Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

viernes, 26 de mayo de 2017

VACAS QUE ALIMENTAN CERDOS, DINAMARCA 1933. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg

VACAS QUE ALIMENTAN CERDOS, DINAMARCA 1933. GENTE, AÑOS, VIDA, de Ilya Ehrenburg 

    "Los representantes de cuarenta y seis Estados se reunieron en Roma para discutir qué se iba a hacer con los excedentes de trigo. Era la primavera de 1931. La locura se apoderó de todo el mundo. En Brasil quemaban café. En Estados Unidos quemaban algodón. En la conferencia se propuso desnaturalizar el trigo con la ayuda de eosina. El grano rojo podía servir como pienso para el ganado.     Lanzaron el eslogan: «Dad trigo al ganado, es más barato y nutritivo que el maíz». Se iban sucediendo las quiebras de los bancos. Los campesinos, hambrientos, abandonaban sus campos y se iban lejos en busca de pan.
    Las vacas comían trigo de primera calidad, Manitoba o Bartela. Pero unos meses más tarde los periódicos anunciaron que en el mundo había demasiada mantequilla y carne, y que por esta razón, justamente, la gente se estaba muriendo de hambre.
    En 1933 estuve en Dinamarca. Ya había visitado antes ese país tranquilo, verde y próspero. Los daneses vendían mantequilla, carne y tocino a los ingleses y a los alemanes. En la isla de Lolann, en la pequeña ciudad de Naiskof, vi una máquina increíble que transformaba las vacas en tortas redondas destinadas al engorde de los cerdos. La máquina molía los huesos y los mezclaba con la carne formando una masa de color terroso. (Inglaterra compraba aún tocino, pero ya estaba claro que había manteca en exceso en el mundo, y que si la situación mundial no mejoraba, pronto habría que sacrificar también los cerdos).
    Me mostró la máquina el veterinario local, hombre de cabello blanco, honesto y muy triste. Había pasado la vida cuidando vacas y no podía asistir tranquilamente a su masacre.
    En Copenhague vi a parados hambrientos. Yo sabía lo que es el hambre y al cruzarme con ellos dirigía la vista hacia otro lado.
    Los antiguos griegos crearon el mito de Sísifo. Era rey de Corinto y un bandido. Cuando murió, los dioses le impusieron un castigo terrible: debía transportar una gran piedra a la cima de una montaña, pero en cuanto llegaba allí la piedra rodaba hacia abajo. Sísifo había robado y asesinado. Pero ¿a cuenta de qué pecados había centenares de millones de hombres condenados al trabajo de Sísifo? Primero ampliaron la superficie de siembra; luego tiñeron el trigo con eosina para dárselo a las vacas; luego comenzaron a matar vacas para alimentar con ellas a los cerdos…
    Aquellos cuatro años no pasaron en vano para mí. No sé si conseguí hacer ver alguna cosa a mis lectores, pero yo, personalmente, vi muchas. Ya antes aborrecía el mundo del dinero, de la codicia, pero con el odio no basta. Llegué a comprender que no se trataba del carácter de las personas: entre los empresarios, los financieros, los reyes de la industria y magnates de las finanzas había personas buenas y malas, inteligentes y con pocas entendederas, simpáticas y detestables; no se trataba de su esencia diabólica, sino de la absurdidad del sistema. En la época de Balzac los capitalistas eran codiciosos, avaros, a veces violentos, pero construían fábricas, criaban vacas de raza, mejoraban el nivel de vida de la gente. Se les podía acusar de no tener corazón, pero no de estar locos. Cien años más tarde, los nietos de los personajes de Balzac parecían dementes furiosos.
    Me alegro de haber comprendido y reflexionado sobre esta verdad en el umbral de la década de 1930. La humanidad se aproximaba a una época de grandes pruebas. Cuando recuerdo mi pasado, pienso en la Alemania de Hitler, en los años transcurridos en España, en la guerra. Una de las pruebas más amargas por las que pasé fue a finales de 1937, cuando llegué a Moscú directamente desde el frente de Teruel. Hablaré de ello en el siguiente volumen de estas memorias, pero ahora quiero decir que, si bien no pude prever mucho de lo que se habló en 1956 en el Congreso del Partido y en cualquier piso moscovita, había estudiado a conciencia la estupidez, la barbarie y la crueldad del mundo enemigo antes de Hitler, antes de Guernica, antes de los pueblos quemados y las vacas ametralladas en los campos de Bielorrusia."


No hay comentarios: