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viernes, 26 de enero de 2024

TRILOGIA, de Jon Fosse

TRILOGIA, de Jon Fosse


La historia es bastante sencilla, un par de adolescentes que se han quedado en la calle y con un crío en camino para empezar. El título no desvela nada salvo el hecho de que este drama se desarrolla en tres libros o actos. Dicho sumariamente, en el primero la cagan, en el segundo se esconden y en el tercero se redimen. Nada nuevo, por otra parte, si no fuera porque la prosa de Fosse me ha dejado un sabor de boca, al acabar Trilogía, difícil de borrar: me ha encantado.

El estilo es como el de un flujo de conciencia a dos, el de Asle y el de Alise, la chica joven embarazada que va a donde Asle quiere pero despues de hablarlo. Interaccionan uno en el pensamiento de otro, en los recuerdos del otro, e incluso cuando dialogan parece que lo hicieran sin hablar. Los frecuentes regresos al pasado explican quienes son y de donde vienen, un fiordo noruego en una época de pobreza en el país.

Por otro lado, la largas frases, o frases sin punto final, y diálogos sin guiones, me hicieron sentir como si estuviera antes una escena larguísima, un plano secuencia de muchos minutos, lo que refuerza el efecto de flujo de conciencia. La conciencia va y vuelve en el tiempo al hilo de un hecho y su origen, o un personaje y su importancia anterior en la vida de Asle o Alise. Es volver a algún personaje importante en la memoria de uno de los chavales, de manera que el segundo recuerdo reinterpreta el primero, lo profundiza o pone la lupa en alguna aspereza que se ha pasado por alto anteriormente. Ocurre con Asle y su padre violinista. 

Hay reiteraciones de palabras, aliteraciones de frases en este flujo, como cuando se habla de la vocación musical Asle y su padre violinista. La conciencia del narrador a veces es un tercer personaje, una especie de notario que consigna las ideas y hechos dentro de esa intimidad entre los dos protagonistas.

Un poco recordando a los clásicos rusos, la vida de los personajes es un continuo diálogo sobre temas como el amor y la muerte con cierta hondura más espiritual que filosófica. 

En momentos duros que pasa la pareja, a veces les vienen recuerdos, o tienen sueños porque se quedan dormidos de cansancio, en los que rescatan momentos felices, casi familiares. En ellos, por ejemplo, una melodía le lleva a una canción, y esta a una voz, la voz de un ser querido que ya no está pero que se le echa tanto de menos. Son sentimientos, que exploran una posibilidad de vida mejor de la que están viviendo, sentimientos sencillos, escritos con lirismo contenido en su momento de mayor intensidad. 

Pero, además de tanta poesía, la primera parte de la trilogía concluye con algunas sensaciones inquietantes. Algunas desapariciones. Tal vez Asle, después de todo, no era trigo limpio. La segunda parte nos descifra este enigma de la primera. Aquí el ritmo se acelera, aunque el recurso a explicar lo que le ocurre a Asle a través del recuerdo y el recurso a las aliteraciones en sus pensamientos nos recuerda que estamos viviendo en el estado de ensoñación de esta singular y joven pareja. Aquí entra en escena un tipo llamado El Viejo, que recuerda a la vieja ley del ojo por ojo, un personaje que remite a La muerte en un sentido medieval, un ser ubicuo, taimado y cínico.  O una encarnación de la mala conciencia de Asle. 

Las acciones que pesan sobre Asle parecen cometidas buscando un bien superior, y como lector me queda el regusto amargo de un chico bien intencionado, lleno de ensoñaciones y buenos sentimientos, pero que oculta errores mayúsculos son ningún rubor. Y eso que los personajes que se quedan por el camino sean despreciables.

Al final, es una nueva hija de Alise, la ya anciana Ales (otra elipsis que nos lleva a lo que realmente importa), quien nos introduce en el destino de su madre para entonces ya fallecida. Con ella, en una escena poderosamente evocadora frente al oleaje, concluye el final de esta pareja de chavales que fueron Asle y Alise.

El relato resulta de la ensoñación, como ese soñar despierta de Alise rememorando su vida con Asle, o cuando este la echa en falta en su ajusticiamiento. Pero es que después de esto, ella lo sigue teniendo tan presente y real, por medio de ese flujo continuo de la conciencia, que resulta hipnótico. La segunda oportunidad (segundo libro) que Asle buscaba tomando la nueva identidad de Olav, es un intento fallido. Pero viviendo Alise con Asleik, su siguiente marido, que se la lleva  a su casa en la Cala, en la imaginación de Alise parece que Asle lo ha logrado, ha logrado la paz. Asleik y Asle son dos nombres parecidos. Y esas mismas apariciones de muertos le ocurrirán a la hija de Alise y Asleik, Ales. Alise no terminará de morir nunca en ese flujo de la conciencia de su hija, ni tampoco su padre, ni su hermanastro, lo mismo que el trágico héroe de esta novela, Asle, nunca murió en el espíritu de Alise. De esta manera, vemos que no morimos del todo mientras flotemos en la conciencia de quienes nos amaron y continúan viviendo. Incluso todo esto tiene un símbolo que trasciende las edades y las generaciones: el violín y sus celebradas canciones. No morimos mientras estemos en el recuerdo de otros, nuestras manos busquen algún recuerdo de los seres que nos dejaron mientras trabajan. En ese punto el amor redime al muerto, lo deja en la paz de la memoria para siempre. Y la muerte de nuestros seres queridos deja un poso de perdón y conciliación en aquellos que los van a seguir en el proceso continuo de la vida. La prosa de Trilogía es como una melodía, como esa canción de violín que a veces eleva a los protagonistas. Con el propio ritmo de la narración, su cadencia de palabras repetidas, Fosse también quiere que experimentamos algo de eso si nos dejamos llevar por su propuesta. Por los significados que contiene esta novela, es evidente que es necesario sentir lo que sienten los personajes en la medida que uno pueda con su imaginación o le dejen los prejuicios.

Vemos que el argumento es lo más fácil de todo el libro. No hay giros de la historia sorprendentes, se ve venir al final del primer libro que algo se trama por mucha alusión que se haga a la condición pobre y humilde de la pareja, como si fuesen San Jose y Maria embarazada. Aquí lo que mueve el relato son esos matices en la narración, los que imprimen sentido a cada escena y se condicionan constantemente entre si, y de eso hay mucho. Es lo que hace tan interesante la lectura una literatura que tiene poco de evasiva en cuanto a los típicos ganchos de los escritores para que el lector no abandone la lectura. Y sin embargo, Fosse tiene algo adictivo en su novela, y creo que es esa manera de guiarnos por el alma de sus personajes para que nos pongamos en su piel.

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