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sábado, 25 de junio de 2022

CHICAS FELIZMENTE CASADAS, de Edna O'Brien

CHICAS FELIZMENTE CASADAS, de Edna O'Brien

La trilogia, en un solo tomo


Novela de costumbres, esta vez urbanas, de dos chicas jóvenes irlandesas arraigadas en Londres y recién casadas. Si leiste las dos entregas anteriores, ya las conoces. Personalmente, creo que viene mejor hacerlo así. Argumento poco original el de dos matrimonios en la cuerda floja, aqui lo especial es la mordacidad con que se tratan los temas que conlleva: las relaciones sexuales, las relaciones padres e hijos, la amistad... El matrimonio de Kate con Eugene pronto explota, y lamentablemente para ella (como siempre). El de Baba se sostiene porque parece que ella y Frank compiten en ser a cual mas brutos.

Por supuesto, el título es irónico y con saber eso uno puede imaginar la retahíla de sinsabores que desmenuza esta novela a dos voces, la de Kate y la de Baba, siendo esta la que habla en primera persona de si misma y la que habla de Kate con distanciamiento. El encuentro sexual frustrado entre Baba y Harvey, por ejemplo, es un compendio de ironía, una satira de algo que despues de tanto buscarlo es decepcionante como la vida misma, algo procaz incluso. Me encantan esos sucesos tan bien narrados. Y como lleva la tension hasta ese encuentro sexual. En general, con las relaciones matrimoniales, es extremadamente caustica: la ironía y el humor se entremezclan para acompañar a las dos parejas. Y de las dos, la más viva, y la que me causa más pena, es Baba. Si en la segunda entrega de la trilogia parecía más modosa, aquí vuelve a ser borde, muy vulgar y especialmente corrosiva con su marido. Digamos que es la voz más entretenida de la trama.
En realidad es Kate es una parodia de esposa joven, con la idea de dejar muy mal paradas las convenciones sociales aquilatadas por generaciones de experiencia. No puedo evitar una sonrisilla en algunos momentos cuando se meten las viejas ideas acerca del matrimonio por medio, el evangelio, el derecho a la vida, las relaciones padres e hijos, etc.
A mitad de libro, o algo mas, empiezan las zozobra de una madre primeriza y separada, sin trabajo ni techo propio: esa es Kate. En esta última entrega sobre ella, la vemos de nuevo desvalida, sin estabilidad material, afectiva o psíquica. Reúne situaciones cómicas con momentos patéticos, de profunda soledad en todo aquello que parece herirla. Y partir de aqui empiezan unos fuertes vaivenes anímicos de Kate a través las cosas que la obsesiona especialmente, temas como el sexo, el abandono, separación violenta del hijo, pobreza, etc. Por fin, después de dos libros y medio, se empieza a atisbar una Kate madura, pero por poco tiempo: no consigue representar algo importante en la vida de las personas a las que quiere. Porque ese me parece el motivo último para haber seguido con su vida desde el principio, y no lo logra. Tal vez sea también el eje central de las tres novelas, ejemplificadas con distintas respuestas en Kate y Baba. Y por esa altura de miras que se plantean, es inevitable que sus vidas fuesen decepcionantes como transmiten muchos lectores al cerrar la trilogia. Pero yo agradezco a la autora que no edulcore estas cosas ni las haga fluir en plan Disney. 
El final es un epílogo, un monólogo de Baba, una especie de lamento hacia una vida sin sentido, y con demasiado dolor entre tanta banalidad. 
"...me doy perfecta cuenta de que estaba perdida en el corazón de una puta jungla. En la misma donde había nacido. No había tenido arrestos para abrirse camino. Tendría que haber ido a clases nocturnas y aprender algunas cosas, unos cuantos lemas, como: «No deposites tu confianza en ningún hombre»..."
La sensación de vacío que deja este final es tremendo, como si nos faltara el suelo bajo los pies. Y es que, con mayor o menor acierto, según sea el lector, en mi caso encuentro que tras capas y capas de superficialidad, de malas e ingenuas decisiones, de elemental estupidez en ocasiones, el texto se eleva a ratos desplegando el desconsuelo, incluso la irritación, por una vida sin horizonte ni sentido claro. Es una coda a la trilogia del sinsentido, no ya solo racional, sino también emocional, del corazón. Con una educación como la que recibieron ambas, era imposible ser felices.

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