LA PUERTA DE MERLE, de Ted Kerasote
Como tengo tambien un labrador como compañero en esta vida, y vivo en un pueblo, este libro parecía hecho para mi.

El argumento general del libro es simple pero enteramente emotivo: Ted, en una de sus habituales salidas a la naturaleza, encuentra un cachorro de perro. Como todas las cosas que te marcan en la vida profundamente, ese primer encuentro no se olvida. Es más: puedes recrearlo como si fuera ayer aunque hayan pasado 16 años que son los que vivió Merle (Mirlo en español), el perro con una apariencia clara de labrador, aunque no puro. Se lo llevó a casa y continuó acompañándole durante ese resto de tiempo por las afueras del Grand Teton National Park, Wyoming. Un paraje privilegiado para una relación amo-perro unica. Como se avisa en la contraportada de este ejemplar de libro, Merle NO es el perro de la portada.
¿Por qué es única esa relación? Una de las claves del conocimiento que entabla Ted con Merle, y que Merle comprende bien, es que el autor no es nada amigo de atar al perro más que cuando hay que enseñarle lo básico, y poco más. Digamos que hay como dos corrientes en esto de tener legalmente (y por las buenas, que no quiero ni pensar en esos hijos de la gran puta que maltratan a una mascota) un perro: Unos educan a su perro con un método de obediencia, en la que el lazo es fundamental, y otros son los que confían más en su instinto sin dejar de enseñarles lo que pueden y no pueden hacer, los que utilizan la correa lo mínimo indispensable. Ted es de los segundos claramente: lo deja suelto, incluso confía en que no le atropelle un coche porque tiene aceptado lo de apartarse de ellos en la carretera. Dejando que Merle decida por sí mismo, avanza un poco más y le da como las llaves de casa. Veamos, normalmente uno mete y saca de casa a su perro, según la necesidad momento. Es su prerrogativa. Ted no: le pone una puerta de entrada y salida en la propia puerta de entrada de su caravana, propia para los perros y gatos. Luego hará lo mismo en la cabaña que se construya. Así, Merle decide por sí mismo De ahí el título de esta obra. Incluso si quiere salir y después no regresar. Ted confía en que allá fuera Merle será un perro sociable y que hará las cosas bien. Y eso que por el pueblo pasan no solo coches, sino coyotes y bisontes. Hay terreno con ganado en el que no debe entrar, pero tampoco es el único habitante de Kelly que confía en que su perro respetará la propiedad privada (allí es legal que si un perro ajeno entra en una finca con ganado, el dueño de este puede matarlo de un tiro).
Merle vagabundea por el pueblo sin control directo, aunque los vecinos saben de quién es y si pasa algo con él. No parece que le suponga problemas de ningún tipo. Pero en España tendría varios problemas: la circulación de vehículos y los excrementos dejados en cualquier parte. La gente a la que su mera presencia les molesta... suma y sigue.
El autor utiliza la herramienta narrativa de conversar con Merle: se contestan uno al otro aparentemente. Eso hace más llevadera la lectura (son 450 páginas). Cuando supone actitudes y sentimientos a Merle, algunos los puedo aceptar, pero otros me parecen aventurados. Cada lector sentirá como debe ser esta relación novelada de los dos, Merle y Ted. Estos diálogos no son ingenuos, presuponen algo más: no porque sean solo una estrategia narrativa sino porque apoya las conductas caninas que se han estudiado seriamente. Y aqui esta una de las cosas importantes de este libro: además de novelar esta bonita relacion, Ted la apuntala dándonos a conocer lo que la ciencia dice sobre la conducta de nuestros peludos. Sirven para fundamentar intuiciones que tenemos con ellos, para evitar tópicos nocivos, y para comprenderlos mas también a nivel fisiológico. Lo que esta claro es que Ted queria a Merle como un hijo, y eso es muy bueno. Es un relato serio, realista, no es un cuento de hadas sino realista, donde no se oculta el afecto hacia Merle sino que uno puede sentirse orgulloso de él, y de verse, además, correspondido. En este mundo de machirulos, de estructura social cada vez más vertical, más productiva, más interesada... encontrar este relato es un alivio. Una relación más entre dos amigos que entre amo-mascota. Ted deja que Merle pueda sacar lo mejor de sí mismo confiando en él, dándole esa seguridad total que merece y ese espacio de ocio y juego, más las relaciones con otros perros y humanos. Nada que ver con hacer de un perro el objeto de nuestras frustraciones, alimentarlo como un tamagochi ni prohibirle expresarse como lo que es: un perro.
¿Es todo brillante en esta relación? No siempre. Merle sufre enfermedades. Merle también está castrado. Yo no lo haría si no viera muy obligado. Otra cosa es que todo tiene un fin: Merle se hace mayor y adquiere en las patas delanteras una enfermedad muy parecida a la dichosa displasia... es un casi labrador al 100%. El caso es que me recordaba constantemente a mi Odin. El final del libro va siendo cada más personal, afectuoso con un perro que cumple 11, 12, 13... hasta los 16 años. No lo voy a adelantar, es mejor que tu lo leas. Pero los últimos capítulos con Merle son las páginas más conmovedoras que leido en estos ultimos años. La vida de un perro puede cambiar tu sistema de valores. Debería hacerlo. Cuando se acerca su muerte, te das cuenta lo que te ha cambiado la vida, y eso es mutuo. No ha habido miedo alguno, cada uno se ha sentido seguro en esta simbiosis, e inmensamente agradecido por haber convivido tanto tiempo a un animal como Merle. Pero también es duro, y de eso va el final del libro. De dejarlo ir, cómo asumirlo, como cuidarlo, como aceptarlo.
Esa relación Merle-Ted fue única, y este libro lo es a su vez. Uno desearía que así fuera siempre con la gente que conocemos, o al menos a la que más queremos. Si a veces, a los que queremos a nuestro perro, nos critican que los queramos más que a las personas, tal vez esas mismas personas, en concreto, deberían preguntarse qué están haciendo dia a dia con sus vidas para no haber sido merecedores de una atención así. Y si la tienen, ¿a qué vienen esos celos?
Si quereis ver quien era Merle y quién es Ted Kerasote, aqui teneis el enlace a su web personal con una galeria de fotos https://www.kerasote.com/merle-photos.php
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