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lunes, 21 de julio de 2025

LA CANCIÓN DE SALOMÓN, de Toni Morrison

LA CANCIÓN DE SALOMÓN, de Toni Morrison 


Como me ocurre con otros libros de Morrison, más que obras literarias me parecen monumentos. Después de leer Beloved y Ojos azules, esta novela me ha resultado en conjunto más fácil de leer. Algunos dicen porque tiene un protagonista masculino, o porque  describe una estructura social más reconocible. Yo no lo tengo tan claro. Hay personajes femeninos muy potentes y la descripción de una sociedad que todos conocemos no me parece tan obvia en ciertos momentos importantes de la novela. 

El libro empieza con una familia negra en 1936. El primer capítulo se me hizo duro de leer, pero es que tiene un alto grado de significados contenidos en estas páginas iniciales. Hay un tipo que quiere saltar al vacío. No se entiende del todo pero debemos ser pacientes, todo se aclarará. Para Neske Beks, alguien que la ha estudiado, ese primer capítulo es una premonición de todo lo viene después. Es un capítulo algo difícil pero admirable. Después todo se me hizo fácil de comprender. Una vez contados los antecedentes de esta familia de apellido Muerto, sabemos que el padre se dedica al negocio inmobiliario de forma  exitosa y que aborrece a su familia. Desde esa fecha, y más anterior si nos remitimos a recuerdos de 1931, hay pequeños saltos temporales de unos 10 años aproximadamente, en los que si atendemos a los rápidos cambios de la historia mundial, los cambios no son muy grandes. En la vida de la familia Muerto, los cambios son mucho menores, como corresponde a un campesino nieto de esclavos cuya descendencia trata de salir adelante como sea. Por ejemplo, Macon Muerto II. Ejemplo de lo contrario, su hermana Pilatos. Otra de las señales del proceso histórico es la evolución de un tercer personaje, Guitarra. Pasa de ser un chaval de barrio negro a algo más en la línea del activismo por los derechos civiles de los años 60. El caso del protagonista del libro, el hijo del administrador de fincas (y dueño de ellas) que se llama igual que él, Macon Muerto III, es la evolución de un tipo que se va separando de la línea de madurez de Guitarra, su mejor amigo desde la infancia. Este Macon, hijo de Macon, nieto de otro Macon, es un chico afortunado dentro del barrio de negros (no fuera de él) gracias a la influencia de su padre. Es caprichoso, intenso, egoísta, inseguro. Todos le llaman Lechero. Una especie de pijo de barrio, con menos dinero ni tampoco formación de la quisiera para valerse por sí mismo. Un pijo pobre fuera de su mundo cerrado, bastante manoseado por otra parte, que ya es triste. Con él asistimos a lo que no puede ser más que una vida de insatisfacciones. Por cierto, los nombres son muy curiosos: Corintios, Lena, Agar, al principio desconciertan, pero cada uno tiene su historia. Y en conjunto tienen una justificación: el 95% de los negros perdió su nombre original, por lo que eran contrarios a adquirir el que les ponían los blancos. Macon Muerto lo ejemplifica. Por otro lado, parece que Pilatos, un gran personaje, está inspirada en la madre y abuela de Morrison. Guitarra lo podría estar en su padre.

Es un libro largo, 450 páginas en edición de bolsillo. A diferencia de otras novelas suyas, tiene menos metáforas y muchos más diálogos. El narrador cuenta los hechos como en una película, cámara al hombro, siguiendo a cada personaje. Las transiciones temporales están maravillosamente bien enlazadas, avanzas leyendo sin escenas rompedoras del ritmo.

El libro se divide en dos partes, la primera nos cuenta la vida de los Muerto en una ciudad de Michigan. A mitad de libro hay un cambio de rumbo para los principales personajes: un saco de oro empieza a remover, más que situaciones, conciencias. Le da un giro a la novela, la alarga porque en estas vidas debe haber algo más, ese algo más que le pedimos a una vida insatisfactoria. No obstante, sigue habiendo discursos mentales de los personajes donde se desnudan a fondo. Aquí la figura de Guitarra me recordó la de la leyenda de Robert Johnson en el cruce de caminos vendiendo su alma al diablo. Tal vez de ahí el nombre del amigo de Lechero, Guitarra. Es una semejanza puntual, pero parece ser el diablo que va a cobrarse el alma de Lechero una vez ha encontrado lo que buscaba. La semejanza que me parece más evidente es la que veo cuando Lechero busca sus raíces. Me recordó una serie muy popular llama precisamente Raices: libro y serie son del mismo año, 1977. La serie Raíces salió de la novela del mismo nombre escrita por Alex Haley (Roots: The Saga of an American Family), que llegó al público en 1976. Haley estuvo 12 años investigando fuentes hasta llegar a su antepasado Kunta Kinte, y de esta manera, saber él mismo quien era. También La cancion de Salomon narra el tesón de un individuo por recuperar sus orígenes, saber quién es, construir su originalidad. La búsqueda del oro en la novela de Toni Morrison conduce a la búsqueda de sus antecedentes personales, sus auténticas credenciales culturales, y no las impuestas por el orden establecido por los blancos. Por eso se queda en Shalimar, que suena a Salomón. Descubre que no puede seguir odiando a cada miembro de su familia, como sí hacia su padre. Al contrario, comprende por primera vez por qué se tratan así en su familia descubriendo también sus antecedentes personales. Tiene incluso sus ratos de humor. 

El libro empieza y acaba con dos fuertes metáforas en torno a un tema folclórico: el hecho de volar trascendiendo del suelo y llegar a un lugar más amable del que están viviendo. Significativo, en comparación a estos dos vuelos, es el pequeño vuelo, o gran salto que sufre el abuelo de Lechero. Es la realidad de lo que llegaba a sufrir la comunidad negra en oposición al salto de dos negros concretos, tanto en las primeras como en la última página del libro. 

Sin duda, esta segunda novela de Morrison tiene muchas cualidades para atraparnos sin caer en lecturas facilonas.

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