La Tierra de los Libros
domingo, 15 de junio de 2025
LOS VIEJOS CREYENTES, de Vitali Peskov
sábado, 14 de junio de 2025
BILLETE AL FIN DEL MUNDO, de Christian Wolmar
BILLETE AL FIN DEL MUNDO, de Christian Wolmar
El libro es un auténtico homenaje al tren más legendario en la historia del ferrocarril. Además de haber cruzado Rusia con él a principios del siglo XXI, el autor nos hace viajar por sus estaciones (con algunas fotos también) desde mediados del siglo XIX, cuando solo era una ilusión de unas cuantas mentes realmente interesadas por el futuro del imperio zarista de Alejandro III. Los inicios fueron de una gran dificultad para aquellos rusos que veían como el resto de Europa les adelantaba por todos los lados. Había mucho aristócrata instalado en la necia comodidad que millones de compatriotas no conocía. El nacimiento del Transiberiano, las dificultades que tuvo que superar, la obtención de financiación para empezarlo, el trazado que se eligió desde Moscú hasta Vladivostok, los tramos que se eligieron para iniciar su construcción... todo ello tiene mucho de epopeya civil, aunque entiendo muy resumida aquí por no acabar siendo prolijos. Pero es toda una batalla contra sectores de la sociedad opuestos y contra un ambiente geográfico tan hostil como lo es Siberia: por poner un ejemplo, sortear el lago Baikal. Por muy precariamente que se acabaran los túneles, puentes, la desecación de terrenos pantanosos, etc, no deja de ser un logro descomunal para una nación tan atrasada y corrupta como lo fueron los últimos reinados de los Romanov. No dejan de recordar aquellos esfuerzos a los trabajos faraónicos que también emprendieron los soviéticos: la industrialización de la nación se erigió sobre los cadáveres de un sin fin de personas, tanto en uno como en el otro régimen. Y no solo fueron los presos lo que pusieron el cuerpo en el empeño, también rusos normales, y muchos chinos. Da la sensación, y eso lo digo yo, de que en ese país la vida de cualquiera sin padrinos no vale gran cosa.
Que los primeros trenes en las primeras vías tuvieran tantas incidencias no amilanó a los rusos, que siguieron invirtiendo mucho dinero para mejorar cada sección del trazado. A la vez, y sin siquiera estar terminado, la economia del pais se vio beneficiada por el Transiberiano. Condujo a personas buscando un nuevo horizonte, llevó a exiliados, ocupó territorios que solo estaban en poder de Rusia nominalmente y le llevó al choque contra Japón por Manchuria en un conflicto difícil de asumir por el imperio ruso. Igualmente extendió la revolución y la Guerra Civil corrió por sus raíles en uno y otro sentido. Algo que Trotsky supo aprovechar. Por alli llego ayuda humanitaria y militar. Si tenemos en cuenta que la línea San Petersburgo-Moscú se terminó en 1851, y que el esfuerzo por llegar al Pacífico en un solo viaje acabó en 1904, y que el gasto económico fue tan brutal como para justificar la revolución de 1905, veremos que hay muchas historias que contar, pero principalmente la de un hombre que lo puso todo de su parte por sacarlo adelante: Serguéi Witte (Tbilisi, 1849-Petrogrado, 1915). Gran parte del libro cuenta cómo planeó todo el proyecto cuando recibió el encargo, y su influencia posterior.
En definitiva un libro escrito por un auténtico entusiasta de la línea (y sus variantes), que la conoció pese a las trabas que pone siempre la administración para hacerlo como si fueras un delincuente o un espía. Wolmer se ha documentado puntualmente y nos da a conocer el significado y la especial relevancia de un viaje de estos capaz de atravesar medio planeta seco con su diversidad de lenguas, culturas, etnias e historias personales. El libro se queda necesariamente en una introducción de todo eso: 9288 km, 8 zonas horarias, 7 días en el mejor de los casos... pero es muy entretenido. Una lectura que se acaba volando.
miércoles, 11 de junio de 2025
EL CHICO SOBRE LA CAJA DE MADERA, de Leon Leyson
EL CHICO SOBRE LA CAJA DE MADERA, de Leon Leyson
Leyson (1929-2013) fue un polaco que pudo haber salido como personaje en La lista de Schindler perfectamente. Pero hay críos en La película que pasan por cosas como las que él vivió. Este libro es la autobiografía de Leyson desde los humildes orígenes de su familia en un pequeño pueblo al noreste de Polonia hasta el final de sus días en EEUU.
