LOS FUEGOS DE OTOÑO, de Irene Nemirovski
Los fuegos de otoño se parece a un gran cuadro lleno de personajes burgueses, cada uno a lo suyo, caracterizados de forma magistral: unos anclados en las ideas del XIX y otros rebozados en pleno siglo XX, e interactuando con el paisaje plenamente parisino de entreguerras, que es el espacio temporal donde principalmente se desarrolla la novela. Como un cuadro de Bruegel el viejo o algo así: los vas viendo actuar con una mirada descarnada sabiendo hacia el precipicio al que se asoman, los problemas que les acechan. Desvelar intereses camuflados de patriotismo o amor, inflamados allí donde imperan las buenas conductas de convivencia, para alumbrar despues las miserias humanas bajo esas alfombras de apariencias es la especialidad de Irene Nemirovski, nacida en Kiev en 1907 pero transplantada a Francia muy pronto. Las dos guerras mundiales dinamitan esas apariencias. Lamentablemente, la autora no vivio lo suficiente para ver en que acababa todo eso que describia a su alrededor.
La suya es una concepción clasista y rígida de la sociedad, poco condescendiente. Una narradora que ve los toros desde la barrera, pero que entiende de toros.
En mi opinión, una de las estrategias narrativas de Nemirovski es enfrentar voces interiores. Los pensamientos de una madre complaciente tienen su réplica con el estado de ánimo de su hijo la noche anterior a su regreso al frente, por ejemplo. No hay generalmente una confrontación física, ni verbal, pero la autora nos deja leer sus pensamientos y ese "choque de trenes" de estados de ánimo, de pareceres, sin ideas precisas muchas veces, es la dialéctica que nos provoca cierta violencia interior. Antichauvinista, arremete contra el modelo capitalista que se infiltra en las relaciones humanas e íntimas: ahi señala el pecado original del desastre entre los miembros de estas familias burguesas. Son estados de ánimo que oscilan en los estremos entre soldados y civiles, entre frente y retaguardia, entre viudas y familias aún sin pérdidas. Es un relato emocional del derrumbe de Francia, como otra toma de postura paralela a Suite Francesa, una obra maestra, redonda. Cuando habla Detang, uno de los personajes, por ejemplo, la autora parece estar arreglando cuentas con su pasado. El relato es corto para el tiempo extenso que abarca, asi que cuenta con grandes elipsis, asi que va al grano, a lo interesante.
Nemirovski tiene la rara habilidad de expresar, con las cuidadosas palabras de un párrafo, el universo exacto de lo que está tratando. El relato fluye sin darte cuenta, es un placer de lectura en realidad. Y al llegar al último punto, te quedas con la sensación haber leído algo más grande que esas palabras. A veces las vuelves a leer y sí, comprendes lo que ha sido: un fogonazo de ideas, una chispa que despierta nuestra maquinaria interior para pensar sobre esas ideas, que evocan recuerdos propios y nos trasladan a sensaciones un tanto alejadas en el momento de leerlas pero que nos son propias y, de nuevo, bienvenidas. Eso, amigos, no lo logra cualquier. Es el "pack completo" de la lectura. Tiene algunos párrafos soberbios, te dejan alucinando de lo bien que escribe. Es increíble que alguien que merecía un nobel, una cátedra universitaria, un reconocimiento universal, saliera por la chimenea de un campo de exterminio: Auschwitz, 1942.
Esta novela es la otra que, junto a Suite francesa, quedo inacabada y olvidada por muchos años hasta su recuperacion por parte de sus hijas. Estaban en un viejo baul olvidado, que cosas tiene la vida. Es el legado de una maestra no olvidada por suerte para nosotros, pero tratada por la vida con la peor de las fortunas.
LOS FUEGOS DE OTOÑO, de Irene Nemirovski, de 250 paginas. La primera edicion francesa data de 1957. Esta edicion del año 2020 de Penguin Random House Ed. contiene los capitulos que en una version corregida a mano Irene quiso eliminar