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sábado, 17 de febrero de 2024

LA LIBRERA DE EL CAIRO, de Nadia Wassef

LA LIBRERA DE EL CAIRO, de Nadia Wassef



Es la historia de la librería Diwan, emblemática de la capital egipcia, abierta en 2001, y contada por una de sus 3 fundadoras. Lo cuenta en primera persona en torno a unas coordenadas: lo primero es levantar un negocio desde la nada, cuando no existía un modelo de librería moderno en todo El Cairo. Segundo, el propio empoderamiento de estas mujeres frente a las negativas de la costumbre patriarcal, los malos presagios y el papel subordinado de la mujer en la sociedad. Tercero, las anécdotas con los clientes, historias en el llamado tercer espacio, la cafetería, o en la función de los servicios para mujeres

Entra en algunas discusiones actuales, como la herencia del colonialismo en Egipto: los tesoros arqueológicos (pongamos el busto de Nefertiti) han pasado a ser emblemas de la historia colonizadora en los museos de los países, no de su lugar de origen. En realidad, en vez de dejar que estas antiguas colonias aprendan directamente de su pasado, tienen que aprenderlo de sus antiguos colonizadores porque ellos se dedicaron a estudiarlo antes. Eso significa que el modelo de historia tiene una referencia exterior.

Habla de como compuso una sección de su librería, los Esenciales de Egipto: los grandes autores del país, los egiptólogos extranjeros, y el nacionalismo a la hora de valorar los libros de las diferentes tradiciones culturales del país (coptos, judíos y árabes). Si esta variedad de libros supuso una imagen personal de Egipto, el segundo capítulo, en torno a libros de cocina, también dibujar una imagen de las relaciones familiares. Dentro de la educación tradicional femenina en la sociedad egipcia, la autora experimentó la dificultad de sacar un negocio adelante con sus socias, las trabas administrativas, la corrupción institucional, el salafismo subyacente en tiempos de Mubarak, el trato entre una mujer de clase media y culta con sus empleados de las librerías. Todo esto se describe con fuertes contrastes. En general, utiliza el recurso del tipo de libros del que equipa su negocio para hacer un planteamiento personal sobre el tema y hacerlo autobiográfico: plantear un problema de su vida, buscar respuestas en manuales prácticos de empresa o psicología de los que surte la librería. Pero no le sirven y es una experiencia humana, o algo que leyó en una novela, la que le ayuda. Por ejemplo, le pasa con el tema de la maternidad, de la que se siente culpable o mala madre por sentirse mejor siendo empresaria que cambiando pañales, aún más cuando es esa la educación tradicional recibida. Lo mismo en cuanto a matrimonios, donde el divorcio se considera un fracaso a evitar, y no el evidente fracaso de aguantar sin divorciarse. 

Otro tema es el de la censura gubernamental y social, ejemplificado por Las mil y una noches, o la censura de los islámicas al contacto físico con mujeres como ella aún cuando las buscan para hacer negocios. La sexualidad se lee ahora con más carnalidad que hace 150 años. La pornografia está en los ojos actuales, sobretodo en los islamistas. Ellos sabrán qué hacen en sus ratos libres. Hay incluso alguna lista de buenos escritores árabes en lo que llevamos de siglo. 

Por tanto, la historia de Diwan funciona también como historia sentimental de su vida adulta, una historia social de las clases más desfavorecidas de El Cairo, y sobre los cambios que la globalización trajo a los barrios, logrando que sus habitantes perdieran paulatinamente el sentido de comunidad. La cadena de librerías que es Diwan es tratado como un hijo al que dedicarse completamente. Pero aún así, la autora confiesa al final lo mucho que le costaba mantener los números en negro y no en rojo, las aperturas y cierres de tiendas, el cansancio o paulatina desilusión porque no era lo que había soñado aunque tampoco estaba mal. A este cansancio le llegó la puntilla de la primavera árabe del 2011. En principio, Diwan había sido creado para fomentar las ideas dentro de una sociedad con graves lagunas culturales, una sociedad altamente corrupta. Pero la primavera se torció con la llegada democrática de los Hermanos Musulmanes al poder al año de caer Mubarak. Año y medio después otra revuelta, apoyada por militares, los expulsó. Y el paradigma de ventas cambió: empezaron a venderse libros espirituales, trascendentes.

Por el desgaste personal, la autora, una de las tres fundadoras del Diwan en 2001 abandonó en 2017

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