Es un relato sencillo, lineal y muy emocionante el de estas páginas de terror y una mezcla de esperanza y desesperación que lo acompaña. La gran facilidad de su lectura esconde, como pocas veces he encontrado en un libro cualquiera, una profundidad de sentimientos admirable. A partir de la invasión alemana, nos cuenta una sucesión de buenas y malas decisiones dentro de la familia, con Leon entre los 10 y los 15 años que a veces salva la vida exponiendose muchísimo, y otras veces toma decisiones que lo sitúan al borde de la muerte. Para 1943 no cuenta con nadie de su familia al lado, pero sabe que están allí cerca, en otros barracones y otros trabajos a las afueras de Cracovia.
También tiene la virtud de transmitirnos casi en tiempo real cómo les iban llegando las malas noticias, como las asumían poco a poco, qué desconocían, cómo eran capaces de soportarlo. Es la mirada de un niño asustado con la madurez de quien tiene que ser más sensato y templado que nunca.
Hay algo más a lo que Leyson concede la mayor importancia: su experiencia con Schindler. Las páginas a él dedicadas son de profundo agradecimiento y emoción. Y lo justifica desde que lo conoció personalmente, pasando por lo que hizo por cada miembro de su familia y como se jugó todo por sus 1200 empleados hasta el final. Años después pudo darle las gracias de corazón en EEUU, el país de acogida de Leyson y sus padres. Porque, nada más acabar la guerra y regresar a Cracovia, los polacos apalearon a muchos judíos, apedrearon sus casas y los llenaron de infamia. No los nazis, no los alemanes. Los polacos, los mismos invadidos. La historia da unas lecciones terribles: eso de que quien no conoce la historia está condenado a repetirla me parece la mayor chorrada del mundo.
El libro acaba cuando es escrito en 2012, relatando antes el motor que le impulsó a escribirlo: el interés por el tema a raíz de la película de Spielberg. Un año después murió.
He leído muchos libros sobre el tema, incluso de otros supervivientes, y este me parece el mejor de todos con sus 170 de testimonio sencillo, directo y con unos pocos razonamientos de una lucidez que desarman a cualquiera. Muchos historiadores eminentes ya quisiera ser así de claros, concisos y emocionantes como Leon Leyson.
sábado, 31 de mayo de 2025
LA SAGA DE FRIDTHJOF EL VALIENTE Y OTRAS SAGAS ISLANDESAS, Anónimo.
LA SAGA DE FRIDTHJOF EL VALIENTE Y OTRAS SAGAS ISLANDESAS, Anónimo
miércoles, 28 de mayo de 2025
MISTERIO Y FE, de Jon Fosse
MISTERIO Y FE, de Jon Fosse
martes, 27 de mayo de 2025
RIÑA DE GATOS, de Eduardo Mendoza
RIÑA DE GATOS, de Eduardo Mendoza
La razón de leer este libro no es otra que su llegada gratuita a casa. Siendo otra obra en mi haber de Mendoza, no quería dejarla pasar, pero sabiendo que era un premio Planeta, han pasado años hasta que me decidiera a leerla. O quitármela del estante de libros pendientes, que en el caso de Riña de gatos es lo mismo. Porque es una novela escrita para ganar los 601.000 euros del premio Planeta 2010 más lo que venga después, y eso, en sí mismo, es ya un género literario aparte.
