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lunes, 10 de septiembre de 2018

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila

LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA. Y ENTONCES NACÍ YO, de Miguel Gila


   "Llegamos hasta una casa en la que había un gran revuelo, se oían gritos de mujeres. Entramos, cruzamos el comedor y fuimos hasta la cocina. En la cocina había una puerta trasera que daba a un pequeño campo mezcla de huerta y corral. En el suelo, en un gran charco de sangre, dos cuerpos tendidos, uno de ellos llevaba puesto el uniforme de la Guardia Civil, el otro una camisa y un pantalón, habían sido abatidos a tiros de escopeta; la cara del guardia civil era un amasijo irreconocible, la del otro, la del que vestía camisa y pantalón, tenía el espanto en sus ojos desmesuradamente abiertos, había recibido los disparos en el vientre y sobre la camisa se podían ver sus intestinos. Los hombres que los habían matado estaban con sus escopetas bajo el brazo y una sonrisa en el rostro. Nos recibieron en actitud de héroes, con su cara, su boina o su gorra quemadas de sol. Nos miraban a nosotros y a los dos hombres que yacían en aquel charco de sangre, y sujetaban sus escopetas bajo el brazo sin dejar de sonreír, solamente les faltaba poner un pie sobre cada uno de los muertos para hacerse una fotografía, como si hubieran ido a un safari y hubiesen capturado dos leones. Unas mujeres, con los ojos cegados por el llanto, contemplaban a aquellos dos hombres caídos, mientras daban gritos desgarradores. Unos niños se abrazaban a las piernas de las mujeres, en sus caras se reflejaban el terror y la incomprensión.
    Uno, nos dijeron los de las escopetas, era el boticario y se llamaba Betegón, el otro era un teniente de la Guardia Civil, los habían cazado, ésa fue la palabra que utilizaron, cuando trataban de huir por la parte trasera de la casa. Eran, nos dijeron, dos fascistas.
  La visión de los intestinos del hombre con camisa y pantalón y la cara del guardia civil completamente destrozada me provocaron un vómito que no pude evitar. Comencé a sospechar que la guerra iba a ser dura y sangrienta. Cuando tomé la determinación de alistarme como voluntario no supuse que esa guerra civil iba a ser aprovechada por muchos para realizar una serie de venganzas llevadas a cabo con la disculpa de estar del lado de la derecha o del lado de la izquierda.
   Si dijera que al enrolarme lo hice apoyado en un profundo conocimiento de la política o de la ideología, estaría faltando a la verdad. A pesar de mi escuchar, de mi leer y de mi preguntar, tanto mis conocimientos ideológicos como políticos eran muy limitados, tan limitados que no sabía distinguir entre el comunismo y el socialismo, lo único que tenía claro, porque así me lo habían explicado en mi casa, era que los trabajadores corrían el riesgo de perder los derechos conseguidos gracias a la República, y que por eso había que defender la República, aunque para ello fuese necesario jugarse la vida.
    Mi ideología se iría formando más adelante, durante los primeros meses de vivir la guerra con todos sus horrores, después de que me llegara la noticia de los fusilamientos de Badajoz, después del bombardeo de Guernica por la aviación alemana, después de los continuos bombardeos de Madrid, donde las mujeres aterrorizadas corrían con sus hijos en los brazos a buscar refugio en las estaciones del metro, y se afirmaría algunos meses antes de terminar la guerra, después de ser testigo directo del cruel comportamiento de los mercenarios traídos por Franco de Africa, después de las humillaciones que padecí y vi padecer a otros hombres jóvenes como yo en los campos de prisioneros y en las improvisadas cárceles de la dictadura. Porque aunque algunos traten de negarlo, la posguerra fue muchísimo más cruel que la guerra misma. Si durante la guerra hubo muchas venganzas personales, la posguerra la superó con creces en ese tipo de ajuste de cuentas."

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