"Solamente hay dos o tres de mis libros de los que puedo decir sin la menor duda: «Ahí empezaron». El espía que surgió del frío empezó en el aeropuerto de Londres, cuando un hombre bajo y fornido de unos cuarenta años se sentó a mi lado delante de la barra de un bar, rebuscó un momento en un bolsillo del impermeable y dejó caer sobre el mostrador una lluvia de monedas sueltas de media docena de divisas diferentes. Después, con las manos toscas de un luchador, estuvo clasificando las monedas, hasta reunir un importe suficiente en una sola divisa.
—Un whisky largo —pidió—. Sin ningún puñetero cubito de hielo.
Fue todo lo que le oí decir, o al menos eso creo ahora, pero me pareció notar cierta entonación irlandesa en su voz. Cuando llegó el vaso, se lo llevó a los labios con el ensayado movimiento de un bebedor habitual y lo vació en dos tragos. Después, siguió su camino, sin mirar a nadie. Hasta donde yo sabía, podía ser un viajero de negocios preocupado por una racha de mala suerte. Pero fuera quien fuera, se convirtió en mi espía, Alec Leamas, en El espía que surgió del frío".
sábado, 25 de febrero de 2017
EL AGENTE ALEC LEAMAS. VOLAR EN CÍRCULOS, de John Le Carre
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