BRUJAS. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg
"En verano de 1910 Katia y yo viajamos a Brujas. Esta ciudad me dejó estupefacto; parecía realmente que estuviese muerta. En ella se veían enormes iglesias, el ayuntamiento, torres y mansiones particulares, pero la ciudad estaba habitada por monjas y soñadores sumidos en la miseria. Ahora Brujas ha cambiado: la invaden hordas de turistas y parece un museo abarrotado de gente. Pero cuando la vi por primera vez, nada perturbaba a los cisnes somnolientos, ni el reflejo de los álamos en los canales, ni las monjas (ahora se han vuelto audaces, llaman a los turistas para venderles encaje de fabricación artesanal). Por primera vez contemplé cuadros viendo más allá del tema que trataban: me asombraron las madonas de Memling por la palidez de sus rostros, sus labios exangües, la sensación de pureza y de ensimismamiento que emanaba de ellas. Sentí que el universo del pintor era cerrado, profundo, lleno de secretos humanos. No conocía la poesía antigua ni la arquitectura de Chartres, pero aquel pasado lejano me pareció digno de admiración."
Brujas, Belgica |
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