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miércoles, 22 de noviembre de 2017

GOZAR CAMINANDO. LOS SENDEROS DEL MAR, de María Belmonte

GOZAR CAMINANDO. LOS SENDEROS DEL MAR, de María Belmonte

    "Existen varias recompensas que, en forma de estados de ánimo, pueden asaltar a quien viaja a pie. Una es el puro gozo animal que te embarga cuando, tras varios días de marcha, sientes que el cuerpo, ya bien aceitado, responde con alegría a los obstáculos del camino. Uno ya no va por un paisaje, sino que lo habita, forma parte de él. 'El paso a paso, suspiro suspiro del caminante, (...) llevando toda la espalda, es un conjunto de gestos tan antiguo que conlleva una profunda alegría para el cuerpo o la mente', escribió el poeta Gary Schneider. Puede que en otros raros, rarísimos momentos, experimente lo que Bernard Olivier denomina el nirvana del caminante, para lo cual, según él, deben darse tres condiciones: un perfecto estado de soledad, sumergirse en la inmensidad del paisaje y que se instaure un acuerdo perfecto entre el cuerpo y el espíritu. 'Entonces una misteriosa alquimia hace levitar el cuerpo (...) y de golpe caen las barreras de nuestra cárcel familiar. Se nos abren las puertas del cielo', escribe Olivier. Pero para mí el secreto mejor guardado del caminar en soledad por la naturaleza es el estado de serenidad que a veces se logra alcanzar. También se requiere un acuerdo perfecto entre el cuerpo y el espíritu. Músculos, corazón, pulmones y articulaciones trabajan acompasadamente,  al unísono. Ello permite que la mente se vacíe y se detenga del flujo interminable de pensamientos e imágenes que conforman nuestra existencia. Nuestros sentidos se agudizan y están pendientes de los ruidos y movimientos del entorno: el aleteo de una paloma torcaz, el grito de un arrendajo enfadado por nuestra intromisión en su territorio, el murmullo del viento en las hojas. En esos momentos dejas de ser alguien; simplemente vives, no eres más que una vibración entre los árboles y las piedras del camino. O como lo resumió el maestro Basho en su hermoso libro Sendas de Oku: 'Premios de las peregrinaciones... el placer de vivir me hizo olvidar el cansancio del viaje y casi me hizo llorar'."






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