Tuve mi época de libros de Eduardo Mendoza, autor siempre tan original. Adoro La verdad sobre el caso Savolta, o Sin noticias de Gurb. El laberinto de las aceitunas no fue gran cosa. La ciudad de los prodigios estuvo bien, y del resto, dos o tres más, no guardo memoria. Creo que Riña de gatos irá al grupo intermedio de "no estuvo mal".
A todo esto, el personaje central es un inglés, Anthony Whitelands, especialista en la obra de Velázquez, por lo que también conoce la España del momento igual que cualquier guiri. De lo peor del libro, por credibilidad, las peroratas con la que los personajes interpretan la tensa actualidad política para que el inglés entienda dónde se mete cuando le piden que acuda para un encargo profesional en el Madrid del primer semestre del 36. Porque lo hace inocentemente. Tiene el atractivo de ser una explicación socorrida para el lector de un periodo de nuestra historia tan controvertido: todavía nos culpamos de estas cosas unos contra otros casi 100 años después. El tema sigue interesando al lector de cualquier tendencia. Hay un morbo en esto que sigue atrayendo a muchos lectores que no conocen el tema más que por disputas políticas de tertulianos y otros personajes casi igual de lamentables que los malotes de Riña de gatos. En mi opinión creo que debilita la profundidad con que podría haber descrito los personajes: hablan los conspiradores rojos, azules y militares de la época (como Franco) con la comprensión de una barra de bar repleta de cuñados. Tal vez es lo que tocaba, o es tal vez lo que toca para ser premio Planeta.
La historia general es una concatenación de historias particulares: la de un historiador del arte inglés que encuentra el "Velázquez" de su vida, con el atractivo de una joven de la nobleza española que le lleva a José Antonio Primo de Rivera, pasando por Azaña en persona, para regresar al punto inicial con algún muerto por el camino y el inglés bien trasquilado, que es lo que por otra parte se merecen (sentimiento que comparten los más castizos de la novela). Como otras veces, Mendoza se sirve de un acercamiento a la historia con cierta irreverencia (que no falta de respeto) a través la ironía y el humor, con la reinterpretación de personajes históricos para meternos en el ambiente madrileño previo al alzamiento de julio de 1936. El presunto cuadro de Velázquez es la excusa para que Whitelands ande por los ambientes políticos más candentes, equivocando las preguntas pero encontrando las respuestas, lo cual es de lo más estimable de la novela y del personaje central. Se convierte en un incordio para todos, pero al menos consigue que los demás personajes le tengan que explicar la situación que vive Madrid. El otro gran personaje, por su fuerza y por cómo Mendoza se lo va guardando casi hasta el final, es Primo de Rivera, el fundador de la falange. Un personaje al que todos conocen o han oído hablar, de una sola pieza, pero que, sin embargo, esconde muchas sombras y le delatan muchas aristas conforme Whitelands lo conoce de cerca. No tiene tanta carga política en esta novela, más allá de la que lector previamente conoce. Es esencialmente un aventurero típico de la época: a todos quiere agradar, y para eso hace falta también un enemigo acérrimo y personal con el que medirse y salir ganando, ejerce un cultivo desmesurado de la imagen, es un conquistador nato de hembras, tiene una vis violenta que es contrarrestada por otra más poética... Enfin, un vendehumos que se apoya en la herencia de su padre.
Todo en la novela es un lío, muy típico de Mendoza, de relaciones personales, malentendidos, descubrimientos, tropezones en la investigación de la autenticidad del cuadro, los fines poco claros de su venta en el extranjero... ideal para una novela de espías, agentes extranjeros, diplomáticos y asesinos a sueldo. Lo que menos me ha gustado, el final. Por lo demás, entretenida y sin pretensiones de nada. Puede gustar por igual a casi todos.
