LOS HIJOS DE ETA. PATRIA, de Fernando Aramburu
"Joxian dijo a todo que no menos a la oferta de tomar asiento.
—Ni se te ocurra consolarme. Si tienes dos dedos de frente, corre a buscar a tu hijo. En Francia, donde sea. Lo agarras, le partes la cara y te lo traes para casa o lo entregas a la policía. Reza para que te lo detengan cuanto antes. Le meten en la cárcel, pero por lo menos no lo pierdes como yo al mío.
Sentado en la silla, Joxian guardaba silencio con cara de circunstancias.
—Ni me dejaron preparar el entierro. Cogieron a mi hijo y montaron con él un numerito patriótico. Les vino de perlas que se moriría. Para usarlo con intenciones políticas, ¿sabes? Como los usan a todos. Unos borregos, eso es lo que son. Unos ingenuos. Y Joxe Mari lo mismo. Les calientan la cabeza, les dan un arma y, hala, a matar. En casa nunca hemos hablado de política. A mí la política no me interesa. ¿Te interesa a ti?
—Ni pizca.
—Les meten malas ideas y, como son jóvenes, caen en la trampa. Luego se creen unos héroes porque llevan pistola. Y no se dan cuenta de que, a cambio de nada, porque al final no hay más premio que la cárcel o la tumba, han dejado el trabajo, la familia, los amigos. Lo han dejado todo para hacer lo que les mandan cuatro aprovechados. Y para romperles la vida a otras personas, dejando viudas y huérfanos por todas las esquinas.
—Eso no lo vayas diciendo por ahí, ¿eh?
—Yo digo lo que me sale de los cojones.
—Te amargarán la vida.
—Tenía un hijo, lo perdí. ¿Qué me importa a mí la vida?
—Mira el Txato. Ya nadie le habla.
—Háblale tú, que eres su amigo.
—Me harían lo mismo que a él.
—¡País de mentirosos y cobardes! Mira, Joxian, hazme caso. Déjate de bobadas y ve a buscar a Joxe Mari."
—Ni se te ocurra consolarme. Si tienes dos dedos de frente, corre a buscar a tu hijo. En Francia, donde sea. Lo agarras, le partes la cara y te lo traes para casa o lo entregas a la policía. Reza para que te lo detengan cuanto antes. Le meten en la cárcel, pero por lo menos no lo pierdes como yo al mío.
Sentado en la silla, Joxian guardaba silencio con cara de circunstancias.
—Ni me dejaron preparar el entierro. Cogieron a mi hijo y montaron con él un numerito patriótico. Les vino de perlas que se moriría. Para usarlo con intenciones políticas, ¿sabes? Como los usan a todos. Unos borregos, eso es lo que son. Unos ingenuos. Y Joxe Mari lo mismo. Les calientan la cabeza, les dan un arma y, hala, a matar. En casa nunca hemos hablado de política. A mí la política no me interesa. ¿Te interesa a ti?
—Ni pizca.
—Les meten malas ideas y, como son jóvenes, caen en la trampa. Luego se creen unos héroes porque llevan pistola. Y no se dan cuenta de que, a cambio de nada, porque al final no hay más premio que la cárcel o la tumba, han dejado el trabajo, la familia, los amigos. Lo han dejado todo para hacer lo que les mandan cuatro aprovechados. Y para romperles la vida a otras personas, dejando viudas y huérfanos por todas las esquinas.
—Eso no lo vayas diciendo por ahí, ¿eh?
—Yo digo lo que me sale de los cojones.
—Te amargarán la vida.
—Tenía un hijo, lo perdí. ¿Qué me importa a mí la vida?
—Mira el Txato. Ya nadie le habla.
—Háblale tú, que eres su amigo.
—Me harían lo mismo que a él.
—¡País de mentirosos y cobardes! Mira, Joxian, hazme caso. Déjate de bobadas y ve a buscar a Joxe Mari."
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