GUERRA, de Louis Ferdinand Celine
«Atrapé la guerra en mi cabeza.»
Todo un alarde de irreverencia frente a las buenas costumbres, la sociabilidad y la buena educación. En teoría esto pasa porque el protagonista ha salido del frente de Ypres (1914-1915) herido de un brazo y con un golpe fuerte en la cabeza. Ha acabado arrastrándose por el fango con tal conmoción mental que suelta de todo por esa boca.
La impresión, en la primera parte, es la de un monólogo en el que la vida real, con sus impresiones sobre el averiado cerebro, condiciona lo que se cuenta con la descripción sensitiva de todo lo que escucha, o le dicen al protagonista, de todo lo que toca con los dedos o le toca, los olores, los colores, etc (otro gran valor de la obra). Con todo ello una veces cae ensoñaciones, otras veces divaga, y otras exagera (y mucho)... ya sea tirado sobre la tierra recién herido, en el traslado o convaleciendo sobre una camilla junto a muchos otros.
Es una pequeña novela pero muy trabajada, con pequeños guiños: va a un bar llamado La hipérbole, y es que el lenguaje es hiperbólico en cuanto a lo soez. A veces, por lo frívolo y deslenguado, me ha llegado a recordar a algunos personajes de películas de Godard, como Banda Aparte. También me recuerda la libertad de creación que tenían las vanguardias literarias de principios del siglo XX. Hoy semejante procacidad quedaria relegada editorialmente a la irrelevancia, a no ser que diera con una editorial excepcional que supiera ver el sentido de esta forma de escribir. Una segunda parte del relato agudiza esta tendencia con prostitutas, chulos y un protagonista ya bastante curado pero más salido que un remo. Son emociones, no ideas, emociones pasadas al papel con la inmediatez (estupendos diálogos) y la intensidad de una obsesión, obsesión por el rencor, la provocación y la injusticia. Lo que parece una escritura directa lleva su trabajo. En contraposición con la autoridad, por ejemplo la de sus padres y el cura, él está fuera de la sociedad. Cualquiera puede entender que escribe como no se lo suele esperar de un libro. No se si era intención de Celine, pero el título también podría ser una parodia de Guerra y paz (él se queda solo en Guerra, es lo único que hay), como también su contenido. Otra vez haciendo añicos toda esa autoridad, esta vez literaria.
Realmente la historia en sí, su argumento, no es novedoso, sí lo es su estilo, con el que describe a un tipo irreverente, maleducado y bastante narcisista. Pero, ¿qué pretende Celine con esta actitud? A veces pienso en toda la trama y en su colorido de sexualidad, odio, miedo y extraña violencia y me viene inmediatamente el recuerdo de un cuadro de Brueghel el Viejo, uno de esos de finales de la Edad Media en que la gente es asesinada a borbotones de peste, guerra, odio, intransigencia... la muerte se nos va llevando con la violencia con la que vivimos.
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