lunes, 26 de mayo de 2025
CONCEPCIÓN ARENAL, de Anna Caballé
CONCEPCIÓN ARENAL, de Anna Caballé
viernes, 9 de mayo de 2025
SEÑOR KAFKA, de Bohumil Hrabal
SEÑOR KAFKA, de Bohumil Hrabal
Libro de siete cuentos publicado en 1965 en Praga. Tiene mucho de válvula de escape desde la chusca realidad de aquel régimen, la del socialismo real. Un manojo de protagonistas, por lo general obreros de la fundición, hacen de la realidad aciaga que les ha caído encima a veces un chiste, a veces un esperpento. Con humor, con salidas de tono propias de un ambiente de trabajo duro, se reivindican como personas a las que el sistema les ha privado de tantas cosa que le son propias a la humanidad: el trabajo justo, la belleza, la libertad de conciencia, la solidaridad. Y Hrabal sabía de que hablaba porque trabajó en la siderurgia de Poldi como peón. No era este el escaparate que el régimen comunista deseaba de sus bondades, por lo que, tras la invasión soviética del 68, se prohibió su lectura y pasaba en copias, de mano en mano, furtivamente.
En mi caso, me costó entrar en estos cuentos por el estilo surrealista, una experimentación satírica que esta muy bien pero a la que yo no soy muy aficionado. Particularmente, me cuesta adaptarme a esa sucesión de escenas (o de diálogos) que no separan a los protagonistas o el lugar en el que suceden. El autor invita con ellos a entender a los individuos como una masa que, por muy distante que estén sus componentes, habla el mismo lenguaje, que se hablan unos a otros. Al principio aturde, pero luego entiendes que es una manera original de manifestar ese cortocircuito en la comunicación social: se hablan, ¿pero se entienden? Me da la sensación de que si se saben de que hablan, todos tienen la misma experiencia, pero acaba siendo como un diálogo de sordos, es lo que hay y poco más se puede hacer. Este estilo tan poco conformista con el lector actual logra que se haga preguntas: ¿por qué ocurre esto? Estéticamente cada cuento es un retablo de collages al que, en mi opinión, hay que mirar tomando cierta distancia para leer el conjunto y entender la parte por el todo. Tal vez en 1965 los checos lo entendieran de una forma algo diferente.
Tampoco el autor alivia la carga real de pesadumbre de los personajes, pero la hace más llevadera con el humor y algunos toques de complicidad entre ellos. Hasta en el fracaso estos perdedores encuentran un atisbo de belleza. En este aspecto, los relatos que más me gustaron son los dos últimos, ya muy cargados de nostalgia: viven en un mundo y con unos trabajos que te arrancan todo lo bueno que podrías haber sido o tenido. Cualquier pequeño detalle que haga volar por un momento la imaginación de un personaje hacia una vida mejor les impulsa un dia mas, tal vez los haga una mejor compañía para el resto. ¿Y quienes son? Una chica borracha de la que se aprovechan, un juez castigado al trabajo de la fundición, chicas que pagan por delitos en la siderurgia, una vieja que vende cartas de amor al peso, un pintor, un policía secreto caído en desgracia, unos huelguistas contra los funcionarios del sindicato, un equipo cinematográfico que viene a grabar a estos huelguistas, un albañil, un cura... El régimen no trata el trabajo como una forma de liquidar gente, como hacían los nazis en los campos de concentración, pero si lo convierte en un castigo. Lo que ve Hrabal en Poldi, con su siderurgia que saca a flote la economía estatal, es la bella Poldi. Y como lo ve, con qué ojos lo hace, es la originalidad de este libro.
En realidad, creo que el mensaje común de los cuentos es encontrar la salvación personal en una vida de mierda: la paradoja de cómo salir del sufrimiento impuesto por un estado que te vende la felicidad a golpe de decreto. Y si no, ya se encarga el de reeducarte para que, por fin, aprendas a ser feliz.
