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viernes, 4 de julio de 2025

TIENES QUE MIRAR, de Anna Starobinets

TIENES QUE MIRAR, de Anna Starobinets


Anna Starobinets es una escritora, periodista y guionista de éxito en Rusia. Al quedarse embarazada en 2012 de su segundo hijo, un niño, recibió un diagnóstico malísimo, de esos con los que se te rompe el mundo: unos riñones cinco veces más grandes de lo normal que lo iban a matar antes o después del parto. Por si es poco el drama a las 12 semanas de embarazo, lo que sigue es roza el terror psicológico y lo kafkiano de la administración rusa.

El drama de Anna recibe ese trato deshumanizado que sufre por los médicos de Moscú en cuanto advierten del problema: más allá del diagnóstico, se desentienden de ella. No importa lo que esté sintiendo ella: para muchas personas en Rusia, o se debe sacrificar por el bebé aunque no tenga esperanzas de vida, o debe rezar para que se salve, o es mejor que busque la solución (el aborto terapéutico) en otro lugar. Anna describe a los rusos un poco como lo hacen muchos viajeros extranjeros al visitar el país, unos bordes de mucho cuidado. Tras la recomendación médica, y siempre concordante entre los médicos rusos, de abortar, Anna pasa a ser tratada como una apestada por la administración rusa, como si ella fuera el mismo pecado moral, y divino, causante de la enfermedad del bebé, si trata con gente cristiana rusa. Pero ella solo pide ayuda para que esa situación no sea más traumática de lo que ya es a su pesar. Por mínima que sea la posibilidad de vida de su bebé no nato, sabe que la ejercerá. No obstante, la tratan como culpable de su situación.

Si alguien cree, por la propaganda rusa, que allí se respeta el derecho a la vida, que lea con atención este libro y lo compare después con el trato que dispensan en Alemania a la autora... sabrá lo que significa, de verdad, una dictadura y el amor por la vida. Lo que recibió por nada de los sacacuartos sanitarios fue un trato inhumano (algo que solo entiendo que se herede desde la brutalidad zarista y después soviética y ahora putinista; hay cosas que no cambian. Anna, en entrevistas del 2024, sugiere algo parecido). Despues de tener que abortar en Alemania llego el calvario del trauma posterior y el trato con psicólogos como parte del problema. Hasta el punto de intentar engañar a pacientes para ingresar en centros psiquiátricos e inflarlos a pastillas. Por suerte, ella encontró ayuda después de llamar a muchas puertas.

En conjunto, un relato antes y después de un aborto necesario, obligatorio para la vida de la madre en la que ella sufre ansiedad, miedos, pánico y mucho maltrato por parte de la sociedad rusa. Son 185 páginas en la que no sobra nada, no hay ni una historia paralela, ni nada parecido. Sin digresiones morales, esas se quedan para el lector cuando juzgue lo que ha leído. Es un testimonio medular, pero se nota una gran capacidad descriptiva de la autora: con muy pocas palabras transmite mucho. Maneja muy bien los diálogos y las situaciones, se nota que habla desde muy adentro. Es autobiográfico, es real y hasta causa terror.

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