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miércoles, 9 de enero de 2019

LA BOLCHEVIQUE ENAMORADA, de Alexandra Kollontai

LA BOLCHEVIQUE ENAMORADA, de Alexandra Kollontai

"—Mira el mantel de hilo de Morosov. Las servilletas tienen el mismo dibujo. Pero he dicho que no las pusieran; cuestan demasiado lavarlas. 
—¿De dónde sacaste todas esas cosas? ¿Has comprado de verdad todo esto? 
Vasya miraba escrutadoramente a Vladimir. 
—Vasya, ¿sabes lo que todos estos muebles costarían hoy día? ¡Millones! ¿Cómo puedes pensar seriamente que mi sueldo de director me permita comprar todos estos lujos? Todas esas cosas me han sido proporcionadas. Tuve bastante suerte de llegar cuando era posible, y con la ayuda de unos cuantos amigos conseguí todos estos muebles de las autoridades. Ahora ya no lo permiten. Nadie puede actualmente amueblar una casa como esta. A menos que lo paguen al contado. Además, yo he comprado muchas otras cosas por mi propia cuenta durante el invierno; el armario de luna del dormitorio, la colcha de seda, la lámpara de la sala… 
Vladimir lo enumeraba todo contento, alegremente. 
Los ojos de Vasya, cada vez más fríos, brillaban de cólera. No parecían ya castaños, sino verdes como los ojos de un gato. 
—¿Y cuánto te han costado todas estas cosas tan espléndidas? 
La voz de Vasya temblaba. Vladimir no lo notó y continuó comiendo una chuleta y bebiendo cerveza. 
—Bueno, si se calcula el total de todo lo que he comprado a crédito, según el sistema de plazos, sube a… 
Despacio, como para causar impresión a Vasya, Vladimir dio una suma considerable. Levantando sus ojos, llenos de gozo, hasta su cara parecía querer decirle: «¡Qué hombre más bueno soy!». 
—Vasya, ¿qué te pasa? Se había levantado como si la pinchasen y estaba ante él. 
—¿De dónde has sacado el dinero? ¿De dónde? Dímelo enseguida. 
—¿Qué te pasa, Vasya? Cálmate. ¡No irás a creer que lo he conseguido por malos procedimientos! ¿O es que no sabes nada del valor del dinero? Compáralo con mi salario y verás. 
Le explicó la cantidad de su sueldo mensual y el tanto por ciento que recibía por las ganancias. 
—¿Ese es tu sueldo? ¿Tu sueldo mensual? Pero ¿cómo te atreves tú, un comunista, a gastarlo en tales tonterías? ¡Y cada vez mayor pobreza! ¡A tu derredor miseria y hambre! ¿No habrás hecho algo que no debías para llegar a ser director? 
Los ojos verdes, furiosos, de Vasya se acercaron aún más a Vladimir. 
—Bien, señor director; al menos podrás contestarme, ¿serás bastante amable que me contestes? 
Vladimir no se dio por vencido, queriendo volver a la razón a Vasya, convencerla por las buenas. Se echó a reír. 
—Vives como un gorrión bajo el alero y no sabes el valor del dinero. Hay aún otros que ganan mucho más y viven mucho mejor. Con verdadera elegancia. 
Pero a Vasya no era fácil vencerla con palabras. Estaba decidida a exigirle cuentas. ¿Por qué no vivía como un comunista? ¿Por qué tiraba el dinero en simplezas mientras la pobreza y el hambre crecían a su alrededor?
(...)
Entretanto, la servicial María Cemyoriovna había entrado en el comedor varias veces. Quería servir la comida y vio que aquella pareja reñía en el momento que se reunían. Así pasaba con la «gente distinguida» de verdad, a la que había servido antes de la Revolución. Aquéllos y los comunistas, todos eran iguales. Sólo que aquello era malo para la comida, que se estropearía de tanto esperar."

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