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lunes, 25 de noviembre de 2019

LA CORRUPCIÓN FRANQUISTA. EL FIN DE LA ESPERANZA, de Juan Hermanos

LA CORRUPCIÓN FRANQUISTA. EL FIN DE LA ESPERANZA, de Juan Hermanos 

    "...Bajo esta aparente tranquilidad se ejercía silenciosa opresión: la prensa amordazada, las noticias deformadas sistemáticamente; discursos que afirmaban que todos éramos felices y estábamos contentos. Quisiera saber el porqué de estos discursos. ¿Se imaginaban que a fuerza de repetirnos que estábamos de acuerdo con nuestros opresores terminaríamos por pensarlo? La formación de ciertas fortunas era una de las cosas más extraordinarias. Si uno inspiraba confianza, el gobierno lo enriquecía de una manera fabulosa. Para ello bastaba solicitar una autorización para importar artículos que faltaban en España. Dichas autorizaciones no eran concedidas más que a gentes seguras, a condición de repartir los beneficios con las autoridades competentes. Todo el mundo sabía que el asunto era oficial. La condición sine qua non era trabajar en favor del régimen. El resto era una simple cuestión de precio. Las tarifas de la corrupción eran oficiales, todo el mundo las conocía, aunque no se publicaran por decoro.
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    Todo se vendía, desde un simple pasaporte hasta las patentes. Con este fin se crearon agencias, que publicaban anuncios en los periódicos. Mediante una suma elevada, estas agencias «privadas» proporcionaban los papeles que uno necesitaba en cuarenta y ocho horas. Este estado de cosas era aceptado por todos. La injusticia se había convertido en ley. No estando seguros del mañana para confiar en un aumento honesto de beneficios, los que podían reunir dinero lo hacían. No se respetaba a las gentes sino en función de su cuenta en el banco. Los intelectuales, los profesores, los médicos de los hospitales, reducidos a un tren de vida particularmente modesto, excepto si eran «patriotas», se convertían en el hazmerreír del público. La literatura, que había alcanzado durante la República un esplendor extraordinario, estaba prácticamente muerta. No se escribía. No se leía."

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