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domingo, 8 de septiembre de 2013

ASCENSIONES, de Catherine Destivelle






    La sucesión de grandes nombres de la escalada mundial a lo largo de los años va acompañada inevitablemente de su presencia insistente en los medios de comunicación. Unos se van porque lo dejaron con la edad o fue la montaña quien los atrapó sin dejarles volver al hogar. Pero hay otros que han sembrado  su imagen y su actividad lo suficiente como para recordarlos enseguida. Esos tienen un carisma que no se borra en las memorias de quienes una vez los siguieron. La escaladora Catherine Destivelle tiene mucho en su haber para ser recordada, en gran medida por ser mediática: aparecer en documentales, películas, concursos de televisión, reportajes, en la sección de deportes de medios especializados y generalistas... todo eso le daba de comer y posibilitaba que pudiera emprender expediciones y retos de escalada a gran altura. En sus memorias todavía recuerda el momento en que su compañero de entonces negoció, por primera vez para ella, el dinero que una marca de artículos deportivos iba a pagar por dejarse ver con ellos. Ya no bastaba que se los regalaran. Los recuerdos de Catherine en este libro tienen el defecto de cualquier autobiografía: todo lo excusa. Pero posee en cambio virtudes que no son tan habituales: no oculta su carácter fuerte y competitivo, no oculta sus aprehensiones y vacilaciones que a veces la atenazaban cuando ya estaba a punto de ponerse a escalar, da su versión de manejos poco éticos en algunas competiciones de escalada deportiva en las que participó (y ganó), no deja de admirar a Bonatti o a su contrincante Lynn Hill, no se excusa de haber trabajado para las marcas deportivas y ganarse el pan con los medios de comunicación. Y sobre todo, desde sus inicios hasta el final del libro, la autora sabe contarnos, con ese dominio que parecen haberle dado los años ante el público, las motivaciones personales que la impulsaban a escalar en la cima de la élite mundial, el empuje para intentar una vía todavía más difícil en alguna pared alpina, de Norteamérica, de Grecia, de África, etc. Si todos vamos cambiando con los años, Catherine nos dice cómo lo hacía ella sin dejar de escalar.
    La vida de de Catherine empieza en Oran (Argelia), pero su historia empieza en París, y su aventura profesional y vital a los 12 años cuando su padre, aficionado a la montaña, la apunta a los cursillos del CAF (Club Alpino Francés) con practicas de escalada a las afueras de París. Desde entonces su crecimiento como persona y escaladora van de la mano. Aprende el boulder en compañía de hombres siempre mayores que ella al principio, quienes de alguna manera la apadrinan en los bosques de Fontainebleau. En un cursillo podía superar en un fin de semana a su instructor. Con 14 años sus padres la dejan irse 10 días de travesía sola por la zona de la Grave. Con 17 años, acompañada de Pierre, supera ya a muchas cordadas veteranas. Era una época en la que evitaban remontes y refugios, que se metían mochilones a la espalda, en que valía agarrarse de los clavos para subir paredes, muchos hombres la miraban con suspicacia: ¡superaba a quien se propusiera!

    "Cada tramo de vía tiene un alma, con sus secretos y sus trucos, cada roca tiene su propio carácter  La caliza es una roca devastada, llena de batiburrillos, de relieves desordenados; el gneis algo menos; la arenisca es diferente, más compacta, más redondeada. El granito es franco, sin rodeos. Su materia pura, bella, esbelta. Es realmente él el que tiene mi preferencia. Bajo su tacto mi cuerpo ya no es realmente dueño de sí mismo"



    Una de las cosas que se agradece de Catherine es mostrarnos sus debilidades: si adquirió una profesión a los 20 años, la de fisioterapeuta, también nos cuenta que la escalada la hastió un poco, que se enganchó al poker, sufrió bulimia y se fumaba 2 paquetes diarios de cigarrillos. Pero de esto también se sale, y fueron los programas de TV los que la ayudaron cuando le ofrecieron grabarla escalando paredes en el Verdon. Se recicla hacia nuevas técnicas de escalada, se desafía a si misma con nuevos grados de dificultad. Y es que otra faceta de la autora es la de reinventarse a si misma cada vez que lo necesita. La superación personal llega también cuando gana la prueba de escalada de Bardonecchia, Italia. A veces llegan los traspiés, como la ruptura de cadera y otros huesos en una caída tonta en los Alpes. No solo hay que superar las heridas, sino el miedo a volverse a caer. De esa época de competiciones internacionales nace su contacto con la otra gran escaladora, Lynn Hill (un carácter muy distinto).

    "Mi vida dependía de mi habilidad para colocar correctamente esos ganchos y para cargar delicadamente todo mi peso sobre ellos. Por momentos, no sabía muy bien qué decisión tomar, continuar o dar media vuelta, temiendo que los temblores de mis piernas producidos por el miedo provocaran la caída."

    En 1989 acude a la competición internacional de escalada en Snowbird (EEUU) organizada por otro personaje clave : Jeff Lowe. Un momento en la vida que le abrió la posibilidad de conocer la escalada en grandes espacios, con más libertad y sin compromisos publicitarios en EEUU. Son puertas que se le abren, como viajar al Baltoro para escalar las Torres del Trango y aprender escalada en hielo. Porque si algo deja claro de su paso por la competición de escalada deportiva es que se sintió manejada, se dejó manejar, y perdió parte del gusto por la escalada tal y como la estaba viviendo.

Mali
    A partir de aquí se suceden los relatos de escaladas que la marcaron: los Drus en solitario, la norte del Eiger sola y en invierno, el intento del Latok1 (Pakistan) con Jeff Lowe, el Espolon Walker en las Grandes Jorasses (Suiza), el intento del Makalu, ascensiones en la Antártida (es el primero que relata), la norte del Cervino en invierno y sola. Cuando nos describe alguna de estas vías, asistimos a lo mejor del libro: en ellos vuelca su emotividad, la interiorización de cada maniobra en la pared con 1000 m de vacío por debajo. Odia tener miedo, pero busca la satisfacción en el reto, que se la reconozca por si misma, por su valor, y no por posar con ropa deportiva que ella ayuda a diseñar. Por encima de ser varón o una cara bonita de mujer, intenta que se valore su esfuerzo. Trazar el destino profesional de esta manera solo puede llevarte a ser la numero uno.

    "Si el publico a quien me dirijo-empresas o apasionados de la aventura- encuentra en mis relatos una fuente de inspiración que alimente sus reflexiones o sus sueños entonces tendré la sensación de haber progresado, de haber dado más sentido aun a estas ascensiones y de haber aprendido a conocerme mejor"


    Existe un documental de ella: MAS ALLA DE LAS CIMAS 
    También una entrevista en el diario español EL MUNDO
    Una semblanza de esta extraordinaria mujer pinchando en este enlace CATHERINE DESTIVELLE

ASCENSIONES, de Catherine Destivelle. En Desnivel Ediciones, 176 páginas, año 2003

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