EL PREMIO NOBEL DE LITERATURA D'ANNUNZIO Y LA MARCHA SOBRE FIUME. LOS VENCIDOS, de Robert Gerwarth
"...Después de la guerra, D’Annunzio, como muchos otros veteranos, esperaba que Italia fuera recompensada por sus sacrificios. Pero a raíz del llamamiento público de Woodrow Wilson a los italianos para que suavizaran sus exigencias territoriales en abril de 1919, en el Ejército se difundió el rumor de que el Gobierno de Roma estaba a punto de ceder a la presión estadounidense. Aquella sospecha se vio ulteriormente reafirmada cuando, el 23 de junio de 1919, el economista Francesco Saverio Nitti, líder del ala radical del Partido Liberal, sustituyó a Orlando como primer ministro tras la destitución de éste. El nombramiento de Nitti fue especialmente bien acogido por las demás delegaciones de las grandes potencias en París, que le consideraban una persona más razonable que Orlando. Pero iban a llevarse una decepción. Ante la presión de la opinión pública, y sobre todo de la derecha, Nitti y su Gobierno se negaron a renunciar a su reivindicación sobre Fiume. Sin embargo, la derecha nacionalista seguía sin estar convencida de que Nitti pudiera zanjar satisfactoriamente la cuestión de Fiume.
Y entonces D’Annunzio decidió actuar. El 11 de septiembre inició su famosa «Marcha sobre Fiume» desde Ronchi dei Legionari (Ronke), a aproximadamente 300 kilómetros de distancia al noroeste. Contaba con menos de doscientos soldados, pero en seguida se le sumaron más. Cuando D’Annunzio llegó a las afueras de Fiume a bordo de un Fiat de color rojo vivo, su ejército había aumentado hasta los 2000 hombres, en su mayoría antiguos miembros de las tropas de choque, los arditi. La guarnición multinacional de los ejércitos aliados que custodiaba la ciudad, formada mayoritariamente por soldados italianos, entregó el poder a D’Annunzio sin disparar ni un solo tiro.
A lo largo de los quince meses siguientes, D’Annunzio gobernó como líder indiscutible (Duce) de lo que había pasado a llamarse Regencia de Carnaro, y que contaba con su propia constitución y su propia moneda. El propio D’Annunzio no era un fascista en ningún sentido relevante, y Fiume siempre fue un lugar asombrosamente no violento para los estándares de la época, pero la nueva ciudad-Estado iba a convertirse en un punto de referencia crucial para los nacionalistas italianos. Mussolini, que en un primer momento se mostró cauto respecto a la aventura de Fiume, posteriormente iba a nutrirse profusamente de los experimentos y rituales políticos de D’Annunzio, ya que imitó algunos elementos de su nacionalismo imperial y secular, y gestos simbólicos (como la Marcha sobre Roma, que en parte se inspiraba en la Marcha sobre Fiume de D’Annunzio).

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