Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

martes, 11 de junio de 2019

ULTIMOS COMBATES ALPINOS DE LA RESISTENCIA FRANCESA. LOS CONQUISTADORES DE LO INUTIL, de Lionel Terray

ULTIMOS COMBATES ALPINOS DE LA RESISTENCIA FRANCESA. LOS CONQUISTADORES DE LO INUTIL, de Lionel Terray

  "Esta batalla de Clairy, en la que yo fui más un espectador que un combatiente, me causó una profunda impresión y cuando volví a bajar al valle, a través de los tranquilos bosques, me sentí descorazonado.

  La primavera comenzaba a teñir de verde los prados, salpicados del amarillo de los narcisos. El aire estaba saturado de un olor que evocaba la paz y el amor. Al caminar por este decorado poético, era consciente de que el infierno en el que tantos hombres habían perdido inútilmente su vida no tenía nada que ver con el juego en el que había participado con entusiasmo durante los meses de invierno. Fue como si todo lo abominable que puede tener una guerra se me revelara de golpe.

  Frente a la temeridad que suelen demostrar algunos alpinistas jóvenes, la mayoría de origen alemán, muchos montañeros franceses suelen decir: «Están en fuera de juego: el alpinismo no es la guerra». Sin embargo, no se puede negar que el alpinismo es para muchos un medio de canalizar esos deseos de lucha que anidan en el fondo del corazón del ser humano desde el principio de los tiempos y cuya satisfacción no facilita en absoluto la vida moderna. Yo también soy como ellos; es probable que si hubiera nacido siglos antes habría sido soldado o corsario, y quizá el alpinismo representó para mí una especie de combate.

  Sea lo que fuere, la guerra me pareció durante cinco meses una nueva forma de alpinismo, aunque este combate no tenía nada en común con la guerra que acababa de ver. Lejos de elevar al hombre por encima de la materia, gracias a sus virtudes físicas y morales, lo reducía a una especie de animal acorralado por las fuerzas ciegas del hierro y del fuego. No, el alpinismo no es la guerra, puesto que ésta no es más que un gigantesco asesinato. Algunos criticaron con vehemencia la pertinencia de estos sangrientos ataques, lanzados cuando ya no había ninguna duda sobre la manera en que la guerra acabaría.

  Sin pretender arrogarme la calidad de juez y si la ambición de algunos mandos inclinó con toda seguridad la balanza, estoy convencido de que la mayoría de los generales que decidieron las ofensivas de los Alpes y, las más inútiles todavía, contra las «bolsas de resistencia del Atlántico», sólo lo hizo por patriotismo. Ahora bien, con la amplitud de miras que permite el paso del tiempo, me parece que los sacrificios superaron con creces los resultados perseguidos.

  Jacques Boell, oficial en la reserva y patriota indiscutible, finaliza su libro a la gloria de los combatientes de los Alpes con palabras que evocan la duda y la incertidumbre: «Sí, debo confesarlo. Siempre fui presa de una duda: todos esos jóvenes abatidos, todos esos mutilados, tanto sufrimiento en aquel montón de esquistos… ¿Eran realmente indispensables un mes antes del final de la guerra?».

  Pensando en quienes tienen que llevar este peso en la conciencia, comprendo que el sacrificio parece que no guarda ninguna relación con el resultado. Pero había que actuar o, al menos, intentarlo. Hacía falta que, por honor, el país acabase por liberar él mismo su propio suelo (en Alsacia, en los Alpes y en las costas del Atlántico). Nuestros ataques tenían que atraer al mayor número de fuerzas enemigas para que no actuasen en las llanuras italianas. También, y por encima de todo, era preciso que en el momento de la firma del tratado de paz, nuestros superiores pudiesen decir:

  «La paz en Francia necesita un muro de defensa, una zona de seguridad y ésa está situada en los Alpes. Nadie puede negarse a ceder este inhóspito territorio por el cual tantos jóvenes legaron generosamente sus vidas. Rectifiquen la frontera en el Mont-Cenis, en Chaberton, en el Saint-Bernard, en Vésubie, en Tende y en La Brigue».

  Mientras pienso en todo esto, creo sentir a mi alrededor la presencia entrañable de todos nuestros mártires y oigo un murmullo que parece decir: «No, no habremos muerto por nada si hemos conseguido aportar un poco de seguridad a nuestra patria».

  Justificar tanto dolor y tanta sangre con sentimientos tan nobles me parece que ha perdido casi todo su valor en la actualidad. ¡Que cada cual juzgue según su conciencia!"
Paso del Mont Sant Cenis, y uno de sus fuertes en primer termino


No hay comentarios: