LOS VIEJOS CREYENTES, de Vitali Peskov
En 1978 un grupo de geólogos, de inspección por una remota región de Siberia, encontraron a una familia de antiguos creyentes viviendo secretamente desde 1945. Nadie tenía noticias de estos seguidores del antiguo rito ortodoxo, gente que originó un tremendo cisma en la Rusia de Pedro I (1672-1725). Se pueden seguir las huellas de esta secta perseguida en los clásicos de la literatura rusa.
Los Lykov era una familia de estas, llegadas al centro-sur de Siberia desde otros lugares en el siglo XX. Cuando la noticia se hace eco en la URSS, aparece gente que les ayuda a sobrevivir en las miserables circunstancias en que lo hacen. Peskov, el autor, es uno de ellos. Además de su espíritu filantrópico, también analiza las costumbres que se remonta a 300 años atrás en la vida de esta familia: son como una cápsula del tiempo perdida en una región remota. A lo largo de estas páginas descubriremos que existen acólitos de esta religión por Siberia, pero lo de los Lykov es de traca incluso para otros viejos creyentes, parientes de ellos incluido.
Después de las iniciales reticencias, tras generaciones de voluntario aislamiento, los pocos integrantes que quedaban de esta familia se acostumbraron a la presencia de otra gente que, además, les quería ayudar. Algo que supieron valorar desde el principio (la madre habia muerto de hambre en 1961). A la vida que eligieron la llaman "la vía sin retorno". Lo que no quita que Agafia, quien fue la última superviviente, añorase el mes que estuvo con su familia en los montes Shoria, viendo la modernidad a la que se había negado durante 40 años, y que les preguntase a todos en 1986 que pasó en Kiev. ¡Cómo narrar Chernobil!
Los Lykov calculaban el tiempo como se hacía en tiempos anteriores al zar Pedro I. Hacen fuego con eslabones y pedernal. Ver por primera vez una bolsa de plástico y creer que es cristal que se dobla.
Agafia no había visto un caballo desde que nació en 1944, tampoco una rueda para transportar antes de encontrarse con los geólogos en 1978. Fue un año después de su nacimiento cuando toda la familia huyó a las montañas más inaccesibles por miedo a los soldados del ejército rojo, que andaba buscando desertores. Ahí pasaron de una vida discreta a una vida secreta. Al descubrir las imágenes de TV, lo mismo les hipnotiza que les parece pecado. Hay un montón de cosas que son pecaminoso para ellos sin saber bien lo que son, solo porque vienen del mundo exterior: "no nos está permitido". Son cosas tabú para ellos. Y ellos hace 300 años que se separaron del mundo. Pero siempre son buena gente.
Peskov cuenta sus viajes: el primero (verano de 1982) es la descripción de cómo viven, lo que ve, conocerlos y darse a conocer. Para el segundo va más preparado: les entrega regalos, hace preguntas estudiadas, y trae las preguntas de historiadores, lingüistas y gente común que les ha regalado cosas a través de él y que quiere saber de ellos. Los Lykovy se vuelven menos recelosos pero poco receptivos con cosas que no están permitidas, por ejemplo, las fotos. Hasta los años que aquí se describen, una mala cosecha del bosque podía suponer la muerte de algún miembro de la familia (o anteriormente de la comunidad) en invierno. Pero ya en los 80, quedando el viejo y su hija Agafia solos, los geólogos, de presencia casi constante en la zona, decidieron cuidar de ellos: atrás quedaron las tumbas en la taiga de la madre y tres hijos.
Así van pasando los años, con visitas anuales, intercambio de noticias con la gente de la zona y con la misma Agafia (que sabía escribir en antiguo ruso), cuando llega 1988 muere Karp Osipovich Lykov, el patriarca, a los 87 años. Ella se va acoplando a detalles que se negó en vida de su padre. Aunque sin recursos de sociabilidad, era una mujer inteligente dentro de sus 36 años aislada. Conoció la fama en toda la URSS y aun fuera. Y, con todo lo que recibió gratis, y lo que viajó, nunca quiso cambiar su forma de vida en general: vivir en la taiga, ya no en secreto pero sí aislada, incluso tal vez sin ayuda, por una "vía sin retorno", siendo la "mujer del páramo". Una decisión dramática, pero coherente la que recoge Peskov.
Peskov, un afamado periodista de la época, escribe sus crónicas casi anuales hasta 1992. Las publica en 1994, con un capítulo final de reflexiones acerca de cómo esta gente, los Lykov, vio enseguida que necesitaba ayuda, que hubo problemas entre ellos antes de ser encontrados (especulando sobre cuáles pudieron ser), los intentos de aprovecharse de ellos, sus tabús y el origen de ellos, posiblemente ocurrido en el origen del cisma entre la iglesia ortodoxa oficial y la ortodoxa de rito antiguo. Se refiere a la transmisión en aquella época de dos epidemias muy infecciosas que les hacía rechazar todos los objetos que venían del mundo.
En general las crónicas me parecieron entretenidas, casi exóticas por el lugar y el carácter de esta gente. Como encontrar un fósil de mamut, traerlo de nuevo a la vida e indagar en su naturaleza. El último fósil, Agafia, murió en 2016 como vivió.
La editorial Impedimenta muestra las primeras paginas de este viaje al pasado aquí: https://impedimenta.es/wp-content/uploads/primeras-paginas-LOS-VIEJOS-CREYENTES_PESKOV.pdf
Aqui un interesante reportaje con interesantes fotos sobre esta peculiar familia: https://es.gw2ru.com/estilo-de-vida/15682-perdidos-en-taiga
Aqui un documental en ingles con imagenes ineditas: https://youtu.be/tt2AYafET68
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