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viernes, 30 de julio de 2021

EL LIBRO QUE HIZO DE KAPLAN UN CORRESPONSAL EN EL EXTRANJERO. A LA SOMBRA DE EUROPA, de Robert D. Kaplan

EL LIBRO QUE HIZO DE KAPLAN UN CORRESPONSAL EN EL EXTRANJERO. A LA SOMBRA DE EUROPA, de Robert D. Kaplan 


El día en que abandoné definitivamente el ejército, tras devolver el uniforme y el petate en el bakum, el centro de administración militar situado a las afueras de Tel Aviv, presenté la solicitud habitual para viajar al extranjero, requisito indispensable por haber pasado a la reserva. Una joven uniformada me preguntó dónde tenía previsto ir. Le respondí que a Rumanía. Ella manifestó una ligera sorpresa. Rumanía era miembro del Pacto de Varsovia, mantenía un estrecho vínculo con la Organización para la Liberación de Palestina y con países árabes radicales. «No van muchos israelíes —señaló—. ¿Por qué? ¿Y a principios de invierno?» Le expliqué que deseaba visitar los monasterios cristianos ortodoxos, un tema sobre el que había escrito algunos libros. «Póngase en contacto con el Ministerio de Asuntos Exteriores en Jerusalén para que le faciliten la dirección y el teléfono de la embajada israelí en Rumanía por si tiene algún problema relacionado con la seguridad durante su estancia», recitó ella con voz monótona y sin expresión mientras me entregaba el permiso. Acto seguido puntualizó que la autorización solo era válida para Rumanía y que las Fuerzas de Defensa de Israel no me permitían viajar a ningún otro lugar de Europa Oriental, donde Israel no disponía de embajadas. Acepté las condiciones a sabiendas de que no las respetaría. Por pequeña que pudiera ser la infracción, en aquel momento supe que tal vez no regresaría a Israel. Al día siguiente por la mañana, cuando hube embarcado en un avión de El Al con destino a Bucarest, guardé con cuidado mi pasaporte israelí en el fondo de mi bolsa de viaje. Al llegar, me desharía del billete de regreso, presentaría el pasaporte estadounidense y lo utilizaría para conseguir visados para el resto de los países comunistas en las embajadas que cada uno de ellos tuviera en la capital rumana. El libro de Skilling me había dado una vocación, una dirección: un destino. Leer es aprender sobre el contexto histórico en el que hemos crecido. Al descubrirme la Europa de la Guerra Fría, Skilling más que ninguna otra persona hizo posible que yo, durante los nueve años que siguieron, tomase plena conciencia de la era en la que había nacido. Aunque nadie me hubiera contratado, aquel libro hizo de mí un corresponsal en el extranjero.


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