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viernes, 24 de junio de 2022

LAS CATARATAS DEL COPPERMINE. CRIMEN Y LOCURA EN EL ARTICO, 1913, de McKay Jenkins

LAS CATARATAS DEL COPPERMINE. CRIMEN Y LOCURA EN EL ARTICO, 1913, de McKay Jenkins



La historia, con algunos antecedentes de violencia en esa remota parte del mundo, (tal y como lo vio el legendario Franklin por ejemplo en el siglo XIX), comienza en el momento que nos ocupa con un cazador, Hornby, y un sacerdote católico, Rouviere, empeñados en viajar por el Artico canadiense para contactar con esquimales de las Barren Lands. El primero para recibir ayuda, algo de compañia tal vez, información y establecer intercambios utilizando a alguien que inspirase confianza a los esquimales. El segundo, Rouviere, para convertirlos a su religión. John Hornby no dejaba de ser un tipo individualista en un medio hostil  que conocía y sabía manejar bien. Los esquimales son los maestros en ese arte. Ademas, la expedicion científica de Douglas, buscando minas de cobre en la zona en aquel tiempo, instalada su cabaña a 10 km de la del cazador junto al Great Bear Lake, sabia apañarselas mas o menos y llego bien pertrechadada para su primer invierno de -40°C y la ausencia de sol del 16 noviembre al 9 de enero. 

Todos veian como el hombre blanco corrompia al esquimal en la zona de desembocadura del rio McKenzie. Pero el padre Rouviere, francés, es otra cosa. Llega en compañía de Hornby, se hace una cabaña despues para el solo pero no está ni mental ni físicamente preparado para ese rigor oscuro y frío que ha destruido a muchos otros hombres. Llegar allí sólo con la fe es como llegar con las manos en los bolsillos. Al acabar el invierno vuelve a Fort Norman, su base, por orden de su superior. En julio está de regreso en Great Bear Lake, de nuevo en contacto con los esquimales, y con la nueva compañía del padre LeRoux, un belga que no inspiaraba confianza. No dejó buen recuerdo en quienes lo conocieron allí arriba por su arrogancia, detonante de algunos problemas...

El 8 de octubre de 1913 los dos misioneros, se fueron de su cabaña acompañados de un grupo de esquimales que van a la costa ártica. Es el comienzo del invierno, están débiles físicamente, hay un esquimal violento entre ellos y no tienen ni idea de como sobrevivir si no es a costa de esa tribu en todos los aspectos. Es una época del año en que los esquimales pasaban penurias siempre. Es decir, hay miedo a morir en todos. Ahí empieza la tragedia.... porque hasta aquí, el libro desarrolla un cúmulo de malas decisiones tomadas por dos individuos de buenas intenciones pero en absoluto adecuados. Ni siquiera era una buena idea la de convertirlos al cristianismo a toda prisa solo por adelantarse a otros misioneros de otros credos o por extender el dominio del gobierno canadiense allá donde no tenía apenas repercusión.

A partir de aqui lo que la policía montada del Canadá supo sobre como ocurrió el asesinato de los dos sacerdotes fue a través de testimonios de esquimales y el diario personal de Rouviere. 

Los asesinos fueron capturados al cabo de 30 meses con mucha suerte y bastante eficacia para aprovecharla. Despues fueron trasladados a la corte penal de Edmonton, proceso que ocupa la tercera parte del libro. Si en la segunda se plantean las creencias de los esquimales, sus diferencias difíciles de salvar con el hombre blanco colonizador al nivel antropológico de hace un siglo, en este tramo final del libro se retrata si es justo tratar a esta gente, que apenas conoce a los blancos, y que esta allí desde mucho antes, con los mismos paradigmas eticos y sutilezas legales que son propias del poder colonizador, en este caso la justicia británica (Canada aun no habia soltado amarras de su Graciosisisisisima Majestad). ¿Fue un asesinato o un homicidio en defensa propia? Porque los sacerdotes no se portaron bien con ellos cuando pretendian regresar, aunque de eso no habia testigos. Segun la Carta Magna británica, un hombre no puede ser juzgado por sus superiores sino por sus semejantes. Entonces, ¿que hace un esquimal, que conocia a los hombres blancos desde hacia solo 3 años y muy escasamente, entre blancos en un tribunal de justicia? Este es uno de los puntos fuertes del relato, de una importancia que se renueva en el tiempo. El final del libro habla del juicio y el destino de los acusados, y de los que vinieron después. Hace falta ser malvado para decir que el hombre blanco trajo prosperidad al esquimal cuando, junto a comida, ropa o la reducción de hambrunas, etc, se llego a reducir hasta un 90% de su población en algunas regiones por culpa de innumerables enfermedades infecciosas importadas por los blancos en esos años. Pero es que la realidad de estos habitantes originarios ha desembocado en una situación mucho peor actualmente. El autor estuvo por allí en 2002 y da cuenta de ello. Eso sí, casi todos los ancianos son cristianos. 

Aprovechando la documentación existente, se exponen con claridad las posturas: las de buena fe, las capciosas, los prejuicios, la opinión del público y la prensa de 1916, año del juicio, en un remoto y despoblado territorio del planeta, como lo es en la actualidad. Y lo que resulta de ello es un choque civilizaciones brutal entre el mundo esquimal y el mundo anglosajón en torno al puntilloso tema judicial de dos asesinatos, es decir, donde hasta la última coma del relato cuenta. Complicado asunto este de juzgar. El autor sintetiza los problemas de este caso con genuino interés por el. Se lee fácilmente: el mundo esquimal se explica, la belleza y crueldad del paisaje se sienten, el interes del hombre blanco se presiente sin esfuerzo. Una oportunidad mas de conocer una historial real, extraña pero ya no tan lejana en nuestro mundo globalizado. Muy documentada sin caer en la pesadez en ningun momento, y bien contada.

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