceaucescu en Alemania, con el nombre de Herta Müller en su lista de encargos hallada por la policía alemana, un tipo que ahora es "solamente" dueño de una empresa de zumos en Timisoara. Algo así he visto también en España.

Concluyendo, diría que es un libro atípico en cuanto a género que reúne lo biográfico con la lingüística resultando una forma bastante interesante, muy reveladora, de los libros más crípticos de Herta Müller. Yo lo lei a la vez que La piel del zorro, y fue un valioso acompañamiento. Es original, atrevido, no le falta ironía, ni a veces dolor por lo sufrido y visto sufrir en aquellos años de dictadura. Expresa el por qué de una forma de expresarse tan lúcida, entre mágica y realista, de esa rara poética en prosa de temas duros de los que trata de escapar sin perderles el rostro del todo. Me parece un libro espectacular en ese sentido.