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viernes, 23 de noviembre de 2012


LOS CAMINOS PERDIDOS DE AFRICA

    Reverte ha conseguido en este libro uno los mejores retratos de personajes y situaciones de entre sus libros. Las particularidades del viaje han conseguido que nos emocionemos cuando el autor lo hace, que nos sorprenda lo mismo que a él, que todo lo que ve parezca real y al alcance de la mano. El secreto está en que no ha sido un viaje cómodo. Viajar por una de las regiones más pobres entre las pobres implica un esfuerzo superior, porque despues de leer el libro parece claro que, en el año 2000 (de enero a marzo), transitar desde Addis Abeba a El Cairo, es decir, cruzar Etiopía, Sudán y un poco de Egipto es montar en la baca de una pick-up y compartir cebollas con una cabra, dormir en jergones sucios y habitaciones pestilentes, comprar un billete para algún sitio y esperar a que se llene el autobus para que salga de una vez, no salir de noche del hotel por temor a las hienas, policias corruptos, hace amistad con gente que padece hambre atrasada, agarrate una buena colitis... Cuando te pasan estas cosas, y no vas tirando el dinero, resulta que te acercas un poco a la vida de esa gente pero de verdad, porque no queda más remedio. No pasa uno haciendo fotos y se vuelve a un lugar más cómodo. Eso, entre la miseria y rodeado de desierto, no existe.

    Entonces, ¿por qué ir hasta allí? Una razón: por la aventura. Otra, por espíritu de superación. Una más: por conocer algo muy diferente a nuestro propio mundo y que puede suponer un descubrimiento que ni sospechamos. Descubrir paisajes fascinantes que no tenemos en otros lugares, o una tradición peculiar y a unas personas que nos sorprenden y que desearíamos no olvidar nunca. Son como grandes tesoros que uno no puede llevarse a casa, y que ya solo pervivien en la memoria.

Este libro va de todo ello, además de las habituales nociones de historia que Reverte nos concede, sobre todo allí donde no pasa nada en su viaje. Es en parte una historia del islamismo y el colonialismo anglosajón. Apuntan algunos toque de historia contemporanea, como los que alumbran a El Cairo, y, cómo no, Reverte persigue a los mitos literarios en sus madigueras: Evelyn Vaugh en Addis Abeba, Agatha Cristie en Asuan, con la Isla de Elefantina frente al hotel donde se alojó.


    Como lugar a destacar en el relatopor el entusiasmo que transmite, esta la región de Nubia, a caballo entre Egipto y Sudan. Gran tradición cultural e insuperable hospitalidad. La primera parte, dedicada a Etiopía, es la más extensa. La menos, la dedicada a Egipto. Otro detalle reseñable para quien quiera ir: Sudan siempre está con algun conflicto armado en su historia, y su burocracia es tan kafkiana en sus tramites como corrupta. Pero Reverte tiene sus antidotos, es un tipo curtido para eso.

    Como en la mayoría de sus libros, reverte va en busca del paisaje, la belleza y la gente común fuera de los circuitos turísticos. No olvida tratar con ironía a los pedantes occidentales que encuentra (y a veces se tropieza), y se distancia de los medios oficiales del pais que le acoge asi como de las aglomeraciones de gente que, guia de viaje en una mano y cámara en otra, se hacina en los lugares típico de turistas. Algunos de los lugares que visita ni aparecen en las guias. Y este es un libro que, sin tener como fin ultimo el posible viaje del propio lector a esos paises, se disfruta enormemente.

Los caminos perdidos de Africa, de Javier Reverte. Editorial Debolsillo, 2003. 289 pag

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