No ha resultado una lectura fácil al principio, pero luego vas viendo por donde van las cosas. Está claro que Hrabal escribía para gente que sabía de sobra de qué estaba hablando. Hay ciertos códigos de conducta de los personajes, de contexto histórico, que tal vez en 2025 no sean tan evidentes para el lector, creo que la edición adolece de esa explicación. El libro tiene 150 páginas, no hubiera costado tanto. Sin embargo, superado esto, creo que es un libro entretenido y muy valioso por las historias que cuenta y el modo original de hacerlo.
martes, 6 de mayo de 2025
SIEMPRE LA MISMA NIEVE Y SIEMPRE EL MISMO TIO, de Herta Müller
SIEMPRE LA MISMA NIEVE Y SIEMPRE EL MISMO TIO, de Herta Müller
El sentido de todos los ensayos aquí reunidos, en mi opinión, es el de mostrar al lector interesado en la obra de Müller como consigue crear literatura a través de su biografía. Los ultimos capitulos tambien comentan como otros autores, generalmente ya fallecidos y rumanos como ella, consiguieron fabricar las obras que nuestra autora ha llegado a admirar tanto. Como dice en alguna ocasión, ella escribe en modo ficción, pero ante todo quiere poder decir lo que ocurre y ve a su alrededor. Por eso la biografía es tan importante en su obra, incluso la que puede compartir con un autor, Oskar Pastior, al que ella admiró desde la amistad y el exilio en Alemania. Este es el caso cuando habla de su novela Todo lo que tengo lo llevo conmigo. Pero también reseña a otros autores rumanos desconocidos en España, incluso comenta el valor del folclore rumano como fuente literaria.
No solo habla de su vida. También de las de sus amigos de juventud, de la vida de su padre y cómo le afectó cuando comprendió quién era de verdad. Otro caso es su madre, una mujer tampoco fácil de sobrellevar, pero a la que debe el título de la presenta obra de la que estoy escribiendo. En uno de los mejores capítulos nos cuenta la persecución que sufrió por la Securitate incluso una vez exiliada en Alemania, en otro como fue su salida por la frontera rumana. En otro comenta su lectura de los informes de la Securitate sobre ella (muy mermados) o como fue el descubrimiento de que alguien tan querido como Pastior también espió para este servicio de seguridad estatal. Todos estos descubrimientos los utiliza para señalar el inmenso valor que da a cada palabra para intentar atrapar aquellas experiencias. Sin duda es muy bueno el capítulo que nos habla de como va descubriendo la palabra que necesita dentro de un párrafo. Antes que hablar de creación, hay un acto de meditación sobre esto. Muy ilustrativa su forma de escribir.
Está el discurso del Nobel de Literatura y la razón del título de este libro. No creo que sea la mejor forma forma de adentrarse en el universo literario de Herta Müller pero, sin duda, es una herramienta estupenda para afinar nuestra sensibilidad hacia los libros leídos de esta autora nacida en una comunidad alemana dentro de Rumania.
sábado, 19 de abril de 2025
A TODA MAQUINA, de Dervla Murphy
A TODA MÁQUINA, de Dervla Murphy
Esta es la crónica de Dervla Murphy (1931-2022), una chica de 32 años más decidida que arriesgada. De las que meditan el viaje, por difícil que sea a priori, antes que darse por vencida debido a las dificultades. Si algo destaca este libro es decisión, obstinación ante las dificultades que se pueden superar, optimismo siempre, y una capacidad de sacar lo mejor de la gente (y de su bici llamada Roz) aunque nos parezca imposible. Tampoco es que sea siempre posible, y es que, antes de llegara Teherán, ya saco su pistola del calibre 2.5 para ahuyentar animales, ladrones y violadores. Pocas veces encuentras actitudes así. Sabe cuándo es mejor montarse en un camión y salir de un mal paso, y sabe cuándo gastar el escaso dinero con el que cuenta.
