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viernes, 12 de junio de 2020

EL VINCULO AFECTIVO ENTRE PERSONAS Y PERROS. EN LA MENTE DE UN PERRO, de Alexandra Horowitz

EL VINCULO AFECTIVO ENTRE PERSONAS Y PERROS. EN LA MENTE DE UN PERRO, de Alexandra Horowitz 

    "El contacto, la sincronía y el ceremonial de saludo con que marcamos los encuentros refuerzan nuestro vínculo con los perros. Y, a su vez, este vínculo nos fortalece. El simple acto de acariciar al perro puede sosegar en unos minutos nuestro mimético sistema nervioso cuando está demasiado activo: el corazón acelerado, una elevada presión arterial, los sudores. Cuando estamos con los perros, suben los niveles de las endorfinas (las hormonas que nos hacen sentir bien) y de la oxitocina y la prolactina (las hormonas que intervienen en las relaciones sociales). Y bajan los niveles de cortisol (la hormona del estrés). Hay buenas razones para pensar que convivir con un perro proporciona la base social que guarda relación con la reducción del riesgo de padecer diversas enfermedades, desde las cardiovasculares hasta la diabetes o la neumonía, y unos mejores índices de recuperación de las enfermedades que contraemos. En muchos casos, en el perro se produce casi el mismo efecto. La compañía humana puede bajar su nivel de cortisol y las caricias le pueden frenar su ritmo cardíaco acelerado. Tanto para las personas como para los perros, se trata de una especie de placebo, lo que no significa que no sea real, sino que se propicia en nosotros un cambio cuyo agente no se conoce. El vínculo afectivo con una mascota puede actuar como el uso prolongado de fármacos o la terapia conductual cognitiva. Naturalmente, también puede ser contraproducente: la ansiedad provocada por la separación es la consecuencia que sufre el perro que siente un apego tan fuerte que no puede aguantar un breve tiempo de alejamiento.

    ¿Cuáles son los otros efectos del vínculo afectivo? Ya hemos visto lo mucho que los perros saben de nosotros —nuestro olor, nuestro estado físico, nuestros sentimientos—, debido no sólo a su agudeza sensorial, sino también y sencillamente a su familiaridad con nosotros. Con el paso del tiempo, llegan a saber cómo actuamos y olemos y el aspecto que tenemos habitualmente, de ahí que cuando se produce alguna desviación la noten, con una exactitud de la que nosotros no somos capaces. El efecto del vínculo se produce porque los perros se comportan como mejor saben, como sujetos que interactúan de forma social extremadamente bien. Son receptivos y, lo más importante, nos prestan atención."

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