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martes, 23 de agosto de 2022

LOS ALPINISTAS DE STALIN, de Cedric Gras

LOS ALPINISTAS DE STALIN, de Cedric Gras


Hubo dos hermanos, dos grandes alpinistas en los primeros tiempos de la URSS. Eran Vitali y Yevgueni Abalakov. Dos "fuera de serie", sobre todo el segundo, en un momento en el que este deporte estaba muy atrasado con respecto a los logros de sus camaradas occidentales. Dos tipos con muchos logros en el Caucaso y el Pamir, dos siberianos, sin especiales vínculos iniciales con el comunismo, líderes entre sus pares pero con la mala suerte de vivir mientras un psicópata rige los destinos del pais: Stalin. 
Ellos se juegan la vida en laderas de hielo y crestas afiliadas, encordados a sus compañeros. Vitali se llevó la peor parte de la ascension al Khan Tengri, pero se salvó. Parece mentira que lo que evitan en la naturaleza más salvaje e inhóspita sea imposible de evitar en la civilización: la tortura y la muerte. Lo que no pudo conseguir una avalancha, un resbalón o un edema pulmonar, lo consiguió el régimen soviético con sus purgas: acabar con la vida de gente inocente, alpinistas en este caso, culpables de nada. Hasta el punto de cambiar la historia del alpinismo: allí donde uno de ellos llegó antes del terror de las purgas, se convirtió en un alpinista represaliado, condenado o ejecutado, desapareció de los análisis de la historia y nunca llegó a ese lugar desde entonces. Si fue el primero, corrió la lista y el primero fue el que hasta entonces había sido el segundo. El autor estudia los procedimientos judiciales, las delaciones entre los miembros de la comunidad alpina soviética, y describe las incoherencias y falsedades solo admisibles por coacción. Este es, en realidad, un punto fuerte del libro, la tragedia increíble de esta gente. 
El otro punto fuerte es conocer, aunque someramente, los inicios del alpinismo en la URSS. Hay un momento en esta historia en el que Vitali permanece encarcelado por el NKVD durante 2 años. Eso, unido a las amputaciones de dedos relacionadas con el Kan Tengri, lo dejan vivo por varios años posteriores a la guerra pero tambien fuera de juego del alpinismo excepto para dar clases y crear nuevo material de escalada del que la URSS carecia. Por eso es Yevgueni quien se pasea por el Pamir y sueña con el Himalaya. Quien despues de subir al pico Stalin en 1933 (despues pico Comunismo y despues pico Ismail Samani), cartografió debidamente cordilleras apenas visitadas hasta entonces en el centro del Asia sovietica. El es quien se llevo las medallas en su epoca. Una epoca que acabo abruptamente cuando lo encontraron  muerto el 24 de marzo de 1948 en Moscu. Otra cita para la controversia: ¿descuido, suicidio o asesinato?


La historia sigue ya solo con Vitali. Un hombre que salió vivo sin condena de un juicio contra el, pero no indemne: Stalin prohibió su salida de la URSS para nada. En un momento en que todos los países occidentales se dedicaban a coronar ochomiles, los soviéticos apenas salen del país. El alpinismo sólo sirve para la propaganda y aumentar el proselitismo político. 
Capítulo aparte merece la fallida aventura de los soviéticos con los chinos para conquistar el Everest... algo que pone los pelos de punta, y una tomadura de pelo china. Otra que te deja los pelos como escarpias es la primera ascension femenina al completo del pico Lenin.
El autor deja bien claro que la filosofía del alpinismo soviético es que allí suban todos, los buenos y los mejores, el ingeniero y el fontanero. Los méritos son del grupo, no del individuo. Por tanto, el que más vale debe esperar a que el que menos vale suba de nivel. Mientras, va pasando el tiempo y se pierden oportunidades, como le pasó a Vitali. 
Lo otro que deja muy claro es su aversión al sistema soviético e incluso a Putin. El libro está lleno de sus apreciaciones al respecto. Pero se echa de menos una inmersión mayor en la cultura de esta gente, ponerse en la piel de ellos, intentar sentir como ellos. Hundirse bajo las capas de informes y papeleos de la época y rescatar al hombre, lo que pudo sentir bajo capas de aparente rectitud soviética. Se esboza, pero echo de menos una mayor profundización. Se más de las opiniones del autor que de las opiniones de Yevgueni o de Vitali. Tal vez sea muy difícil lograrlo.
Por lo demás, un libro entretenido sobre dos oscuros siberianos que conquistaron la cima del alpinismo sovietico bajo la sombra del dictador y asesino en masa Stalin, incluso después de muerto.

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