"Cuando te sumerges en el agua dejas atras todas las preocupaciones, todas tus miserias, como un perro cuando se sacude las pulgas. Aquella mañana, en un lugar tan amplio como Laida, abierto al horizonte y rodeado de suaves y verdes montañas, sentí que el tiempo pasaba más despacio, como si una simple mañana equivaliera a unas largas vacaciones. Flotando de espaldas en las tranquilas y cálidas aguas de septiembre mientras miraba alternativamente las nubes dispersas que pasaban sobre mi cabeza o cómo se alejaba el mundo junto con mi ropa y mi mochila en la playa no experimentaba ninguna prisa por nada. Cuando entras en el agua atraviesas un límite, una frontera: la orilla del mar, la ribera del río o del lago o incluso el borde de una piscina. Atrás dejas la tierra, la superficie sólida, y penetras en un mundo nuevo en el que rigen otros valores más elementales. En el agua recuperamos nuestra olvidada condición de animales y debemos esforzarnos por mantenernos a flote".
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