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domingo, 4 de febrero de 2024

LA PRISION DE LA LIBERTAD, de Michael Ende

 LA PRISIÓN DE LA LIBERTAD, de Michael Ende

Reunidos en 1992 por el autor alemán del que guardo muy buenos recuerdos de Momo y La historia interminable, tenemos estos ocho cuentos llenos de imaginación y planteamientos filosóficos. Ende confesó que estaban muy influenciados por los libros de Borges en lo literario, y por los grabados de Escher y Piranesi. Yo diría que tampoco faltó el influjo de un padre artista (la portada utiliza un cuadro de Edgar Ende) y, en menor medida, una infancia durante el régimen nazi. Si los traemos a nuestra memoria, veremos que la fantasía del autor le ha servido para explorar edificios imposible de llevar a la realidad, de percepciones oníricas de lo que ven o sienten los personajes en determinado momento, de puertas de entradas casi secretas. Una vez traspasadas empieza un juego de luces, de perspectivas, de engañosas impresiones que nos hacen dudar de la realidad entre cuatro paredes. Un universo dentro del nuestro en el que se juega con otras reglas, esas que el protagonista debe explorar mientras pone en duda las normas con  las que ingresó en el edificio desde el exterior (aquí entran las arquitecturas imposibles de Escher). A veces el llegar a ese edificio ha sido tan arduo que pocos tienen fuerza para ingresar en una construcción que ya desde lejos se percibe como un enigma. Pero hay más enigmas: un cuadro, un pequeño vehículo, unas catacumbas, una ciudad resplandeciente y perdida en medio del desierto capaz de abducir a los sorprendidos viajeros, ambientes palaciegos orientales... El primer cuento podría ser una metáfora también de cómo es capaz la pintura (y no solo la arquitectura) de conmover incluso al más estúpido, o en el cuento de las catacumbas como el arte más simple puede conmover al ser más banal y embrutecido. Los últimos cuentos me han parecido muy enfocados en graves dilemas filosóficos en torno a elegir libertad o la seguridad del rebaño (la caverna de Platón). O enfocados a lo que es la libertad, y lo que es un engaño o una falsa apariencia de ella. ¿Existe la libertad de elección? Hay sutiles diferencias en los temas tratados. El último cuento es, dentro de la arquitectura tan racional de los ocho cuentos, el que más me ha conmovido dado el destino final del protagonista, tan agridulce según se interprete. Es también el que transmite un sentimiento de bondad, más que unas ideas.

En la idea que me ha quedado tras la lectura podría utilizar la imagen de un laberinto. Ende me ha llevado desde el exterior (la prisión), por donde deambulamos todos, a través de una invitación en la puerta (una evocación muy personal), a otro punto en el que he sido liberado tras haber caminado por pasillos llenos de curvas, de espejismos, de contradicciones que me han hecho dudar de lo que veía a cada paso. Ende nos hace transitar por imágenes que desafían el sentido común hasta llevarme al corazón del laberinto, que es una idea concreta, generalmente un dilema en sí mismo. Pero una vez que he visto el mensaje, el laberinto desaparece y tu estas fuera, otra vez con los demás, tal vez distinto, o más libre. Llevando el laberinto dentro, por supuesto.

Es la marca de la casa de Ende, los cuentos para pensar. No son cuentos que solo te den ideas, ni son morales en absoluto, son cuentos que te hacen jugar con las que uno tiene ya en su cabeza. No hay miedo a reflexionar en estas páginas, ni un eje argumental que te lleve a una conclusión obvia. En 2024, una rareza que me apresure a comprar en cuanto la vi. Viene con un pequeño estudio preliminar que viene bien.

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