El lenguaje es llano, directo, poco dado al ensimismamiento. Sabe muy bien lo que busca en los viajes, esa complicidad humana entre personas de diferentes culturas que tienen el tiempo deseable para hablar con ella, explicarle como funcionan las cosas, intercambiar impresiones. Murphy ya había viajado a otros países europeos. Recorrió España en el 54 y el 56, parece ser que tenía cariño y comprensión por la gente de aquel país nuestro. Su crónica son los apuntes de viaje con pocas modificaciones, según confiesa. No se ha preocupado por documentarse, sino que trasplanta al papel lo que ha visto, lo que le han contado y sus impresiones. Por mucha pobreza que haya visto, intenta elevar esa humanidad en sus apreciaciones sin la mirada occidental de superioridad tan habitual. La superioridad de una sociedad está en la actitud de las personas, en cómo se trata la gente, y ella lo va subrayando entrelineas.
Hay algunos aspectos comunes en el relato: uno, que al ser muy poco editado para la publicación, el entusiasmo por un país en seguida se ve superado por el siguiente país en su avance sobre Roz. Dos, que deplora la uniformidad en las costumbres de la gente que encuentra, en este caso el dominio de los gustos occidentales sobre las costumbres de otros países. Tres, busca lo local, lo particular de cada país,y de cada región. Si no es peligroso o insalubre, prefiere compartirlo que permanecer en sus costumbres europeas. Algunas veces lleva sus opiniones al extremo de dudar de que la alfabetización universal de la población sea beneficiosa, algo que no comparto en absoluto.
Otro detalle de su actitud es que no está tan centrada en cómo se va sintiendo a lo largo del viaje. Su experiencia la lleva a posar la mirada en lo que ve, sobretodo en las personas, antes que darse el gusto de convertir sus sentimientos y sus ideas el centro de su narración. El mundo no gira en torno a ella, no se siente tan importante frente a los ciudadanos de los distintos países como para ponerlos a su disposición para aumentar su bienestar de emociones. Ella los escucha más de lo que se escucha a ella misma en esta historia, y es algo para mí determinante en cualquier actitud viajera: saber escuchar, antes que escucharse a todas horas. Ahí están los detalles sobre la pobreza y la mendicidad que observa, comparándolos también entre los países de oriente y los occidentales, o la relevancia de la corrupción en la sociedad persa. Estas reflexiones se las plantea muy a sabiendas de los conceptos que maneja, y su relevancia en cualquier sociedad. Tenía las ideas bastante claras, no era una chiquilla, aunque saliera de casa solo con 63 libras en el bolsillo el dia que empezó su viaje allá por el invierno de 1962. Por poner algunos ejemplos:
Los problemas de emancipación de la mujer en Irán, y el dominio que ejercen los clérigos sobre la población.
La buena atención de la gente en Yugoslavia
Acompañar a los granjeros persas a sus granjas; en general su hospitalidad. Lo contrario que en Azerbaiyán.
La dependencia para el desarrollo de USA y URSS que tenía Afganistán
El primer país en el que se entretiene en contar cosas es Persia (Irán ahora): en algunos lugares remotos de Persia incluso la apedrean, los clérigos harapientos la azuzan (¿andaría Jomeini ya dando la brasa?). En otros solo se preocupan de mirarla con mala cara. Mucha soledad e insolación por el camino. Caminos malísimos de andar en bici o en camión. Los mulás soliviantando a la población contra lo que no les gusta del gobierno del Sah. Gente dura con sus corruptelas, robos y violencias que solo se pueden comprender desde la vida de privaciones que sufren. Desierto nada amable pero hermoso.
Si Persia ya fue dura en cuanto a carreteras, le sigue Afganistán, de la que le dan toda clase de prevenciones. Carreteras peores, pero llega a Herat y se enamoró de la ciudad, de sus edificios y las costumbres. Las mujeres con burka, pero a ella la aceptan bastante bien. La gente, como si viviera en una prolongación del siglo XIX, y bastante bondadosa. Durante esta parte del viaje la desvían, en autobús, por los trayectos más seguros que dejan los bandidos armados y las refriegas contra los soldados. En Kandahar, bastantes estadounidenses y otros viajeros occidentales. Hace comparaciones en condiciones de vida de cada país con respecto a los dejados atrás. Afganistán cae al ultimo de la fila en muchos aspectos, como higiene, el trato a las mujeres, la lucha entre USA y URSS por hacerse con el país... en general, cuando entra en un país se enamora de lo que ve, y pasados los días va poniendo las cosas en su sitio. Si es cierto que la gente es muy amable, sabiendo los códigos de conducta, también es cierto que las partidas de bandidos campan a su aire por muchos sitios. También alaba la belleza del país, algo que ni con la imaginación podía pensar.
