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jueves, 7 de febrero de 2019

EL REZO DE LOS POBRES. RUMBO A LA GLORIA, de Woody Guthrie

EL REZO DE LOS POBRES. RUMBO A LA GLORIA, de Woody Guthrie

    "-Si Dios estuviera por hacer lo justo -dijo un tipo grueso- daría todos estos duraznos y cerezas, naranjas, uvas y cosas de comer a los compadres que pasan hambre. Y para un hombre hambriento, al menos en mi opinión, rezar y tratar de decirle a Dios cómo llevar su negocio es como andar hacia atrás, algo completamente estúpido. Diablos, un hombre cuenta con dos manos y una mente, y con piernas y pies que lo llevan a donde quiera. Y si ve algo que falla en el mundo, debería juntar a un montón de gente y levantar la vista al cielo y decir: ¡Eh!, allí arriba, Dios, yo.... es decir, ¡nosotros vamos a arreglar esto!.

    - Yo creo que cuando rezas -hice mi pequeña contribución- intentas pensar con lucidez, intentando ver qué es lo que falla en el mundo, y quién es el culpable. Por un lado hay sinvergüenzas y leyes tramposas, y gente bien avariciosa, gente que tiene miedo de esto y de lo demás allá. Por otro lado estamos todos los de acá, y seguro que en parte es también culpa nuestra.

    -Diablos, por lo que dices, ¿según tú somos los culpables de que todo el mundo anda subido a los mercancías? -hablaba un viejo joven, que echó la cabeza atrás y se rio solo, mientras se llenaba la boca con pan gomoso.

    -Para ser completamente sincero, amigos, no lo sé. Pero somos responsables, seguro, vaya que sí. Es culpa nuestra si no levantamos la voz y decimos lo que pensamos, o algo...  no lo tengo demasiado claro.

    -Bueno, chicos -un viejo de cabeza cana tomo la palabra cerca de mi-, supongo que andaba ya por los caminos antes de que ninguno de vosotros hubiera nacido -todos allí prestaron atención porque hablaba muy quedo y dejaron de comer-. Está charla sobre lo que está arriba en el cielo, o abajo en el infierno, en realidad, no es ni la mitad de importante que lo que está ocurriendo aquí y ahora, justo delante de nuestros ojos. Las cosas están difíciles. La gente sin blanca. Los críos hambrientos. Enfermos. Todas las cosas. Y la gente tiene que tener más fe en el prójimo,  creer en el otro. Hay una especie de espíritu que esta en todos nosotros. Eso es lo que nos tiene que unir.

    Las cabezas asintieron. Las caras miraban al viejo. No dijo nada más. Hacía años que había perdido los dientes, y le costaba acabarse en su trozo de pan duro"

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