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miércoles, 18 de octubre de 2023

TREBLINKA, de Jean François Steiner

TREBLINKA, de Jean François Steiner

Asistimos a los prolegómenos de la idea de Treblinka, la cual se encuentra en Vilna, en la creación de su ghetto. De aquella isla de hacinamiento humano para tenerlos controlados surgieron varias ideas para reducirlos a una miseria material y espiritual, hacer de ellos lo que se quisiera y lograrlo con el mínimo esfuerzo para los nazis. Un esfuerzo englobado en la decisión de Wannsee de liquidarlos, y de la operación Reinhard para construir campos de exclusivo exterminio a escala industrial. En general, se tiene como una historia real contada a modo de novela. El mayor obstáculo de lectura seguramente es el tema del exterminio, muy crudo, horroroso, y eso que me da que no apura el tema hasta las heces. Tengo un montón de libros de memorias de supervivientes leídos, y es la sensación que me da. En comparación, la cantidad de novelas ambientadas en Auschwitz están enlatadas en almíbar: el entretenimiento manda. Con Treblinka se te encoge el corazón, se nota que las brasas de lo que pasó, mientras Steiner escribía, estaban aún calientes. Además, como algo especial que aquí sí tuvo lugar, el final de Treblinka es épico, abrupto y trágico. Los datos que da Steiner en los años 60 han variado con los que se aporta en la actualidad, por ejemplo el numero de escapados y el de supervivientes finales. Pero no cambia para nada lo que ocurrió, es importante pero no decisivo saber si fueron 60, 80 o 200. Aunque parezca mentira, no es tan fácil saberlo. 

El libro demuestra las ventajas del enclave de Treblinka, como nació como campo de trabajo, como tuvo una segunda fase de desarrollo en el que se convirtió, además de en un lugar de hacinamiento, en una fábrica de tortura y muerte de personas judías. 

Una vez estamos dentro de las alambradas, sabemos como se afinó el método de destrucción humana. Al principio hay un acto de resistencia hebrea, por parte de un tal Berliner: mató durante un recuento en el patio al mandamás nazi del campo, un tal Bielas. En su lugar colocaron a otro SS, alguien cuyo mote era Lalka, "muñeca". Un antiguo camarero. Un sádico. Es de los personajes más presentes y que mejor se le ha dado al autor. Una especie de Amon Goetz antes de La lista de Schindler.

El libro novela como fue el desarrollo de esta paulatina sumisión de los judíos a su destino, qué métodos empleaban para conseguir que perdieran toda esperanza de escapar y se avinieran como ganado a trabajar y ser asesinados cuando les llegara el momento, sin ofrecer resistencia. La pretensión era que, después de tanto horror, se sintieran liberados por el hecho de morir. 

Por contra, están los esfuerzos de los judíos más contumaces por oponerse a ese destino. Eso también ofrece un desarrollo al lector, desde los primeros tiempos de horror ante lo que ven al bajar de los trenes de la estación, luego una fase de evitar suicidios dentro de los barracones, luego otro de esconder dinero y joyas para lograr fugas y llegar a sobrevivir fuera. Finalmente se llega a un estadio en el que el individualismo cede a la creación de una organización clandestina de fugas. En todo este proceso aparecen los obstáculos a salvar, como los guardias ucranianos, las sacas periódicas de gente para ser eliminadas, o la red de delatores creada por los mismos nazis entre la población reclusa. De todos estos esfuerzos por matar o sobrevivir, ha quedado la memoria de los supervivientes y los nombres de los asesinos con su lista de crímenes. Pero también los nombres de judíos que por algún motivo quedaron grabados en la memoria de los supervivientes: por ejemplo, Langner, un hombre que sufrió una tortura extrema a la vista de todos, pero cuya resistencia espiritual no fue rota del todo. 

El libro está lleno de hechos concretos, a veces anecdóticos, otras ejemplos de lo que pasaba: está Choken, que se escapó y regresó, está la pareja de judíos libres que va a las puertas de Treblinka para que los maten, o la peste que diezmó a la población reclusa. Se cuenta cómo se organizó la rebelión final, el personaje del maestro de la mierda, la orquesta de Gold. La historia y el sacrificio de dos jóvenes judíos, Adolfo y Djielo, en el campo I y luego en campo II para lograr que escaparan el mayor número de gente... muchas historias recogidas por el autor a través de entrevistas y relatos de los supervivientes
 
En la época que llegó Himmler de visita, Treblinka I se transformó en una pequeña ciudad con jardines, tiendas, un pequeño zoológico... todo para aquellos judíos, gente con fecha de caducidad cercana. Ellos trataban de hacer ver a los alemanes que se lo creian, que creían en un futuro allí, mientras los alemanes creían que los engañaban de verdad. Se permitieron algunas bodas, y cierta confraternización entre opresores y oprimidos.

Hay muchas historias personales en estos 13 meses de gueto. En general es un libro que se lee muy bien y no deja, aparentemente, resquicios sin contar. La descripción de lo que pasa en el campo II deja al infierno de Dante en un juego de niños.
El final del libro muestra las fuentes de documentación: investigaciones de instituciones judías, memorias publicadas y entrevistas a los supervivientes que lograron localizar. 

Sin embargo, no a todos los judíos se sintieron comprendidos al acabar su lectura (se publicó en 1966), por la excesiva novelización de algo tan indescriptible. Muchos en Francia le pidieron que admitiese que era una ficción lo que había escrito. Por otro lado, Simone de Beauvoir alabó el libro, y lleva su prólogo. Se nota que estaban los ánimos muy caldeados sobre el tema. En cambio, ahora podemos encontrarnos muchas novelas sobre el tema con una simple búsqueda de Google. En el documental Shoah, de Lanzmann, hay una entrevista a uno de los guardianes de Treblinka, el sargento segundo de la SS Franz Suchomel y, si no recuerdo mal, imagenes del lugar, un lugar desierto, pero distinto a la conversión en museo al aire libre actual del recinto que visité este verano. De Treblinka, como espacio físico, ya solo queda un solar de tierra rodeado de pinares, la vía de tren, la antigua estación desmantelada que vuelve a funcionar con otra apariencia (la historia de la estación es digna de leerse), y las excavaciones para sacar los cimientos de los antiguos edificios nazis, recuperar pequeños objetos y el museo explicativo de todo aquello. Por lo que pude ver, las excavaciones arqueológicas intentan descifrar este espacio: donde estaban las fosas de enterramientos y las de quemar cadáveres, los hornos, las cámaras de gas, las distintas dependencias... Los nazis trataron de borrar cualquier huella del crimen cuando oyeron acercarse los disparos de las baterias soviéticas, y los recuerdos de los supervivientes son los de gente mentalmente destrozada, algunos como sonámbulos. Pero la vida les dio una segunda oportunidad.

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