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viernes, 23 de noviembre de 2012


UN HOMBRE PARA TODOS LOS TIEMPOS

¿Podemos imaginar todavia a un hombre visitando lugares inexplorados de la tierra, conociendo a gente de la que no se conocia su exitencia? Eso sería como visitar otro planeta. Pero en éste, eso le paso a James Cook.

    Tal vez por una malsana rivalidad historica, la figura de James Cook no haya tenido mucha significacion en la peninsula, pero es sin duda uno de esos hombres cuya personalidad y logros lo hacen merecedor de ser universal, aun a costa de los británicos, quienes lo tienen como un icono más de su apolillado Imperio. Rompe muchos moldes: hijo de humildes aparceros, acaba siendo más prestigioso que los señores aun feudales para quienes trabajó: rompió con un destino previsible. Los lores del Almirantazgo se apoyaron enseguida en su persona para llevar a cabo proyectos que no habria sido facil encargar a otros de su época para sentar las bases geopolíticas de un imperio en ultramar: rompió con las prácticas seculares de navegación adoptando avances tecnologicos.

    Sin duda que esto da una idea de que Cook merece una atención mayor que la que ofrece este libro de Vanessa Colingridge, pero como obra divulgativa cumple su función en cuanto a la fluida exposición de los hechos, el acercamiento que intenta al hombre que esta dentro del personaje (su mujer quemó las cartas que le habia dirigido al conocer su muerte) y, en menor medida. a las visicitudes de su antepasado, otro Colingridge. George Colingridge hizo fortuna en muchos paises con su oficio de grabador pero se apasionó con un conjunto de mapas del s XVI sobre Australia y los mares del sur que lo entroncan con las idas y venidas del capitan en el s XVIII, y de ahí su pertinencia en un libro sobre Cook. Creo que al acabar el libro, da otra perspectiva de la biografia entre las muchas que deben pulular por el mundo, al dejar en el aire una pregunta: cuando Cook señalaba por donde ir o descubrió nuevas islas, ¿sabia de ante mano lo que iba a encontrar?

    Lo encontramos en el ambiento cuaquero de Whitby en 1749 de aprendiz en barcos de carga de carbon. En 1752 aprueba el examen de piloto y tres años despues se enrola en la Marina Real, justo cuando empieza la Guerra de los Siete Años entre Francia y Gran Bretaña, momento en que se asientan las bases del Imperio y la sociedad industrial se abre paso con el nacimiento del capitalismo. Es el momento sacar frutos a la Ilustración. En 1757 está cazando barcos franceses por el Canal de la Mancha y en 1758 marcha a la desembocadura del río San Lorenzo, en Canadá, para echar de alli a los franceses. Pocos años después los norteamericanos les echarán a ellos. Alli se dedica sobre todo a cartografiar con exactitud. entre otras zonas, las costas de Terranova, un importante enclave geoestrategico con bancos de pesca. Las mediciones hasta entonces no eran sino estimaciones, por lo que la apropiación de recursos y riquezas era motivo de conflictos y disputas. Con Cook, y su uso de nuevos metodos topográficos, llevó la precisión al mapa donde ubicar las cosas de este mundo.

    Aquello le valió ser contratado para lo que sería un viaje de I+D actual: los Mares del Sur, ver lo que hay, y ver qué se puede aprovechar. El primer viaje (1768-71), con motivo del tránsito de Venus que debe ser medido en las islas Tahiti (era un buen astrónomo, como cualquier buen marino), sirvió de modélica navegación para los futuros marinos británicos: minimizó la perdida de hombres, trató de forma humana a los aborigenes, salvó por los pelos la Gran Barrera de Coral y sus ganas de saber qué había más allá, donde siempre había vagos o fantasiosos informes, fueron el reflejo para otros capitanes con ganas de dejar huella en la historia. Unas ganas mayores que cualquier dificultad del género que fuera, y el libro es una bonita narración de como las superó.

    El segundo viaje (1772-75) es parecido porque también se le ordena descubrir un supuesto continente austral y ensayar innovadores instumentos nauticos, como el cronómetro K1. Lo que sí casi descubre es la Antártida. En el tercero (1776-79) debe buscar un paso al norte de América, por el Artico, que conecte Europa con Asia y las islas del Pacífico, cosa que no logró. Es en este viaje donde la autora nos descubre a un capitan en total decadencia, sin ascendiente sobre sus hombres, tomando malas decisiones, incluso la que le llevó a la muerte en las islas Hawai que él descubrió, tras un montón de encontronazos con los isleños. Unas circunstancias que en los anteriores viajes se habia cuidado de sortear pero que aqui le llevaron a morir como Magallanes, en la playa, con la duda de si abandonado por alguno de los suyos, pero además chamuscado y tal vez, engullido hasta el hueso en alguno de sus trozos.

    Alguno de los aciertos de la autora han sido traer a este libro las versiones de otros compañeros de Cook, anotar trozos de su diario e informarnos de otros navegantes igual de valerosos cuyos logros tal vez no sean tan reconocidos, pero que ya vieron algunos de los escenarios del Cook (como Australia) antes que él: holandeses, españoles, franceses y lusos. En contra de la visión de la autora, decir que parece medir los logros de la humanidad con la medida de los logros británicos: si ellos no fueron los primeros en todo, anduvieron cerca (véase el subtitulo del libro).

     Memorables paginas son el paso laberíntico de las barreras de coral al norte de Australia (debe aprovechar el impulso de una ola para atravesar un estrecho pasillo en la barrera mientras tienen un montón de vias de agua y se hunden poco a poco), o cuando los tiburones muerden remos y el timón de las embarcaciones ante los asustados marineros, o las puñaladas en el cuerpo de Cook, caido ya en el agua de Kealakekua Bay, un 14 de febrero de 1779.

    En realidad, este es un libro lleno de matices y de ideas para reflexionar sobre qué es la exploración. La vida de Cook está llena de aventuras y contrastes dignos de reseña.

El capitán Cook, el mayor explorador de todos los tiempos, de Vanessa Collingridge,    483 pg de lectura.  Ediciones Martinez Roca, colección Booket, 2004

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