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martes, 5 de noviembre de 2019

EL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOBRE LA DEMOCRACIA. EL ESTABLISHMENT, de Owen Jones

EL PODER DE LOS MEDIOS DE COMUNICACION SOBRE LA DEMOCRACIA. EL ESTABLISHMENT, de Owen Jones

santiago de chile
    Unos evasores fiscales como los hermanos Barclay —las figuras más ricas del panorama mediático británico— gozan de un poder formidable gracias al Daily Telegraph. Cuando visito la sede de este periódico conservador y tradicionalista en el barrio londinense de Victoria, casi espero cruzar un portal temporal que me lleve a los años cincuenta. Su sala de oficinas sin paredes interiores, sin embargo, es la cumbre de la modernidad; hileras de jóvenes revelación vestidos a la última y tecleando frenéticamente en ordenadores de gama alta, mientras otros se dedican a beber sus caffè latte congregados alrededor de pantallas planas gigantes que retransmiten la programación informativa. La llegada de alguien como yo —que se sabe que tiene unos valores algo distintos a los de su periódico— genera bastante interés y alguna que otra expresión de perplejidad. El subdirector (hasta una brutal purga llevada a cabo en el seno del periódico a mediados de 2014), Benedict Brogan —que lleva gafas sin montura y tiene unas cejas negras que contrastan poderosamente con su pelo blanco— me lleva a una oficina apartada. Antes de empezar la entrevista, me pide ansiosamente garantías de que no estoy intentando tenderle ninguna trampa. «Los periódicos no son servicios públicos —opina—. Son amalgamas privadas, operaciones comerciales, hechas con la esperanza de ganar algo de dinero y de vender sus productos. Creo que sería una completa locura decir, por ejemplo, que el propietario del tren de juguete no tiene poder sobre el tren de juguete. Iría en contra de la que ha sido la verdad sobre los periódicos desde tiempos inmemoriales ¿Qué sentido tiene ser propietario de un periódico si no puedes interesarte por sus estrategias?»

    La comparación que hace Brogan con los trenes de juguete resulta reveladora: los periódicos son los juguetes, los muñecos de sus propietarios. E interesarse es un eufemismo ñoño para describir cómo los propietarios estampan su huella ideológica sobre sus periódicos y transforman sus propias agendas políticas en fuerzas públicas que haya que tener en cuenta. «Sería sorprendente que un periódico reflejara un espectro de puntos de vista que no coincidie ran de alguna forma con los de sus propietarios», dice Brogan. El problema de lo que está admitiendo es que cualquiera que sea lo bastante rico como para comprar un periódico tiene un interés creado en mantener un orden que proteja la riqueza y el poder. Si de verdad es inevitable que las opiniones de los periódicos reflejen hasta cierto punto las de sus propietarios, entonces eso garantiza que los medios de comunicación británicos operen como meros portavoces de los intereses de los ricos.
(...)
    Rupert Murdoch habla de su poder de forma muy abierta. En el caso del Sun y del antiguo News of the World, él se veía a sí mismo como un «propietario tradicional» que ejercía un «control editorial» tanto sobre uno como sobre el otro, de acuerdo con las pruebas que presentó en 2007 ante un comité de comunicación de la Cámara de los Lores. «El señor Murdoch no oculta para nada el hecho de que él tiene el control tanto económico como editorial —dicen las actas del comité—. Ejerce un control editorial sobre los temas de importancia, como a qué partido hay que respaldar en unas elecciones generales o cuál ha de ser la línea política sobre Europa.» Afirmó que no tenía el mismo poder sobre el Times o el Sunday Times, pero que, aun así, llamaba a los directores para preguntarles: «¿Qué estáis haciendo?». No parece muy probable que, teniendo a Murdoch al otro lado de la línea, a sus directores les diera por llevarle la contraria de ninguna forma. En la Comisión de Investigación Leveson sobre los medios de comunicación británicos de 2012, Murdoch declaró abiertamente: «Si quieren ustedes juzgar mis ideas, miren el Sun». Durante la misma investigación, la exdirectora del News of the World, Rebekah Brooks, explicó que, aunque ella hubiera preferido más noticias de famosos, «en general, y sobre los grandes temas, teníamos puntos de vista parecidos». Murdoch la contrató, básicamente, porque sabía que Brooks garantizaría que el News of the World proyectara las ideas personales de su dueño.

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