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domingo, 13 de abril de 2014

Del relato de Vasili Grossman, MAMA:
"Mientras estuvo en Penza, Nadia no dejó de pasar frío: en el dormitorio, en el aula, que servía tanto para dar clases como para coser camisas para combatientes, y aun en la cocina, donde a veces ayudaba a la cocinera a limpiar gusanos de la fécula del maíz. La rudeza de los educadores, la agresividad de los pupilos y los robos, que hacían estragos en los dormitorios, no eran menos difíciles de sobrellevar que el hambre y el frío. Al menor descuido, desaparecían el pan los lapices, las calzas y los pañuelos.
(...)
Una vez acabada la guerra, las condiciones de vida en el orfanato mejoraron, pero cuando la comisión envió a Nadia a la fábrica, tras estudiar siete años en el colegio del orfelinato, ésta creyó haber llegado al paraiso."


Una foto de David Seymour para UNICEF, año 1948

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