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lunes, 6 de febrero de 2017

300 DÍAS EN AFGANISTÁN

300 DIAS EN AFGANISTAN, de  Natalia Aguirre Zimerman

    ¿Qué hace una ginecóloga de Medellín en el infierno de Afganistán, años 2002-2003? Básicamente, aliviar esa estadística que dice que allí es donde mayor número de mujeres mueren durante el parto en el mundo.

    Esto es algo que, al apuntarse a la mision, no tenia pensado contar, pero tras muchos correos electrónicos con sus amigos y familia, se anima a hacer una selección de ellos y trabar este libro tan personal como sugerente. Tiene la virtud de mirar ese problemático mundo de religión, miseria y guerra como, creo, que lo mirariamos la mayoría de nosotros, gente del primer mundo. Nada de grandes aventuras, de hechos heroicos. Sin sombra de discursos idealistas para la galería, y pocas ocasiones de dejarse admirar por su gran corazón y otras muchas palabrerías a las que no invita este libro. 

    "Resulta que se llegó el invierno y tenemos detectadas 700 familias (9 personas por familia de promedio) que están viviendo como tugurianos en las ruinas de edificios bombardeados. Se sabe lo baja que es la temperatura en la noche porque los perros y gatos callejeros se están empezando a morir congelados y en la mañana vemos sus cadáveres por la calle. Pronto no van a ser los perros callejeros sino los niños y los ancianos los que no van a aguantar". Viene a la memoria no solo esta gente, sino los actuales campamentos de refugiados por el mundo.

    Lo mejor de él es que Natalia estuvo allí, hizo su trabajo bien y regreso mejor de como llegó en varios aspectos. En el profesional, que era su motivación principal, y en el conocimiento humano de la realidad tan diferente en el que se mueve durante esos 300 días. Lo mejor del libro es que Natalia describe el mundo de esas personas que van a su consulta de primera mano, sin paternalismos y no dejando que otros se lo cuenten porque ella misma va a una boda, o va de vacaciones a Irán, o ve lo que le esta pasando a su paciente en casa. Mantiene una actitud critica a veces con la ONG para la que trabaja, que es Médicos Sin Fronteras, o con sus compañeros franceses.

    "Los afganos son para los franceses una manada de hipócritas, pero para mi son unos supervivientes. Mejor dicho, para sobrevivir en esta tierra tan hostil desde todo punto de vista, este pueblo ha desarrollado conductas y estrategias inimaginables"

    "...por raro que parezca, los colombianos nos parecemos infinitamente mas a los afganos que a los franceses. Un afgano es un paisa (recursivo, avispado, hospitalario, medio cauteloso y muy trabajador)"

    ¿Y de que habla Natalia? De las distintas razas que pasan por la calle, de olores y colores de los mercados, de los niños ("Te miran desde lejos y se esconden detrás de las piedras, acuclillados"), anécdotas del gobierno de los talibanes (MSF estaba allí mientras eso ocurría), una boda... el tema del burka y en general de las mujeres ocupa muchos comentarios, porque su trabajo lo requiere: "Estoy llegando a la conclusión de que en Afganistán el estado civil mas ventajoso es la viudez. Pueden trabajar, nadie les pega y, tarde o temprano, los hijos crecen y las cuidan hasta que mueren".

    Gran parte del secreto del libro reside en que Natalia esta de paso frente a la adversidad, y que ella es medico ante todo, no escritora ni va de reportera, y en una mirada bastante original del asunto, pero honesta: si lo cuenta, es porque lo ve. Han intentado mantener la espontaneidad de sus correos. Que a los militares no les haya gustado el libro es natural: no se hacen guerras para contentar a todos Tal vez resida ahí la naturalidad del relato publicado por primera vez en El Malpensante, de Colombia

    Cuando lees un libro así, te das cuenta que sobran muchos titulares de periódicos: "Mobuba es una mujer que eligió no someterse a la ignorancia y que literalmente puso en riesgo su vida sólo por no dejarse pisotear". La historia de una mujer que continuó estudiando, cuando los talibanes cerraron las universidades a las mujeres, en una universidad clandestina

    Después de Afganistán, pasó a Sudán del Sur, a Sri Lanka por el tsunami del 2006. Y aun más después.

    En el libro hay ratos en que te das cuenta de que, pese al rigor en la seguridad con que se manejan los de MSF, el peligro de los talibanes está en las calles de la población, y uno se imagina el ronroneo del miedo en el interior de estos médicos ("Quiero caminar y caminar y caminar. Caminar sin pensar en que voy a pisar una mina... aunque en el fondo sepa que en esta tierra mia me puedan secuestrar"). Cuando Natalia abandonó la misión de Kabul, los extremistas afganos atacaron la misión de MSF en Afganistán. Los médicos holandeses fueron asesinados. Ella misma cuenta algunas calamidades en el libro en ese sentido...

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