Ver Viajes del Mundo en un mapa más grande

martes, 12 de septiembre de 2017

HEROES GUINEANOS. UN GUARDIA CIVIL EN LA SELVA, de Gustau Nerin

HEROES GUINEANOS. UN GUARDIA CIVIL EN LA SELVA, de Gustau Nerin

    "Pero el más firme aliado de Ayala en la región de Mikomeseng fue Motó, un rico jefe del clan nzomo. Los habitantes de la zona recuerdan, todavía hoy, que aquel jefe llegó a ser una especie de cacique, pero también subrayan que fue Ayala quien le confirió su autoridad: trabajaran en obras públicas. Así consolidaban su posición. Y, cuando las autoridades les exigían que enviasen braceros a Fernando Poo, podían destinar allí a sus adversarios (de ese modo nadie se atrevía a cuestionar su autoridad, algo insólito hasta entonces). Había jefes muy impopulares, que incluso cobraban de los españoles una cantidad establecida por cada trabajador enviado a la isla.

Uno de los primeros aliados de los españoles fue el jefe de Mikomeseng. Colaboró en las operaciones militares contra los fang anticoloniales de la Primera Guerra Mundial, como guía de las tropas españolas. Solicitó que el destacamento de la Guardia Colonial se estableciera en su pueblo, y, gracias a ello, aquella aldea se convirtió en una de las poblaciones más dinámicas de toda la Guinea Continental.

Pero el más firme aliado de Ayala en la región de Mikomeseng fue Motó, un rico jefe del clan nzomo. Los habitantes de la zona recuerdan, todavía hoy, que aquel jefe llegó a ser una especie de cacique, pero también subrayan que fue Ayala quien le confirió su autoridad:«A Motú le llamaron primer jefe, como a todos los jefes, pero era más, porque Ayala le puso a este nivel. Ya después era Motú el que interpretaba todo lo que decía Ayala […] Era el jefe de todas las tribus, el superjefe». Ayala consultaba a Motú muchos asuntos políticos que afectaban a la región, e incluso Barrera se reunía con él cada vez que pasaba por Mikomeseng. Aquel jefe nzomo fue durante muchos años uno de los más fieles aliados de la Guardia Colonial. En cambio, los misioneros no podían ni verle, porque tenía una treintena de esposas y no quería renunciar a la poligamia. Motú era tan influyente que incluso plantaba cara a los militares cuando no estaba de acuerdo con sus decisiones. Una vez, cuando un oficial le reprendió porque la carretera que pasaba por su pueblo estaba en mal estado, le contestó: «Administrador pide hacer carreteras. Motú hace las carreteras, bien. Después llueve, y mal. Si administrador quiere, que envíe oficio a Dios diciéndole si tiene que llover o no».

Ayala, que apreciaba mucho a Motú, le ofreció una beca para uno de sus familiares. Le dijo que eligiese a algún muchacho de su familia y que el Gobierno colonial le enviaría a estudiar a la metrópolis. Motú escogió a Enrique Nvo, hijo de su hermano. Fue uno de los primeros fang guineanos que salieron a estudiar al extranjero. Pero, al volver, Nvo no se puso al servicio del colonialismo español, sino que se integró en el primer partido independentista de Guinea. Cuando intentaba exiliarse, fue asesinado por sicarios a sueldo del Gobierno español. Hoy en día se le considera uno de los mártires de la independencia guineana."
(...)

    "...Ondo Nkulu alcanzó un gran poder. Los habitantes de las poblaciones del sudeste de Guinea, para llegar a Bata, a Mikomeseng o a la ciudad camerunesa de Kribi, tenían que atravesar Ebibeyín, ya que el único camino abierto pasaba por allí. Y una vez alcanzada dicha población, antes de presentarse en el destacamento (una formalidad obligatoria), tenían que detenerse en el poblado de Ondo Nkulu. Según los esandon actuales, en aquel lugar había muchas mujeres, y cuando los viajeros de paso se detenían allí encontraban alguna compañera y se quedaban para siempre, porque allí podían casarse y construir un hogar. De ahí procedería el nombre de Ebibeyín («Detener a los forasteros»). La versión de la gente de Mongomo y Nzork, descendientes de los huéspedes de Ondo Nkulu, es sustancialmente distinta:

    «Para la gente de Nzork, llegar a Ebibeyín era un problema, porque significaba quedarse detenidos, cogidos. Ondo Nkulu mantenía a los extranjeros. Los alimentaba con comida. Y si quería los podía detener. A algunos los detenía con malicia, con mucha malicia […] Ondo Nkulu incluso podía quedarse con las mujeres de los que estaban de paso […] Si había chicas bonitas, se las quedaban para la gente de allí, y los maridos se quedaban solos. También les robaban las mercancías que tenían para vender. Los blancos permitían que pasara esto. Ondo Nkulu tenía su propia prisión… Mis padres y mis abuelos tenían miedo de ir a Ebibeyín a vender sus productos.»

    Ondo Nkulu era alguien muy odiado por las poblaciones del sur de Ebibeyín, pero, en cambio, gozaba de mucho prestigio entre los esandon, porque se dedicaba a redistribuir las riquezas que arrebataba a sus «invitados» entre los hombres de su pueblo. No se enriqueció en exceso, pero hasta su muerte mantuvo excelentes relaciones con la Administración colonial.

    Hubo quien, en vez de acercarse a la Guardia Colonial, prefirió colaborar con los misioneros. En 1919, un joven fang llamado Mañé Ela llegó a la misión de Bata para pedir a los claretianos que levantaran una capilla en su poblado, a unos cuarenta kilómetros de la ciudad. Los misioneros construyeron la misión que les pedía aquel joven y le protegieron. Con la ayuda de la Iglesia, el muchacho acabó por formar parte de las clases acomodadas locales. Pero quizá lo mejor para él hubiera sido no mezclarse con los religiosos. Con los años, Mañé acabó liderando el incipiente movimiento independentista guineano. Según su familia, como buen católico se lo contó a su confesor, un claretiano español, y éste le denunció ante las autoridades. En 1958 Acacio Mañé Ela fue detenido por la Guardia Civil, que le torturó hasta la muerte. Lanzaron su cadáver al fondo del Atlántico. Es el otro gran héroe nacional guineano."

Bravo Carbonell, Fernando Poo y el Muni, 1917.

No hay comentarios: