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martes, 23 de octubre de 2018

SOLDADOS BRUTALES. UN RUMOR DE GUERRA, de Philip Caputo

SOLDADOS BRUTALES. UN RUMOR DE GUERRA, de Philip Caputo

    "Observé a los hombres de la compañía, sus rostros, a la par viejos y jóvenes, sus botas agrietadas y embarradas, y sentí que otro cambio los había afectado desde el mes de marzo. Un grupo íntimo desde el principio, la compañía C había estrechado más sus lazos, si cabe, en Vietnam, y de manera diferente. Su anterior camaradería poseía una cualidad adolescente similar al exclusivismo de un equipo de fútbol o de una fraternidad. La emoción que mostraban aquella noche era de tipo más serio porque Vietnam había entretejido nuevas hebras más resistentes en los lazos que los habían unido antes del aterrizaje en Danang, hebras entretejidas por la común aventura de estar juntos bajo el fuego y por la culpa de haber derramado sangre juntos, por los peligros y las penurias compartidas. Al mismo tiempo, sabía que yo era menos ingenuo en la forma de observar a los hombres del batallón. Ahora sabía que mis primeras impresiones no se basaban en la realidad sino en un consumo juvenil de películas de guerra y novelas melodramáticas. Los había considerado como versiones contemporáneas de Willie y Joe, tipos duros que en el fondo eran decentes y buenos. Ahora comprendía que algunos de ellos no eran tan decentes ni tan buenos. Muchos abrigaban celos, enconos y prejuicios. Y la arrogancia templaba su arraigado idealismo norteamericano («un marine vale por diez de estos vietcongs»).

    No se trataba de que yo me hubiera convertido en su juez: como no era ejemplar, no estaba en condiciones de juzgar. Pero había llegado a reconocerlos como hombres comunes y corrientes que a veces tenían actitudes extraordinarias en la tensión del combate, actos de arrojo y también de crueldad.

  
    El sargento Colby sustentaba un punto de vista distinto. Una noche le comenté que no podía comprender qué le había ocurrido a Hanson.


    —Cuando estuve en Corea —contestó Colby—, vi a hombres que practicaban puntería disparando contra granjeros coreanos. Antes de abandonar esto, señor, aprenderá que una de las cosas más brutales del mundo es su muchacho norteamericano típico de diecinueve años."

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