AGOTAMIENTO. UN PASEO POR EL BOSQUE, de Bill Bryson
"Cuando, pasada una eternidad, llegas a una zona en la que todo indica que de verdad estás en lo más alto, donde el aire huele a resina de pino y la vegetación es dura, retorcida y doblada por el efecto del viento, cuando llegas a la cumbre despejada... para entonces, por desgracia, ya no te importa nada. Te dejas caer boca abajo sobre una pared de gneis en pendiente, con el peso de la mochila empujandote contra la roca, y pasas algunos minutos allí tendido, mientras piensas de manera ausente, como en una experiencia extracorpórea, que nunca está entonces has contemplado un liquen tan de cerca; que nunca has mirado ningún elemento del mundo natural, en realidad, desde que tenías 4 años y te regalaron tu primera lupa. Por último, con un resoplido de resignación, ruedas sobre ti mismo, descuelgas la mochila, te pones en pie como buenamente puedes y te das cuenta (de nuevo con esa sensación distante y ligeramente vertiginosa de no estar del todo dónde estás) de que las vistas son sensacionales; ante ti se abre un panorama ilimitado de montes boscosos jamás tocados por la mano del hombre, que se extienden hasta donde alcanza la vista. Bien podría ser el cielo. Es un espectáculo espléndido, sin duda, pero la idea que no deja de darte vueltas por la cabeza es que vas a tener que recorrer ese paisaje a pie... y que lo que ves no es más que una porción mínima de lo que tendrás que atravesar antes de terminar."
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