Con el Hindu Kush de fondo, y Kabul atrás, entró en Pakistán por el puerto de Jaiber y en seguida lamento el cambio: más modernidad, menos cordialidad en el trato. Salió de Afganistán enamorada de su gente, sintiendo haber conectado con ellos porque nunca los trato con miedo, aunque también mejorandose de tres costillas rotas tras un accidente. En Pakistán en seguida notó la mano del pasado británico en los edificios, en la organización del tráfico, en las costumbres de la pastunes.
Siendo mujer, extranjera y viajando sola, recibe, además de intentos de violación, muchas más muestras de atención por parte de los hombres, que son los que dominan la sociedad. Es el caso en Peshawar de la familia que reina allí, en el estado de Swat. En el palacio donde se instala, por ofrecimiento del príncipe, pasaron la reina Isabel II o Jruschov.
Los viajes sobre Roz se hacen imposible por el intenso calor, tanto que el disfrute del paisaje disminuye. Pasa por Cachemira, Rawalpindi, y hace un viaje a Gilgit memorable: describe unos paisajes infarto, el Nanga Parbat, y hace una ligera ascensión por las afueras para encontrarse un cadáver de pocos días escondido del que no dará cuenta para no acarrear problemas. Luego hace un recorrido a caballo de varios días sola, donde conoce un mundo ancestral, poco desarrollado, lleno de miseria y enfermedades. Entabla amistad con un rajá que le regala una granja para vivir para siempre, conduce ella sola una recua de ponis y burros. Es un ambiente de relaciones profundamente humanas entre ellas y los habitantes, gente tan diferente y capaz de encontrar muchos puntos en común sin demasiada complejidad. Los caminos son algo único en paisaje pero también en fuerza para seguir viajando. Son desérticos, a una altura grande y una temperatura de 45°C sin sombras. Lo pasa bastante mal esos días pedaleando. Por otro lado, la gente es tan pobre que apenas consigue comida y pasa mucha hambre. Ni siquiera ha visto una bicicleta en su vida ni sabe cómo funciona. Es algo fascinante del relato.
Su lista de montañas preferidas vistas en el viaje: Nanga Parbat, Ararat y Damavand. El cruce del puerto de Babusar es otra odisea digna de mención. A partir de aquí, el nivel de exigencia de nuestra ciclista se va conteniendo en la medida en que vuelve a un mundo cada vez más civilizado hasta llegar a Rawalpindi, donde es hospedada con las comodidades de la casa de un príncipe, asiste a asambleas del Parlamento paquistaní e incluso almuerza con el Presidente. Es un mundo de confianza en la conversación del otro, sea quien sea quien hable o escuche.
Aunque se nos haya olvidado a lo largo de la lectura del libro, el final del viaje era la India, pero cada vez que conocía un país le gustaba más que el anterior, ese era el nivel de entusiasmo de la autora. Parecía no tener límites. Pero los tenía, y al penetrar en la India y llegar a Deli atravesando el Punjab, la autora va analizando el trato cada vez más frío con la gente y lo poco que le gustan muchas de las cosas que ve por el camino. Lo último que nos cuenta es que va a esperar un tiempo hasta que vuelva a ser una época propicia para recorrer este subcontinente en bicicleta. Y lo cuenta no como una interrupción abrupta, sino como un ¡Volveré!, en esa forma tan de diario en el que no revisa demasiado sus impresiones del día ni hace demasiadas cábalas de futuro. Murphy siempre organiza el futuro para que nada le estropee el día, que es lo que cuenta.